●|Reste pour elle|●
●|Miraculous Ladybug|●
●|Lukanette| ● |Adrinette|●
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Desde la catastrófica derrota a Shadow Moth, una bella joven lucha por su vida en la habitación 13 del piso 7 del hospital de París.
Y mientras París celebra q...
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La torre de Eiffel deslumbra bajo los rayos del ocaso. Los pichones revolotean por ahí, el viento sopla revolviendo mi cabello.
Dentro de mí hay una sensación de paz; como si mi corazón estuviera feliz.
El sonido de un yoyo interrumpe mis pensamientos y pronto, Mi Lady aparece a mi lado.
Está hermosa.
Sus ojos adiamantados brillan con los últimos rayos de sol, sus labios rojos están curvados hacia arriba, una lágrima resbala de mi ojo izquierdo.
—Mi Lady... —mi voz suena cortada. Las ganas me ganan y pronto estoy abrazándola muy fuerte, como si quisiera enterrarla en mi pecho, como si fuera el último abrazo que pudiera darle—. Te extrañé tanto... —no pude retener más las lágrimas.
Enterré mi rostro en su cuello, inhalando su aroma a moras y fresas.
—Yo también te extrañé, Gatito...
Un sollozo lastima mi garganta, de nuevo me siento en paz.
Ella está aquí conmigo. Puedo verla una vez más
—Ya no te vayas. Prométeme que jamás te volverás a ir.
—Siempre voy a estar contigo, Chat Noir...
—Y... y cuando despierte, ¿también vas a estar ahí? —acarició mi mejilla.
Ella negó con la cabeza, llorando. Y eso quebró mi corazón.
No me separé de ella. No la solté.
Sus brazos me servían de refugio. Sentir su corazón latir me traía esa paz que no podía tener cuando estaba despierto.
—Ladybug, te extraño tanto. Perdóname... perdóname por favor.
No podía dejar de llorar.
—No fue tu culpa, Chat Noir...
—¡Sí lo fue! ¡Debía protegerte! Debo ser yo quien esté en tu lugar...
—Mírame... —me separé un poco de ella, luego me di cuenta de que ya no era mi Lady, ahora era Marinette, mi princesa—. No puedes seguir culpándote. Debes afrontar el presente y seguir viviendo...
—No quiero. No si tú no estás conmigo...
Se acercó y me dejó un tierno beso en mi frente—. No lo entiendes ahora, pero yo siempre estaré contigo... mi dulce y tierno gatito...
—Mañana..., ¿mañana te volveré a soñar?
Marinette me sonrió y asintió con la cabeza, sus preciosos ojos asiáticos me exploraban el rostro.