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Nadie mejor que él sabe lo que tú realmente anhelas y si así fuera, no eran lo que buscabas.
Lo sabías y por ello cada que tenías la oportunidad ibas de vuelta a él hasta entonces, cuando por fin le dieron un título a su relación y establaron algo más íntimo, allí tuviste la oportunidad de conocerlo más y, también comenzaron los problemas.
Pero, por más que usted y él estén juntos, Gun no quería mostrarlo a luz. A ti no te agradó esa idea, ser un tipo de secreto, también generaba emoción tanto como aflicción.
Pero no había otra manera, no.
—¿Estás molesta? —Inquirió, cuando tuvo la oportunidad de acercarse y eludir a los invitados de Crystal.
Como buena amiga que eras, estabas presente y, Gun como su guardaespaldas debía hacer acto de presencia en caso de algún altercado.
—No —Sí, estabas más que molesta, contigo misma y con cualquiera que se acercara.
Gun asintió, sabiendo que mentías, pero no habló más de lo que debía.
Pensaste que insistiría al menos para saber el por qué, pero como costumbre, Gun no lo hizo.
Lo viste irse, sus hombros tan hanchos como costumbre y su espalda erguida, su cabello pulcro y ordenado junto a sus gafas que ocultaban sus ojos onix.
Algo en ti te gritaba salir de allí, te agotaba ser tú la que buscara escasos tipos de afectos de su parte, la que esté para el otro y solo así poder mantener ese afecto vivo entre ustedes.
En resumen, no veías ningún esfuerzo de su parte.
Estabas ciega, ciega de amor y por ello aún seguías para mantener algo que ya estaba extinto, al menos así era a tus ojos.
Gun fingía no saberlo y seguía como si nada, te rompía inconscientemente, era lento y doloroso. Luchabas para juntar cada parte de tu ya destruido corazón solo para tener falsas y nulas esperanzas.
Al inicio era emocionante tener la relación en secreto, habías podido soportar sus constantes rechazos y cada que ignoraba tu presencia, luego de apoco fue siendo más continúo.
—¿Qué ves?, Ah... ¿Sigues esperándolo?
La cantarina y sonora voz del rubio te sacó de tus tristes pensamientos, frunciste el ceño y lo observaste molesta, ya desde antes.
—¿No estabas cuidando al señor Choi?
—El viejo no me necesita tanto como tú ahora, veamos... —Goo analizó tu rostro y luego a los invitados—. ¿Quieres salir de aquí?
La oferta te hizo moverte dubitativa, pero era mejor que ver a Gun lejos, dándote la espalda como siempre.
—¿Qué tienes en mente?
Apreciaste la sonrisa reluciente en sus labios, sus dientes blancos y parejos a tu vista, sabías que planeaba algo no muy bueno, pero, te arriesgaste bastante ya.
—Solo sígueme —Goo masculló, haciendo una seña con su mano izquierda.
—Bien, siento que este lugar me mata —Trataste de bromear.
—Soy muy joven para que te mueras aún —Dramatizó el rubio, pasando ocasionalmente su brazo por tus hombros antes de tirar de ti hacia la salida.
No lo alejaste como él había creído que lo harías, solo permitiste la cercanía y dejaste que te guiara a donde quiera que te llevara.
Aún si sentías esos reconocibles pares de ojos en tu nuca queriéndote hacer un agujero.
Gun lo supo, ese día no lo esperarías, pero no movió ni un músculo para llegar a ti.
Tenía trabajo que hacer.
El lugar en donde Crystal había decidido hacer el encuentro era lejos de la ciudad, era de noche y, las estrellas te recibieron cuando saliste en conjunto a Goo de allí.
No lo entendías.
Siempre le gustaba burlarse de tu relación con Gun e inclusive diciéndote que termines algo que ya no existe, prácticamente.
—¿Y qué querías hacer? —Goo no respondió a tu inquietud, solo se limitó a guiar tu cuerpo más lejos de el salón de fiestas.
Necesitabas preguntarle a donde iban, tu curiosidad era demasiada y Goo parecía determinado a mostrarte algo.
Si tú supieras lo que él...
Si supieras lo que él sentía, no era muy distinto a lo tuyo.
Goo era bueno ocultando sus sentimientos detrás de aquella fachada humorística y tú, enamorada de aquel hombre recto y sin ápice de arrepentimiento.
Pero, uno nunca sabe lo que tiene hasta que lo pierde.
Estarías mejor con él, la atención que necesitas, el cariño y añadiendo que no te faltaría nada.
Goo en otra situación te lo diría sin mucho preámbulos.
"Estarías mejor conmigo que con ese arrogante y pervertido de Gun".
Pero no lo hace porque sabe de tu rechazo, sabe que lo harías.
Caminaron en silencio y era por mucho bastante tranquilizante.
Estar al aire libre te había mantenido sosegada, mejor de lo que pensabas.
—¿Qué...? —Tus palabras se las llevó el viento, parpadeaste lentamente mirando la cuidad de Seúl y más desde allí, era alto y la vista te dejó en silencio.
Estaba todo iluminado, era increíble y tus ojos centellaron al verlo.
Aunque el empujón por parte de el rubio peliteñido te provocó un grito ahogado, no caíste porque te sostuvo contra él y lograste oírlo reír.
—¡Eso no es divertido! —Refutaste, golpeando su pecho repetidamente sin fuerza.
—Claro que lo es —Seguido de eso imitó tu gritito solo que más exagerado.
—Yo no grito así —No estabas consiente de que ahora literalmente se abrazaban.
Era como una película cliché con trama, una que prácticamente era tu vida.
—Sí lo haces.
—No.
—Sí.
—No.
—No.
—Sí.
Frunciste el ceño por tu equivocación y finalmente te permitiste soltar una baja e corta risa.
La curva de tus suaves labios rosados estuvieron cerca de su visión.
Al menos ya no estabas tan molesta o triste.
Estabas refugiada en tu propio mundo, girando alrededor de alguien que no te consolaba. Por parte de Goo, quien era consiente de lo que sentía y nunca le había dado amor verdadero a otra persona, pedía a gritos que alguien lo valorara, sin intereses ocultos. Te añoraba a ti, además de los billetes, claro y está.
