¡1! |Un día (casi) como cualquiera|

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"Despierte, por favor"

Esas fueron las primeras palabras en dar iniciada la mañana, las cortinas de su habitación se movieron con rapidez y una tenue luz anaranjada llegó a sus ojos que después de ser abiertos con dificultad, los volvió a cerrar con fuerza.

"El rey la espera en su estudio"

La muchacha del personal depósito una bandeja con comida sobre la mesa de luz de la otra mujer y posteriormente se marchó con prisa, dejándola a ella sola y revolviéndose entre las suaves mantas de su cama, no deseaba ver a su rey, no después de su sueño donde el monarca era el principal protagonista:

{*.*.*}

"¡Mmh! Por favor ..."

Sentía su interior lleno, cada golpe mas certero que el anterior.

"Tranquila- ah ... ya pasara"

Su cabello despeinado, sus ojos oscurecidos, su piel resplandeciente, todo era perfecto. Sus manos estaban en todas partes, tocaba su rostro, su cabello, su espalda, sus pechos y hasta ese manojo de nervios entre sus piernas, ¿Él era demasiado bueno o ella suplicaba por atenciones especiales?, no lo sabia, quizás nunca lo sabría

"Estoy cerca ..." Le susurro al oído.

"Por favor ... Magnífico" La hizo callar con sus labios, aun así los jadeos salían de su boca debido a los contantes movimientos que el hombre daba para complacerla.

"No te contengas" Volvió a susurrarle, aumentado la velocidad de sus golpeteos. "Quiero verte llegar"

Y sin poder evitarlo se libero completamente, sus piernas temblando y sus ojos reflejando estrellitas, deliraba, sentía su cuerpo entumecido, él llego en su interior, llenándola con su esencia caliente.

Ambos jadeaban, buscando recuperar la respiración luego del orgasmo, que delicioso sueño.

Luego, ella despertó, y aquí estaba ahora.

{*.*.*}

Con pesadez movió las sábanas de su cuerpo y se sentó en el borde del colchón, observando lo que seria su desayuno, sus manos se movieron a su rostro buscando tallarse los ojos con frustración contenida, escenarios de la noche anterior llegaban a su mente como destellos y entre sus labios se forzó una sonrisa, sentía vergüenza de sí misma.

Se puso de pie al sentirse más despierta y caminó sin ánimos hasta el tocador junto a su cama, observando su reflejo se dio cuenta del desastre que estaba hecha así que rápidamente comenzó a arreglar su estropeada imagen, refresco su rostro gracias a un pequeño cuenco de porcelana con agua sobre el mueble y con un trozo de tela se secó, luego cepilló sus largas hebras castañas, atándolas con ayuda de una cintita azul en un simple rodete.

Volvió a inspeccionarse con detalle y una vez convencida camino hasta su guardarropa de donde sacó su corset junto a uno de sus tantos vestidos extensos hasta los tobillos, de mangas largas y varias capas.

Se quitó el ligero pijama de seda, dejándolo colgado de una percha dentro del mueble de madera y procedió a vestirse, ajustando los lazos de su corset y colocando cada capa del vestido, volviéndose cada vez más ajustadas a su cintura hasta que vistió la ultima y más llamativa de colores blancos con múltiples detalles en azul.

Luego de ultimar detalles finales en su apariencia se encargó de su calzado; un par de medias blancas translúcidas y una botas de cuero después ya estaba lista. Salió de su habitación cerrando la puerta detrás suyo y camino con prisa por los largos pasillos del castillo hasta llegar a una gran escalera de mármol, subió cada peldaño hacia la cima, sintiéndose más y más nerviosa a cada paso que daba.

Querida asistente | Rey Magnífico |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora