𝐓𝐡𝐞 𝐤𝐢𝐧𝐠 - 𝙲𝚑𝚎𝚜𝚝𝚊𝚙𝚙𝚎𝚗

04

Un jet privado aterrizaba por la mañana de día jueves, como la carta lo prometió. El cielo pintado de colores azules comenzaba a mezclarse con los anaranjados y amarillos claros que daban entrada a una nueva mañana.

El fresco traspasaba su vestimenta, ahora deseaba subirse con más prisa y desesperación al jet. Era cierto que vivía en uno de los países del mundo en donde la temperatura llegaba a ser extremadamente baja y el frío no se hacía esperar. Pero Sergio, no era el más fascinado con salir de su cómoda cama al exterior cuando la mañana daba inicio, pero este día sería la excepción.

Después de despedirse de su pequeña familia, subió a uno de sus tantos vehículos acompañado de dos guardaespaldas, un chófer y Carola, conversaban levemente, se había logrado despedir de Carlos, pero del monegasco no. Le inquietaba que el castaño se sintiera desplazado.

-No te preocupes más por eso, Príncipe.-la voz calmada y compasible de la beta, lo saco de su nube de preocupaciones.

Ya estaban en el aeropuerto en el que serían recogidos y llevados a Moscú.
Desvió su mirada, centrándose en la castaña que le dedicaba una sonrisa tranquila, intentando apaciguar al Omega.

-Es solo que, no quiero que se sienta.- sinceró.- El siempre se despide de mi cuando va de viaje, siento que debo hacer lo mismo..

-Entiendo su punto, Señor. Pero ya estamos aquí, el jat este siendo preparado, en algunas horas estará en casa del Príncipe Verstappen, olvide un rato a esos pretendientes y viva su vida. Es joven, mi Señor, y estoy segura de que el Príncipe Leclerc lo entenderá.- la chica dejo su mano encima de la suya, sonriéndole y dejando un suave apretón en ella, en nuestra de apoyo y comprensión.

-Tienes razón, Caro.--accedió, devolviendo la sonrisa.

-Lamento interrumpir, Principe Pérez.--la voz distintiva del australiano se hizo presente, llamando la atención de la beta y del pecoso.

-Daniel, ya les he dicho que basta de formalidades.- dijo con amabilidad y algún rastro de fastidio.- Pueden llamarme Checo, Sergio, o Michel, todo menos príncipe. Es cansado ser llamado así todos el tiempo.- suspiró rendido.

Una suave risa salió del Alfa de sonrisa encantadora, Sergio lo había clasificado como uno de sus allegados, el australiano lo había cuidado desde que tenía 15 años. Era obvio que le tenía un gran afecto por muy encima de que sea solo un guardaespalda.

Checo sonrió, contagiado por la aura tan agradable que el Alfa era capaz de soltar cuando estaba en confianza.
Los cuatro dentro aquel auto eran por así decir, amigos. Sergio les había dicho mil y un veces que dejarán las formalidades cuando estén fuera del palacio, o de las cientos de protocolos y personajes importantes del reinato. Ahora solo eran unos simples jovenes de veintitantos años conversando como gente normal lo haría.

-Lo lamento, Mich. Es la costumbre.- río, sin dejar ir su característica sonrisa.
-Pero Carola tiene razón, el principe Leclerc lo entenderá, lo siento estuve escuchando su conversación y no pude evitar comentar.- sonrió, ahora avergonzado.

--Eres un chismoso, Daniel.- sisañeó el beta. Oscar, un joven casi de su edad, llevaba más de un año dándole su servicio a el, y algunas veces a su familia. Era un chico reservado, pero que se dejaba llevar una vez este con personas de sus sintonía. Cómo ellos.

-¡Oye!- se llevó una de sus manos a su pecho, ofendido y a su vez, divertido.

-¿Viste lo que me dijo, Mich?,¡Dile algo!- exclamó el australiano mayor, acusando al beta. Siendo completamente infantil.

-¡Ay si, ni que tú fueras un santo!- acusó, mirando a Sergio, esperando una respuesta ante la "acusación' del Alfa a su lado.

-Oscar deja de molestar a Dani. Dani deja de acusar al niño, el que se lleva se aguanta, Ricciardo.- regañó, como solía hacer cada que el dúo de Australianos se peleaban de la manera más infantil que Sergio a podido ver.
Daniel hizo una mueca derrotado, y Óscar solo le sacó la lengua.