Mi Nombre

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Hace rato no sale el sol, también hace rato no pasabas por acá, eso me amarga, me hace viejo ¿Habías escuchado que algunas enfermedades vienen de guardarse cosas? Eso me pasa seguido, no las enfermedades, más bien guardarme las cosas, y tampoco me refiero a.... creo que no importa, no me hagas caso.

Hoy si te vi, pero curiosamente, el sol no salió a la par de ti, ni siquiera vino horas después de que te apareciste, de hecho; no ha llegado aún, eso me hace pensar 2 cosas.

La primera es que la asociación involuntaria que hizo mi cerebro entre el sol y tú se debe a la etapa en la que nos encontramos, esa juventud sonora y cargada de fuerza, como revolucionarios armados a las puertas del palacio nacional; esa parte, en la que a manera de metáfora, los cantantes y poetas de los setenta atribuyen al verano. La fase más cálida del sol, en la que las noches tristes duelen menos porque amanece antes de lo esperado, eso me gustaba antes; de verdad me emocionaba tanto ir a la escuela a verte, incluso me paraba unas horas antes para elegir la playera del uniforme menos sucia o al menos la que me hiciera lucir más delgado.

La segunda cosa que me hiciste pensar, más bien recordar, son los poemas que escribía en la parte de atrás de tu libreta, no quería fastidiarte; así que te escribía en secreto con la esperanza de que algún día los encontraras, como esos tesoros piratas de los juegos de niños. Ojalá los encontraras ahora, te darías cuenta de que nunca quise ser tan malo; solo es difícil conservar la compostura cuando te patean en el suelo mientras abrazas tu guitarra, rogando que no se le haga un rasguño más.

Libre de paloma,

un corazón rugiente de melena felina

tómate un respiro guerrero

piénsalo, solo suelta la espada;

está bien abrazar gente, de verdad está bien...

Incluso si me aplastas en el proceso.

Es lo que recuerdo del penúltimo que te dejé, el último lo tengo yo, no lo quiero abrir porque sé, que quizás en algún momento la ira que me guardas puede desaparecer, puede volver a ser amor, o solo amistad, solo, algo más. ya no quiero que me odies.

De cualquier forma, ya estaba ahí, guitarra en mano y paralizado como cucaracha después de haber sido mencionada en voz alta. No había nada que pudiera hacer, ya me habías visto pero no me reconociste; quizás fueron los kilos que baje por culpa del aislamiento social, el atisbo de barba desalineada o el cabello largo y rizado que jamás viste por culpa de las reglas institucionales que siempre repudie. Al principio me dolió que no me reconocieras ¿Tantos años habían pasado de la secundaria? recién cumplí 18 ¿Por qué me haces sentir tan viejo?

- ¿Qué onda? - Saludé para tantear si me reconociste, también saludé así para sonar más cool. Tú mejor que nadie sabias que se me daba mal, sabías que más bien parecía el T-800 tratando de sentir algo por John Connor, aun así, era tierno para ti, supongo.

-Ah, Hola - Ahí fue cuando mi dolor pasó a calma, no me reconocías de verdad, podía ser quien yo quisiera, alguien más, solo quien sea; excepto la persona que sigue enamorada de tí.

La conversación trivial nunca fue lo mío, pero las preguntas típicas siempre salvan mi día. Cuando eres universitario, es fácil conversar unos minutos con quien sea. ¿Qué estudias? ¿Qué materias llevan? ¿Por qué la elegiste? Preguntas de prueba de personalidad, la gente ama hablar de sí mismas todo el tiempo, pero tú; siempre fuiste igual, con preguntas de regreso, reveses impredecibles, simplemente estabas cerca de deducirlo.

Si estudio la carrera que te dije

en la universidad que alguna vez mencioné...

Pero ya sin amigos,

quizás por inercia.

Pensando en que, si me buscabas, sabrías donde encontrarme.

La pregunta era inevitable, "tu nombre" ¿Cuál es mi nombre? Si un árbol cae en medio del bosque, justo donde no hay nadie para verlo, escucharlo o sentirlo ¿El árbol cayó realmente? Existir es ser percibido, dijo alguien importante alguna vez. Mi nombre no existía hasta que preguntaste. Odio que mi nombre sea tan reconocible.

Uno se acostumbra rápido a lo "bueno", ahora si importaban los años de espera, si importaban, ya no quería dejar de ser quien fingía ser, ahora solamente era...

Se te llenaron los ojos de lágrimas. Recuerdo que no llorabas por cualquier cosa

-Chinga tu madre – Me dijiste... te fuiste después de eso. 

Cara de PezcadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora