Prólogo

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Hospital de París
Piso 7, habitación 13

El monitor cardíaco emitía ese chillante y constante sonido, indicando que todo estaba en orden. Que aún había vida.

Ese sonido que ya comenzaba a irritarlo, le albergaba un poco de esperanza.

Es que todo tenía que estar bien.

Porque no sabía qué hacer si no.

Le había dado vueltas al asunto.
¿Y si nunca despertaba?

¿Y si perdía sus memorias?

¿Qué tal si despertaba con sus últimos recuerdos intactos? ¿Lo iba a odiar por no haber llegado a tiempo? ¿Se arrepentiría de lo que hizo?

Tenía muchas preguntas y muy pocas respuestas. Y la verdad, es que no sabía cuál de tantas respuestas dolería menos.

Él sólo quería que ella estuviera bien.

Estaba dispuesto a dar lo que fuera.

Tomó su delicada mano. Recorrió esas pequeñas cicatrices; pequeñas suturas resultadas del trágico momento que marcó un antes y un después en la vida de cada ciudadano de París.

No pudo evitar besar sus helados Nudillos.

No pudo evitar sentirse culpable.

Él estuvo ahí. Él pudo haber evitado esa catástrofe.

Ellos debieron protegerla.

¿Es que no eran ellos quienes juraban amarla?

¿Por qué, si era así, ella estaba en esa camilla luchando por su vida?

No importaba cuántas veces le pidiera perdón. No importaba qué tantas lágrimas derramara. Sabía que, si el destino lo quería, le arrebataba a su verdadero amor.

Y él nada podía hacer.

Por los errores de ambos, Ella tenía posibilidades de morir y de vivir eternamente en las memorias de todos aquellos que la amaban.

Y si eso pasaba, él jamás se lo perdonaría

Ella no merecía ofrendar su vida por sus errores

Si pudiera regresar el tiempo..., él estaría en su lugar.

Si pudiera cambiar su presente, si hubiera tenido tan sólo un segundo más en ese día..., la radiante sonrisa de esa chica seguiría presente en su vida y no sólo en sus recuerdos.

Pegó sus labios a su frente y aguardó.

Esperando que ella despertara. Deseando oír su voz una vez más.

Anhelando oírla reír.

Pero cuando nada pasó, supo que debía esperar más. Esperar, porque Luka sabía que ella sí iba a despertar.

—Sé que puedes hacerlo,Marinette, aún puedes seguir luchando.

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Reste pour elle  |Miraculous|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora