Capítulo 17

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La hija pródiga regresa a casa

Candy a pesar de su boda no se sentía cómoda con las personas del lugar, nada sería como antes. Así que Albert y Terry estuvieron con ella, pero sintió la necesidad de estar a solas un momento, ya no sabía cómo expresarse y cómo se sentía.

Se alejó en un descuido del rubio y el castaño, y al llegar al lago se quedó ahí pérdida en su mente y en cómo sería su vida de ahora en adelante, ¿Que le esperaba? ¿Y a los habitantes de Lakewood? Era la constante en su cabeza.

—Sabía que te encontraría aquí —fue la voz de Eliza a sus espaldas—. Teníamos un trato y lo rompiste, y ahora Anthony no está —le reclamó con dolor Eliza.

—Lo sé, fue su decisión. Yo jamás quise que se fuera, pero ya era su hora —la rubia se puso en pie y en guardia ante una molesta Eliza.

—Siempre igual, en cuanto Terry llegó a Lakewood hiciste a un lado a Anthony. Tú jamás mereciste su amor, ni su sacrificio por ti, lo usaste como lo haces con todos— la mirada de Eliza era una mezcla de fuego y pena. —Ahora quieres ser buena cuando nos trajiste hasta aquí para torturarnos, para tu deleite. Ahora te dejas manejar como si fueras una pequeña niña buena. Ja, ja, ja— Eliza soltó una carcajada de burla —Candy, siempre engañando a todos, pero a mí no, yo te conozco, desde que llegaste a mi casa con tu cara de niña dulce y necesitada de cariño y cuidados —Eliza apretaba sus puños con ira— Pero yo sabía que solo querías llegar a robar la vida y paz de todos. Por eso te quite del camino, yo creé el plan, después de que despreciaste a mi hermano me llené de cólera, más al saber que tú disfrutarías la fortuna del tío abuelo, solo lo hubiera permitido si hubieras aceptado a Neil como tu esposo. Pero te negaste y lo humillaste frente a todos. ¿Pensaste que dejaría las cosas así?— Los ojos de Eliza se volvieron negros como dos abismos oscuros y sin vida.

Candy palideció ante Eliza, sintió un atisbó de temor como cuando eran solo dos jovencitas, en la casa Leagan.

—¿Sabes por qué te perdoné que me trajeras hasta aquí?— preguntó a la rubia acercándose más— ¿Sabes por qué al despertar acepté mi destino, así no fuera el mejor?— Eliza ardía de furia —Fue por Anthony, cuando volví a ver sus ojos celestes supe que todo valió la pena. El estar aquí con él, era como estar en un sueño, una fantasía— de los negros abismos de Eliza comenzaron a rodar lágrimas sin está evitar contenerse—. Valía la pena cualquier dolor con tal de verlo de nuevo, de ver su dulce sonrisa cálida— las lágrimas se incrementaron en Eliza— Anthony cuidó de mí todo este tiempo, jamás me descuido, así fuera una planta carnívora, así quisiera acabar con todo. Siempre pensó en darme vida, en cuidar de mí. Por alguna razón que no entendió en esos momentos Candy sintió algo de pena por la pelirroja.

—¿Quién cuidará de mí ahora? Ahora él está en un lugar inalcanzable para mí —Eliza se limpió las lágrimas con angustia—. No sé porqué creí en ti al pensar que en verdad harías pagar a Terry y que tu odio era más fuerte que tu amor por él. De nuevo nos has sacrificado a Anthony y a mi— las palabras venenosas de Eliza le llegaron a Candy hasta lo más profundo de su ser—. Pensé que defendíamos nuestro hogar— el rostro de Eliza era una mueca de dolor— él era lo único que me quedaba en este paso a lo desconocido —Eliza secó sus lágrimas con furia— ¿Pero te digo algo? Prefiero el infierno a perdonarte por atravesarte en mi camino y ahora dejarme sin nada nuevamente —Candy se quedó muda frente a los reclamos de la pelirroja, ya no sentía la furia que la alimentó por tanto tiempo. —No te quedes ahí, vamos golpéame, castígame, ¿no era esa tú diversión favorita? —Eliza estaba mal— Hoy te odió más que nunca y te haré la vida imposible, ya que tú arruinaste la mía. No me arrepiento nunca de lo que te hicimos ya que eso me llevó a él, a Anthony. Y ahora cómo el peor de los castigos me dejas sola de nuevo, sin amor, sin vida.

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