oteluma

562 52 15
                                    

cuando despertó, su hermano dormía profundamente mientras abrazaba su osito de felpa.

juan recordó vagamente él día en que drako perdió ese oso en medio de los pastizales que rodeaban la granja en que vivían, y la imagen de su hermano llorando desconsoladamente terminó por regresar nítidamente a su cabeza. ese día, juan buscaba el juguete hasta que el sol desapareció, y no fue sino hasta que los gallos cantaron en la mañana que logró encontrar al oso en medio del pasto.

entonces, en medio de la noche, juan sintió las ganas de mandar a volar los planes que tenía en mente, pues sabía que después de todo, no habría algo que le permitiera dar marcha atrás.

se deslizó por su cama, se abrigó de la noche y sacó la maleta que tenia preparada bajo la cama. sus padres se iban a poner hechos una furia cuando notaran su ausencia, pero se tranquilizó al pensar que ya no estaría en la mañana para escuchar los sermones.

su familia no lo podría encontrar mañana, ni la otra semana ni el mes que viene. juan se marchaba para encontrarse a si mismo, si es que había algo que encontrar.

-voy a enfadarme si no te despides.

antes de salir por la puerta, juan se giró para encarar a su hermano menor.

él lo miraba como si lo supiera todo, pero en realidad, el nunca le contaba nada.

-que te estabas haciendo el dormido de nuevo- susurró el muchacho.

-estamos conectados, el sueño se me ha escapado justamente hoy- dijo el menor en el mismo tono silencioso que su hermano -y ahora entiendo porque.

-¿desde cuando lo sabías?

-hace días pasé la escoba por debajo de tu cama y encontré la maleta hecha.

juan se acercó a él con sigilo para no despertar a sus padres. se arrodilló frente a drako, y mirándolo a los ojos se atrevió a tomar sus manos entre las suyas.

-ahora no podre irme tranquilo hasta que sepas mis razones.

el pequeño negó con la cabeza, removiendo el osito de felpa que tenía en el pecho.

-no quieres hacerte cargo de la granja, las gallinas te dan miedo- murmuró completamente convencido.

no supo encontrar la forma de debatir aquello.

-pues estas en lo cierto- afirmó juan -temo que puedan picotearme los ojos mientras las alimento.

drako reprimió la risa que quiso escaparse de sus labios, lo que menos quería era arruinar los planes de su hermano.

él era muy joven aún, pero sabia de sobra que la idea de hacerse cargo de la granja familiar no era algo emocionante para juan. drako lo notaba cuando su padre tocaba el tema y su hermano solo agachaba la cabeza y no decía palabra alguna hasta mucho después.

no era tonto, y además amaba ver a su hermano sonreír. así que si la razón de su alegría se encontraba lejos de el, entonces lo dejaría ir.

-llévate a nini- le dijo entonces. luego le entrego el peluche que seguía frente a el -ya me ha cuidado demasiado a mi.

-no puedo decir que no, ¿verdad?- inquirió mientras tomaba el juguete. su hermano se alzó de hombros mientras le echaba una ultima mirada a su bien más preciado.

al final, la despedida llegó. y juan sintió que debía salir corriendo de la habitación antes de que su mente vacilara y lo obligara a quedarse. lo hizo entonces, y sus piernas no volvieron a ir despacio hasta que se vió pasando la entrada principal de la granja.

caminaría sin descanso. incluso si terminaba cayendo y con el cuerpo adolorido, seguiría el camino para formar su propio destino en el mundo.

pero el camino por el que su alma estaba viajando se encontraba oscuro, frígido y desolado. entonces recordó que siempre se había sentido solo.

juan y los tres mosqueteros ★ spruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora