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Tres toques en su puerta de escucharon.
—Max.— la voz femenina de la brasileña sonó al otro lado de la puerta.

El alfa termino de abrocharse los botones de la playera blanca.
—Adelante.— concedió. Dándose la vuelta para mirar con atención a la chica.
Kelly entró a la habitación, llevaba consigo una carpeta con los típicos papeles rutinarios de cada día, repletos de compromisos, invitaciones y algunos avisos que recibía para estar al tanto de la organización de su ceremonia.

—Buenos tardes.—Saludó, inclinando solamente su cabeza por breves segundos.
—Tengo la respuesta del Príncipe Pérez.—alzó la carta, acercadosé rápidamente al rubio. Max simplemente asintió, tomando asiento poco después en aquel sillón de piel que había en su habitación.

—Quiero que la leas.—

—De acuerdo.— abrió la carta, dejando a un lado el sobre. Aclaró un poco su garganta, tomando algo de aire para comenzar a redactar.

Príncipe Verstappen:

«Querido Emilian, he recibido su carta. Me tomó por sorpresa aquello. He leído y he estado al tanto de la situación de su ceremonia, y como anteriormente mencionó, asistiré como invitado a su fiesta.
Hace muchos años que no visito el hermoso Moscú. He leído su invitación, le agradezco por su amabilidad, estaría más que encantado. En cuánto a quién será mi acompañante, una vieja amiga será quien me acompañe, a decir verdad estoy emocionado por conocerlo.
Es el único soberano que no he tenido el placer de conocer, así que, estoy más que encantado en aceptar su invitación.
Nuevamente le agradezco por la invitación, ansió pasar un buen momento con usted, espero ser una buena compañía.
Mi padre concedió el permiso, pero me pidió que le escribiera sobre ello en esta misma carta.
Lamento si está respuesta es muy corta, nunca se me ha dado bien el hablar por medio de cartas, para mí, es mejor conversar en persona.
Sin más que decir, Gracias.»

—Sergio.

—Me sorprende que allá aceptado tan rápido.— dijo Kelly cuando terminó de leer la carta.

La brasileña dirigió su vista al rubio, que hasta el momento se hallaba callado.
El neerlandés estaba parado, aparentemente terminando de arreglar su vestimenta.

—¿Max?— llamó al percatarse de que el rubio estaba haciendo acciones repetitivas.

—Uh, lo siento, ¿Qué decías?— pareció salir de su trance, está vez mirando a la chica.

—Nada, solo estabas perdido, ¿escuchaste la carta?— se acercó, hasta sentarse en uno de los sillones de aquella habitación, sin despegar su vista del alfa.

—Por supuesto.—

—Bien, entonces le diré a Fernando que prepare el avión.— se levantó tan rápido como se sentó.

—Deberias sacar ropa más flexible, no lo digo de mala forma.— mencionó la chica, que lo escaneaba con su mirada.

—¿Hay algo de malo con mi traje?—

—Desde luego que no.— suspiró.— Solo encárgate de usar algo más apropiado y cómodo para estar con Michel.— añadió.
—Al príncipe pecoso le gusta cabalgar por las tardes, y de vez en cuando sale a dar paseos. Michel no suele usar ropa tan formal.—le informó, extendiéndose algunas fotos del Omega.

Max tomo las imágenes y las examinó.
Era cierto, en la mayoría de ellas Sergio portaba ropa —que dentro lo que cabe— era normal y cómoda. En muy pocas se le veía con algún traje hecho a la medida o algún vestido.

𝐓𝐡𝐞 𝐤𝐢𝐧𝐠 -  𝙲𝚑𝚎𝚜𝚝𝚊𝚙𝚙𝚎𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora