ertsased

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el sol apenas se asomaba por los cielos cuando logró llegar a la ciudad capital.

sus pies estaban resentidos y agobiados, así que como muestra de rendimiento se lanzó a la primer banqueta que se encontró por el camino.

los comerciantes ya estaban abriendo sus locales, y los habitantes comenzaban a aparecer para darle inicio a su día. juan imaginaba la gran ciudad como un sitio agitado y agobiante.

juan pensó que era momento de empezar su búsqueda, pero no tuvo idea de por donde comenzar.

tal vez podía buscar el establecimiento del viejo oday, quien a lo largo de los años se había adueñado de cierto prestigio en la capital por sus pinturas. pero juan no sabia donde encontrarlo, y decidió no buscarlo por el momento tras recordar el fatídico día donde arruino el trabajo del hombre cuando fue a la granja para hacer un retrato de la familia.

tiró una pintura al césped, estropeo los costosos pinceles del artista y dejó caer el retrato al suelo cuando se le pidió ayuda para meterlo a la casa.

oday le perdonó cada error, pero juan aún sentía vergüenza de lo ocurrido. ese día supo que jamás seria aprendiz del talentoso hombre, pues la razón estaba en que el arte era como un libro y él, sentía que estaba completamente ciego.

se levantó cuando el dolor de sus piernas disminuyo lo suficiente para permitirle andar un poco más. juan no sabía que dirección tomar, y tampoco tuvo que obligarse a pensar algo cuando sus ojos se desviaron hacia la multitud de personas que se aglomeraba en la calle. juan se acercó curioso, dejando al aire una sonrisa suave cuando notó la razón de aquel tumulto.

-¡prepárate para morder el suelo, carrera!

-hablas demasiado, pero demuestras tan poco...- contraataco el chico llamado carrera. juan se quedó mirando esas greñas rubias tan comunes de la vida capitalina, algo completamente extraño para el lugar de donde venía.

juan no sabía que mirar. sus ojos querían captar cada detalle de los uniformes de mosqueteros que portaban ambos muchachos, pero al mismo tiempo deseaba acercarse más para ver las brillantes espadas que sostenían en lo alto.

el combate amistoso dió inicio, y el asombro del publico no se hizo esperar. carrera manipulaba la espada con precisión, mientras que su contrincante castaño utilizaba movimientos mas rudos y fuertes.

al final, la agresividad del castaño
fue la ganadora del encuentro. y carrera solo pudo recoger su espada del asfalto antes de suspirar derrotado.

-no vayas a llorar- dijo el otro chico con un lamento mal fingido.

-felicitaciones, reborn. has conseguido una victoria después de siete duelos contra carrera- dijo un muchacho más joven que los demás mosqueteros -no vayas tan deprisa, hombre.

el público se echo a reír, pero a reborn no le causó ninguna gracia.

se giró hacia el público e inspeccionó cada uno de los rostros que quedaban frente a él. el corazón de juan tembló cuando esos macabros ojos decidieron quedarse sobre él y lo analizaron desde la punta de los pies hasta la coronilla.

-tú- llamó reborn mientras lo señala sin descaro con la espada
-te reto a un duelo.

juan no supo que hacer cuando la gente se hizo a un lado, dándole paso directo para llegar al lado del mosquetero.

-¿qué piensas demostrar? está tan delgado que terminarás quebrándolo.

-zorman tiene razón. siempre te vas por el más débil- soltó el rubio sin la intención de ofender -busca a alguien de tu talla, y deja de presumir.

cuando carrera terminó de hablar, sintió como era despojado de su espada en cuestión de segundos. quedó aturdido cuando notó que juan se posicionaba frente a él para quedar cara a cara con reborn, y no hizo más que sacar una sonrisa satisfecha y alejarse un poco de la escena.

juan no quiso seguir escuchando lo que hablaban sobre él como si estuviera sordo. tomó esa espada de manera impulsiva, y ahora que la tenia entre las manos y todos los ojos estaban sobre el, supo que no había forma de escapar. nunca la habría.

-tienes agallas, ahora muéstrame lo que puedes hacer.

juan trató de improvisar con los nervios absorbiéndole el cuerpo. empuñó la espada con fuerza e intento imitar la posición que carrera había hecho al comenzar. respiró hondo, y se hizo a la idea de que perdería con honor.

ese era él, persistente sin remedio pero pesimista hasta los huesos.

el duelo comenzó, y ahora eran los demás mosqueteros quienes soltaban exclamaciones de sorpresa por lo que veían.

juan seguía el ritmo de reborn, y todos notaron cuando este casi dejó caer la espada al pavimento. juan se sorprendió de si mismo pues no tenía ideas claras de lo que estaba haciendo. pero tampoco se sorprendió cuando reborn mandó a volar su espada por los cielos en un movimiento rápido, y casi desesperado.

la multitud se notó decepcionada, y los mosqueteros que parecían estar en contra de reborn lanzaron una maldición al aire.

-la suerte no te duró demasiado- dijo el mayor con orgullo.

-quiero intentarlo de nuevo- pidió juan, seguro de que podría dar más de sí en caso de que hubiese una segunda oportunidad.

los mosqueteros, incluyendo a zorman y carrera, vociferaron a favor de juan y se prepararon para ver la revancha entre ambos. sin embargo, reborn levantó la mano para que cerraran la boca de inmediato.

-la hora de jugar ha terminado, campesino- soltó reborn -deja que los verdaderos mosqueteros regresen al trabajo. tu tienes que irte para alimentar a las vacas.

la multitud volvió a reír, y juan creyó que reborn podía estar en lo cierto.

se dió la vuelta y apretó los dientes con ira. el gentío le dió paso mientras seguía burlándose de él, pero juan no se preocupó por mirar hacia atrás y esperar a que terminaran de reírse.

nunca lo supo, pero carrera intentó seguirle el paso hasta que su figura desapareció entre las calles de la capital. el mosquetero no supo porqué, pero regresó al trabajo con el pensamiento de que volvería a ver a aquel granjero de nuevo.

más adelante, cuando se encontraba lo suficientemente apartado de los mosqueteros y los habitantes aglomerados, juan se permitió bajar la velocidad de sus pasos y respirar hondo para eliminar su frustración.

pero su aliento se perdió en el camino, pues su cuerpo fue tirado hacia las sombras de un callejón y solo le quedó esperar por lo peor.

juan era un muchacho valiente y persistente, pero jamás aprendió la forma correcta de gritar por ayuda.

juan y los tres mosqueteros ★ spruanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora