Cap.4

0 0 0
                                    

Sara:

Con Mel habíamos venido a la feria por la tarde, porque ella al día siguiente debía ir a entrenar temprano, sí, finalmente me había bombardeado con mensajes y accedí a venir.
Habíamos pasado dos horas enteras recorriendo la feria, hablando con amigos de Mel que nos cruzábamos, yo como todo un florero, me quedaba callada y veía el puesto de helado con deseo, llegamos a subirnos a la montaña rusa al menos antes de que el padre la llamara diciendo que la estaba yendo a buscar. Diez minutos más tarde, el auto estacionó frente a nosotras.
¿Vienes o te quedas? - Me pregunta, yo vuelvo a mirar la feria, al puesto de helado y a los autos chocadores. Además, el show no empezaba hasta media noche.
Me quedo un rato más, luego voy a casa caminando, me queda cerca…- Le contesté. - Vos quedate tranquila, te aviso cuando llego a casa.

Ella me sonrió, de seguro ya sabía mis verdaderas intenciones. Nos despedimos y se fue.
Al ver desaparecer el auto, me di media vuelta y caminé hacia mi ansiado helado.
Charlie, el heladero, me recibió con una sonrisa fingida, le di mi pedido, lo preparó y me lo dio. Mi sonrisa sí era genuina al ver esa delicia traída a este mundo por los mismísimos dioses.
Me doy vuelta pretendiendo seguir mi camino y algo, o más bien alguien bloquea mi campo de visión haciéndome tropezar y caer hacia atrás, el cono quedó con la punta al cielo y todo el helado plasmado en la tierra.

Mierda…- Me volteo para matar con la mirada al que se me cruzó.

Iba a putearlo, pero en vez de eso… quedé mirándolo, estaba hipnotizada viendo aquellos ojos esmeraldas que reflejaban preocupación y ternura.

¡Ay, no! ¡Perdón! ¿Estás bien? - Se me arrodilló al lado, acercándose.

Le sonreí. Noto como su rostro se ilumina y me estremezco.
Fue entonces cuando le dije:

No te preocupes, ¡estoy bien! - Qué patética que soy, dios.

Me devolvió la sonrisa. Observó mi otro costado, donde se encontraba el brutal asesinato de mi magnífico helado y agregó:

Perdón por eso también, permíteme comprarte otro…– Se paró y me tendió la mano. - Por cierto, soy Ethan. - Dijo.

Acepto su mano y me levanto. Algo en él me llamaba la atención, estoy segura de que no era del pueblo, nunca lo había visto. Estaba vestido con una camisa celeste que entonaba sus hombros anchos y unos pantalones cargo beige que le quedaban de maravilla.

-Gracias… Por cierto, soy Sara. – Dije.

Fugaz y Prohibido Donde viven las historias. Descúbrelo ahora