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- Jóven Príncipe.- la mucama tocó un par veces la puerta de la habitación.

- Adelante, Carola.- la castaña abrió la habitación, entrando y empujando el carrito que llevaba el desayuno y algunos detalles que el pueblo y acciones sociales se encargaban de enviarle.

- Buenos días, Príncipe.- saludó con una sonrisa, deteniéndose para hacer una leve reverencia con la cabeza.

- Basta de formalidades, Caro.- regañó.
-Sabes que puedes llamarme Checo.- le recordó. Levantándose de la cama, aún en su pijama de seda.

La beta hazlo su mirada, sonriendo con pena.

-Lo siento, así es el protocolo, y no quiero que las demás chicas se pongan de envidiosas.- sonrió, acercadosé a la mesa.

Tomo los platillos del día de hoy, dejándolos en la mesa, dejando el vaso con jugo de naranja natural y el típico café mañanero que el príncipe tomaba de costumbre.
Sergio tomo asiento, peinando levemente su rebelde cabellera. Hacía algunos meses desde que decidió dejar de cortarse el pelo, quería tener sus rulos de nuevo.
Una vez sentado, tomo la taza de café, bebiendo el líquido caliente, ronroneando de puro gusto ante el sabor de la bebida.

-Toma asiento, Caro.- pidió, invitando a la chica a sentarse frente a el.
Ambos estaban frente al ventanal de la gran habitación del pecoso, casi en el balcón que tenía.
La beta tomo asiento, cruzando sus piernas y a la par, tomando un par de cajas repletas de cartas y algunos floreros, que eran cortesía de algunos pretendientes del Omega.

-¿Qué tenemos el día de hoy?- cortó un pedazo del waffle, virtiendo un poco de miel, llevándolo a su boca, comiendo gustosamente el alimento.

-Cartas. La gente se ha enterado de la noticia de su padre.- respondió, dejando sobre la mesa las cajas que contenían las cartas y correos, además de algunas noticias adelantadas que recibía para estar conciente mucho antes de lo que sucedía, informandose mucho antes que el mundo exterior.

-Me sorprende que mi padre me eligió a mi, para asistir como su acompañante a la fiesta de los Verstappen. - mencionó.
El día anterior por la cena, su padre le menciono que el sería su acompañante en la ceremonia del cumpleaños número veinticinco del principe heredero.

-Tal vez es tu turno. La anterior ceremonia, que fue el Duque Hamilton, su hermana la princesa Paola, fue quien lo acompañó.-le recordó.

Checo simplemente asintió.
-Tienes razón.- la miro con una sonrisa.
Dió una rápida mirada al carrito de la chica, notando como en la parte superior había un carta con un lazo rojo y un cello que se la hacía familiar.

-¿Carola, que es eso?- señaló el papel, curioso por aquello.

-¡Oh, es cierto!- tomó el papel.
-Por la mañana, Patricio el chico encargado de las cartas y correos, me dió esto.
Dijo que viene desde el reino de Moscú, del palacio Verstappen.- informó.

El Omega alzó su mirada, sorprendido y curioso.
Desvió su mirada, dejando los cubiertos encima del plato, que ahora estaba casi vacío. Dejo sus manos sobre su regazo, pensando en aquella carta.
¿Los Verstappen le enviaron algún recado?,
¿Por qué a él y no a su padre?
Era extraño recibir un mensaje directo por parte de algún palacio, casi siempre era a su padre quien recibía algún recado, mensaje o información perteneciente a los reinos, reyes y reinas del país.

- Léela.- ordenó, sin dejar de ver la vista que tenía. El cielo estaba azul, con algunas nubes, el sol estaba cálido pero no lo suficiente para causar calor, el fresco estaba presente, por lo que sentía la brisa traspasar su pijama de seda, causando en él un leve espasmo.

𝐓𝐡𝐞 𝐤𝐢𝐧𝐠 -  𝙲𝚑𝚎𝚜𝚝𝚊𝚙𝚙𝚎𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora