¡2! |Días buenos, días malos|

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Existen generalmente dos tipos de días en la vida de una persona, los que empiezan bien pero terminan mal y los que empiezan mal pero terminan bien.
Hoy, era uno de esos días que terminaban bien.

La mañana, el medio día y la tarde transcurrieron sin mayores altercados, solo algunas cartas que serían revisadas el día de mañana.

Por el resto de las horas de sol se limito a disfrutar de la compañía de su rey y ahora, entrada la noche, volvía a la privacidad de su habitación la cual ya se encontraba ordenada, cortesía de las mucamas. Su cena recién hecha yacía en el mismo lugar que el desayuno de esa mañana (el cual no pudo disfrutar) y para su suerte aún no se consumían las velas de los candelabros, así que aprovecharía el tiempo.

Una vez terminada su comida dejo la bandeja de plata sobre la mesa para dos frente a su cama y decidió extinguir la mayoría de luz en su cuarto hasta dejar un solo candelabro de dos brazos que llevaba en la mano derecha, camino por todo su cuarto, cerro las cortinas y se cambió de ropa a ese mismo vestido ligero con el que siempre dormía, luego, se acomodo en su cama lista para dormir.

Pero tristemente cuando apago las últimas velas y apoyo la cabeza en la suave almohada pudo sentir como todo el cansancio de su cuerpo se drenaba por completo, Por Rosas ..., pensó la joven.

Supuestamente el día iba a terminar bien, ¿No?

Comenzó a dar vueltas y vueltas sobre el colchón; cambiaba de posición, volteaba las almohadas, se quitaba las mantas de encima y nada, simplemente no conciliaba el sueño.
Libero un pesado suspiró, se levantó de la cama y salió rápidamente de su habitación. ¿Por qué justo ahora debía pasarle esto? Quería dormir, necesitaba descansar.

Camino por los pasillos ornamentados, observando los cuadros decorativos, las cientos de armaduras mágicas y el exterior del castillo a través de las muchas ventanas, la fresca noche se había dejado caer en su totalidad sobre Rosas. Siguió caminando sin rumbo fijo, como si hubiera perdido el eje, tal vez con la esperanza de que si andaba lo suficiente la fatiga por fin llegaría a ella.

Solo siguió y siguió, y sin darse cuenta apareció en el puente que conectaba el castillo con el escenario circular donde siempre se llevaban a cabo las Ceremonias del Deseo.

Eligió quedarse en esa zona del puente porque ¿Por qué? No iba a recorrer todo el reino buscando cansarse ... ¿O si?

Fuera como fuera dio algunos pasos hasta el borde y se recargo en el barandal del puente, admirando la belleza que era la cuidad, siempre le había gustado ver a todo Rosas desde las alturas, las calles vacías y los hogares en silencio, la mayoría dormía a esta hora.

La mayoría excepto ella y quién fuera que se acercaba a su misma posición.

Escuchaba pasos aproximándose cada vez más a dónde ella estaba y no le hubiera tomado mucha importancia de no ser porque eran pasos de una persona descalza. Aguardo pacientemente a que la persona se revelará, aún que tenía una muy vaga idea de quién podría ser. Los ligeros pasos se hicieron cada vez más cercanos hasta que:

Oh, buenas noches ______ Como no, se trataba de su rey, Magnífico.

Su majestad, buenas noches Giro sobre sus talones para encontrarse al hombre justo de frente y antes de realizar su icónica reverencia el monarca la detuvo levantando una mano.

No ... No hace falta que hagas reverencia El sonrió, pero su rostro demostraba cansancio, se acercó hasta ella y recargo su cuerpo de costado en el barandal, observándola.

La joven también sonrió. ¿Qué hace despierto a esta hora? Pregunto con curiosidad. Fijo la mirada en el estado actual del hombre, era la primera vez que lo veía así, sus cabellos siempre impolutos ahora lucían desordenados, la camisa que vestía era holgada y los botones de hasta arriba estaban abiertos, dejando ver una suave capa de bello en su pecho, y al parecer para dormir usaba pantalones sueltos que le llegaban hasta los talones.

Querida asistente | Rey Magnífico |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora