III

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Me senté en la mesa, rodeada por la bulliciosa charla de mis amigos. El zumbido de conversaciones entrecruzadas se mezclaba con el tintineo de los cubiertos, creando una sinfonía de fondo mientras cada uno de nosotros se sumía en su propio mundo.

Desde el extremo opuesto de la mesa, sentía la mirada penetrante de Timothée sobre mí, pero opté por ignorarlo esta vez.

—¿No piensas probar bocado? —pregunté, tomando un mordisco de mi tostada.

Damon adoptó una postura extraña, apoyando la cabeza sobre sus brazos cruzados sobre la mesa. Era inusual. En los seis años que llevaba conociendo a Damon Ackerman, jamás lo había visto sin apetito. Solíamos correr apenas el reloj marcaba la hora de la cena o del desayuno. Un sentimiento de preocupación se apoderó de mí; seguía sintiéndome responsable por lo que le había sucedido y seguía sin recibir una respuesta clara de lo ocurrido. Anoche hablé con Pansy, ella solo se avergonzó al decirme que estuvo toda la noche con Blaise y apenas lo recordaba.

—¿Alguien sabe algo sobre Regina? —La voz de Theo me saco de mi ensimismamiento y alcé la mirada para encontrarme con su rostro.

Pansy, a mi lado, rodó los ojos. —Está en la mesa de Ravenclaw. —bufó. —

Todos dirigimos nuestras miradas hacia allí. Me incorporé ligeramente para vislumbrarla entre un grupo de chicos en una esquina.

—¿Por qué diablos está ahí? —Blaise frunció el ceño. —

Una vez más, Pansy fue la única que tenía una respuesta. —Está saliendo con Luke, buscador de Ravenclaw.— respondió, y bajo la mirada con aburrimiento. —

Encogí los hombros. —Pues, bien por ella, supongo.

Pareció que todos decidieron abstenerse de más comentarios, ya que después de eso solo le dirigieron miradas desaprobatorias y volvieron a su habitual silencio.

Después de mi segunda tostada, sentí que aún necesitaba algo más. Esta sería mi comida hasta la noche, entonces debía estar satisfecha. Ansiaba algo salado, así que extendí la mano para tomar una tira de tocino. Sin embargo, mi mano chocó con la de alguien. Al levantar la mirada, me encontré con Draco, quien había pasado todo el desayuno con su usual expresión engreída, apenas levantando la vista de su desayuno.

Como una persona educada, esperé a que tomara su porción antes de hacer lo mismo, pero parecía estar deliberadamente lento, lo que comenzaba a desesperarme. Cuando finalmente terminó, solo me dirigió una mirada, y rodé los ojos. Volví a tomar el tenedor, pero al mirar en el plato, no había absolutamente nada.

—Maldito idiota. —murmuré entre dientes. —

Estuve a punto de reprocharle, pero un murmullo repentino llamó mi atención. Noté la mirada penetrante de los gemelos Weasley desde la mesa de Gryffindor, algo que me desconcertó. Recordé su interés repentino en Ares, lo cual me intrigaba, ya que Ares jamás sería alguien que se relacionara con ellos.

La atmósfera cambió abruptamente con la entrada triunfal de Ares por la gran puerta, una semana después que el resto de nosotros. Rodeó la mesa y tomó asiento junto a mí, provocando una ligera incomodidad que flotaba en el aire. Ares nunca pasaba desapercibido.

—Arabella, cuanto tiempo sin verte, preciosa —saludó Ares con su típico acento francés y su tono de voz ronca, que siempre me causaba un jodido, extraño y molesto escalofrío por todo el cuerpo.—

—Que sorpresa verte aquí, amigo —saludó Theo con una sonrisa de oreja a oreja.—

Ares era la pieza faltante para el desastre que se avecinaba cada vez que estábamos juntos. Porque si Theo, Blaise, Draco y Damon ya eran un peligro para la integridad de todos, Ares los triplicaba; el fue el primero en traernos esa hierba muggle.

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⏰ Última actualización: Dec 22, 2023 ⏰

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