Ay niñita pequeñita,
bésame despacio que tengo prisa,
siente la brisa de un mirador sin observador.
No quiero que nadie te arrebate,
no quiero que nadie te parezca amable.
Ay niñita, pienso;
quizás no debería sentirme así,
pero te necesito, pienso que si...
si tu fueras la sedienta de sangre,
beberías de las chicas que se recargan en mi hombro
en búsqueda de un grito de seguridad.