• C u a t r o •

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• C u a t r o •
|Un nombre de estrella|

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El Colegio San Cristóbal era uno más como todos los de la ciudad; con diferentes grupos de alumnos en el campus, pasillos, cursos y cafetería. Rumores de un lado y del otro, deportistas con sus balones bajo los brazos; los artistas con sus herramientas en manos, y un lápiz en su cabello; los lectores con sus libros o tablet en mano de acuerdo a sus preferencias. Sí, cada estudiante tenía su propia adicción y grupo perteneciente, aunque se podía relacionar con otros sin tener algún inconveniente como en las películas, pero sí podían existir diferentes rumores. Rumores que podían no ser importantes pero sí dañar tu imagen.

Alguien tomó mi mano jalándola para tener atención. Giré la cabeza viendo aquella melena de cabello rubio rizado, lo que bastó para que comenzara a reclamar por mi falta de atención.

-¡Oye Alana! ¿Me estás escuchando? -chilló señalando sus labios-. Te estoy hablando hace dos horas, y no me prestas atención.

-Exagerada -pegué juguetonamente su hombro.

Rianna sonrió sin mostrar los dientes y continuó.

-¿Me escuchaste?

-Sí.

-¡Mentirosa cara de osa!

Reí. Rianna tenía las frases más extrañas que se podían decir o escuchar.

-¿Qué dije? -preguntó inflando el pecho interesada-. ¡Vamos dilo! Soy toda oídos -puso un mechón rizado detrás la oreja y se acercó más de lo que ya estaba a mi cuerpo.

-Rianna, no tengo ánimos -dije perezosa.

-¡¿Ya?! ¿Por qué? -fijó su mirada jalando de mi brazo-. ¡Ánimos! Regresamos al colegio, luego de tres semanas -hizo una mueca.

Para Rianna, las vacaciones eran lo mejor, no asistir al colegio era su pasatiempo favorito, además de cotillear por los rincones. Por su mueca, sabía que lo que más detestaba era que fueran cortas, para ella era una tortura bastante grande tener que levantarse temprano para llegar a tiempo al colegio.

-A ti no te agrada asistir a clases.

-Lo sé. Pero, me agrada cada rumor de aquí -se acercó a mi oído para susurrar-. Escuché por ahí que se han renovado docentes.

-Ah, sí -dije desinteresada.

-El profesor Rubén se jubiló -eso llamó mi atención, por lo que frené mis pasos y volví a mirarla para adquirir más información.

Por lo general, no era muy cotilla, pero debía admitir que eso me interesaba. En lo que respecta al profesor Rubén, era quien nos enseñaba matemática, un hombre de edad no tan avanzada que siempre llevaba gafas grandes y anchas, caracterizado por sus bigotes perfectamente peinados que causaban risas por su aspecto. Sin embargo, lo que lo definía era su tranquilidad al explicar las clases, tanto que la mayoría de mis compañeros se dormía en ellas, solo porque él poseía una paz única para hablar sobre los diferentes campos numéricos u definiciones.

-Tenía para años aquí -comenté pegándome a Rianna ante los alumnos que comenzaban a circular rápidamente.

-¡Qué va! Era aburrido. Ahora el nuevo profesor es un recién egresado de la universidad. Dicen que está bueno, muy bueno -mordió sus labios con emoción.

Estrellas en la Oscuridad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora