＃𝘽𝒓𝒆𝒂𝒅𝒔 𝒂𝒏𝒅 𝙈𝒚𝒔𝒕𝒆𝒓𝒊𝒆𝒔 ❙ 𝘋𝘪𝘱𝘱𝘦𝘳 × 𝘔𝘢𝘭𝘦 𝘙𝘦𝘢𝘥𝘦𝘳

❙𝗧𝗵𝗿𝗲𝗲❙

Una mierda, una total mierda, eso es lo que éste día era. ¿Y cómo no?, si tenía que quedarse en la panadería toda la tarde. Además, el aire acondicionado no funcionaba, por lo que se estaba muriendo sofocado de calor.

Pero, ¿quién era el pobre desafortunado que debía quedarse sufriendo en ese lugar durante horas? La respuesta era obvia, muy obvia. El joven Becker era el niño de poca suerte al que le tocó tener un día duro en el trabajo de su madre.

Para hacer la historia un poco corta, madre de ____ se tuvo que ir a un lugar un poco lejos del pueblo para conseguir ingredientes que solo se encontraban en una tienda a unas horas de Gravity Falls. Podría haber ido a cualquier otra tienda, pero aquella era de confianza para la familia. Ellos fueron consiguiendo sus ingredientes en ese lugar durante años, por no decir desde que llegaron a Estados Unidos. Así que el más pequeño de la familia se tuvo que quedar a cuidar del local hasta que su mamá volviera o, seguramente, hasta que llegase la hora de cerrar. Su padre no podía encargarse de eso, ya tenía suficiente encargándose de su propia cafetería como para tener que ir a atender el negocio de su esposa.

—Por favor, que alguien arme un tiroteo y acabe con esta pesadilla—, el adolescente de ascendencia europea rogó a quien sea que lo pudiese oír, odiando tener que trabajar extra. En su mano izquierda tenía un papel doblado de forma que pareciera un abanico, usándolo para ventilarse a si mismo. Su otra mano tenía una paleta de helado de agua con sabor a naranja.

Pudo haberse negado y su adorada mamá cerraría el local sin problema. Pero, no, él no quería. Podría estar teniendo una insolación en poco tiempo, mas todo valdría la pena una vez el dinero extra pudiese llegar a sus manos el fin de semana.

—Falta poco, mi amor, falta poco—, ____ le hablaba a una revista que se encontraba recostada en el mostrador. La página de un mini ventilador a mano portátil dando a entender el porque de su esfuerzo y necesidad de paga de más.

La idea de poder tener a mano aquel pequeño objetivo que le brindaría frescura, el sueño de poder llevarlo a cualquier lado y tener que solamente recargarlo como si de un teléfono celular se tratara. Dios, ya podía sentir ese ventilador de poco tamaño rozando la yema de sus dedos. Solo una paga más, una más y ya tendría ese artefacto consigo para siempre, o, bueno, hasta que ya no funcione.