Trabajo... esa era tu palabra más repetida y odiada. Siempre volvías a casa para huir del trabajo. Volvías a mis brazos en busca de refugio.
📍FICCIÓN 📍
Actualizaciones lentas.
Este es mi esfuerzo y mi trabajo. NO acepto copias o adaptaciones. Quié...
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Al chocar con alguien lo primero que hice fue mirarlo y para mi sorpresa era Nanami.
— ¿Yume? —preguntó confundido—. ¿Estás bien?
Me limité a mirarlo, no sabía muy bien qué contestarle. Era obvio que no estaba bien.
— Sí, solo he tenido un encuentro incómodo y me quiero ir a casa —levanté la mirada y fruncí el ceño—. Pero, no sé dónde estoy.
Nanami soltó un suspiro y asintió. Miró un poco los alrededores y volvió a mirarme a los ojos.
— Sí quieres puedes pasar la noche en mi casa —comentó mirando hacia otro lado—. Si es que no te molesta.
Lo pensé por unos segundo pero accedí, tampoco iba a pasar nada fuera de lo común. Además, no sé donde estoy por lo que tendría que llevarme a casa y solo serían más problemas.
— Por mi no hay problema.
— De acuerdo —murmuró.
El camino era silencioso, ninguno se atrevía a hablar. Al llegar a su casa nos sentamos en un sofá, Nanami me miraba con duda, como si quisiera preguntarme algo. Por lo que decidí adelantarme.
— ¿Quieres decirme algo? —le pregunté.
— ¿Puedo saber que ha pasado?
— Mi jefe me mandó a una cena de negocios —empecé a contar mientras jugaba con mis manos nerviosa—. El hombre con el que había quedado no hacía más que mirarme el escote y decir cosas que no vienen a cuento. Por lo que me enfadé y le pregunté el porqué de su actitud. Resulta que quería acostarse conmigo para asociarse con la empresa. ¿Te lo puedes creer? Ahora entiendo porqué mi jefe me había dicho que usase vestido...
— Es un idiota —me dijo sin tapujos.
— Sí, lo es —asentí dándole la razón.
— Yo creo que lo mejor sería dejar la empresa, si tu jefe te ve como un objeto es mejor dejarlo.
Mordí mi labio inferior con nerviosismo. Si dejo la empresa no podría pagar la universidad de mi hermano.
— No puedo dejarlo.
— ¿Acaso estás mal de dinero? —preguntó.
— No, pero mi hermano tiene que entrar en la universidad —suspiré—. Las de dibujo son demasiado caras y quiero que estudie lo que le gusta.
— Comprendo —murmuró—. Si quieres puedo intentar conseguirte un hueco en la mía, siempre y cuando aceptes salir de vez en cuando conmigo.
