Capitulo 7

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Roier

Había pasado una semana desde lo ocurrido en el estacionamiento. Spreen se había ido dejándonos una carta, a la primera no supe como reaccionar, me sentía devastado y me culpaba por todo, quería retroceder en el tiempo donde era feliz pero tal cosa no se podía.

La carta de Spreen decía que se sentía cansado de toda esta mierda, no quería seguir estando en la pandilla ya que se sentía estancado, si quería seguir con su vida necesitaba dejarnos atrás. Le dejó una carta a cada uno de nosotros, no leí la mía porque sentí que no la merecía.

Habíamos encontrado las cartas en donde se hospedaba el de lentes, todo nos sentimos realmente mal con su partida, en especial Missa y Carre que eran los más cercanos a Spreen, no es que los otros no fueran unidos con este, es solo que Missa y Carre habían pasado muchas cosas juntos con Spreen que los hacía inseparables de alguna forma.

Missa me culpo de todos, dijo que gracias a mi su hermano lo había abandonado, deje que me gritara y golpeara ya que me lo merecía, no había ninguna gota de mentira en sus palabras, me dolieron más que nada pero parecía que ya me estaba acostumbrando a que las cosas dolieran. Los chicos trataron de alejar a Missa de mi, también me exigieron que dijera alguna palabra pero no podía pronunciar ninguna vocal. Carre fue más gentil. No me gritó o pegó, se quedó mirándome fijo, su mirada me transmitía desprecio y angustia. Me dolió aún más.

Después de un rato todos se habían ido y yo me quede ahí, tratando de analizar y hacer memoria si alguna vez Spreen me comentó que no podía seguir con esto, que se sentía cansado, tal vez algún indicio. No obtuve resultados.

Al día siguiente Missa y Carre no se presentaron a la reunión, Aldo me dijo que Carre se tomaría un pequeño descanso, de Missa solo sabía que no quería volver a ver mi rostro ni en pintura. No puse algún pero ya que era su decisión y la respeté. 

Dado que Missa no quería saber nada de mi la carnicería se había mantenido cerrada hasta hace unos días que me di ánimos para salir de mi miseria y seguir adelante.

Rivers mantuvo su promesa y se estaba quedando en mi casa las veces que yo me mantenía ocupado, solía estar con los niños y los mantenía entretenidos y alejados de todo el caos. No había hablado mucho con ellos, solo los veía en las noches para desearles dulces sueños.

Tubbo también había sido de mucha ayuda ya que se preocupaba por los casares de la casa y llevaba algunos días a Leo y Bobby a la escuela, lo veía mucho mejor, ahora podía ver un pequeño destello en sus ojos cuando hablaba y reía, me imagino que la terapia con Wilbur le está ayudando bastante.

Ahora me encontraba en la carnicería laburando para salir adelante en la vida y poder llevar comida a la casa.

— Chao señora Monica, cuidese – Le di una amable sonrisa y le entregué una bolsa con pollo a la mujer. Se despidió muy cariñosa y de retiro de la tienda.

– Buenos días – Una voz se hizo presente a los segundos que la señora salió de la tienda, parecía que iba a ser un gran día si seguían llegando así los clientes.

– Hola buena… miren nada más a quien tenemos por aqui, si es mi oficial brasileño preferido  ¿Que tal todo, Cellbit? – Me sorprendí de ver al castaño en la tienda, se divisaba mucho mejor que la última vez que nos topamos, tenía una muleta en su mano izquierda y una pequeña venda en su pómulo.

– Mucho mejor – Se acercó a paso lento al mostrador donde me encontraba revisando el dinero de la caja.

– Me sorprendí cuando me dijeron que no nos habían delatado – Desabroche el delantal blanco que tenía pequeñas manchas de sangre y me lo saque para dejarlo en un perchero.

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