CAPÍTULO 2

3 1 0
                                    

¿Y cómo pretendes que me infiltre en un castillo lleno de humanos corrientes que querrán matarme en cuanto sepan quién soy? Además, ¿cómo podemos estar seguros de que es ella?

No podemos. Por eso debes ir tú a comprobarlo. Escucha, sé que te estamos pidiendo mucho, pero la situación es la que es y el tiempo se está acabando. Aiden lleva anticipando tu llegada desde hace semanas, no estarás completamente solo. Xanth, eres nuestra última esperanza.

Las palabras de Lara llevaban persiguiéndolo durante días, desde que mantuvieron esa conversación antes de que Xanth se marchase de Maylea hacia las tierras humanas. El joven sentía haberse mostrado egoísta ante su petición, pero hacía mucho tiempo que había dejado de sentirse como la esperanza de alguien. Eso pareció darle igual a Lara, que organizó su partida dos días después de que Xanth aceptara la misión a regañadientes. Apenas le había dado tiempo a despedirse de su familia y guardar lo que él consideraba esencial antes de emprender la marcha. La despedida de su hermana había sido lo que le había terminado de convencer para marchar hacia esa misión aparentemente imposible bajo la promesa de que haría todo lo que estuviera en su mano para llevarla a cabo. Xanth no podía dejar de recordar la última mirada que le había dirigido Alina, cansada y llena de tristeza, antes de entregarle su colgante. A su hermana le encantaba hacer manualidades y recordaba perfectamente cuántos días de trabajo duro había empleado en terminar esa pieza, hasta quedar satisfecha con el resultado. Xanth le repetía todos los días lo orgulloso que estaba de ella por eso y, cuando Alina le entregó el collar haciéndole prometer que volvería pronto a casa, sintió cómo el peso siempre presente en su pecho se hacía más grande.

En esos momentos, Xanth se encontraba rumbo a Adiena, uno de los reinos humanos, cabalgando con su yegua, una bolsa con las pocas pertenencias que había recogido, y el colgante de su hermana.

Hacía días que había dejado atrás las espesuras de los bosques de Maylea y se había adentrado en su largo trayecto, que poco a poco parecía llegar a su fin. El camino que estaba siguiendo aún estaba acompañado de árboles y arbustos, pero ya podía notar el paso de humanos por aquellas tierras. Plantas destrozadas, árboles talados y objetos arrojados entre los matorrales, que evidentemente no pertenecían a los habitantes del bosque. Sin embargo, lo que más le perturbaba era el silencio. No escuchaba el corretear de roedores o el canto de los pájaros, ni llegaba a atisbar un mínimo movimiento entre los arbustos. Solo había un frío y aterrador silencio que parecía haber ahuyentado cualquier atisbo de vida.

Se dio cuenta de que llevaban un buen rato marchando cuando Epona empezó a bufar, dejando claro su cansancio. Xanth murmuró una disculpa, se bajó de la yegua y la guió en busca de un claro para descansar. No le llevó demasiado tiempo encontrar una zona más despejada, en la que además se extendía un pequeño lago. No era un lago especialmente abundante (ninguno lo era en aquellas tierras), pero era suficiente para poder refrescarse. Epona fue apresuradamente a saciar su sed y Xanth sintió una punzada de culpabilidad al ver el agotamiento evidente de su yegua. Deberían haber parado en más ocasiones para descansar.

Con un suspiro, se acercó a su lado y se sentó a la orilla del lago, decidido a permitirse esta vez un descanso un poco más largo. Se inclinó con los brazos extendidos para refrescarse con el agua y agradeció de inmediato la sensación de frescor, sintiendo cómo su rostro se relajaba poco a poco. A continuación, se tumbó sobre la vegetación y se obligó a cerrar los ojos. Inmediatamente los recuerdos se agolparon en su mente y se encontró sintiendo que no llegaba suficiente aire a sus pulmones. Se llevó una mala al pecho y se esforzó por concentrarse en su respiración, como tantas veces Alistair le había enseñado. Durante unos minutos, inspiró y expiró seguidamente hasta que consiguió volver a respirar con normalidad.

Abrió los ojos al sentir la presencia de Epona, que se había percatado de la situación del joven y se estaba acercando tímidamente hasta acabar a su lado. Xanth sonrió y levantó una mano temblorosa para acariciar el hocico de la yegua. Siempre había tenido una conexión especial con ella y en momentos como aquel agradecía su compañía.

Desvió la vista hacia abajo, percatándose de que, en algún momento, sin darse cuenta, su mano había agarrado inconscientemente la figura que colgaba de su cuello. Abrió poco a poco la mano y se encontró con un pájaro de madera. En los últimos años, Alina había mostrado un profundo interés por las aves y, cuando Xanth le había preguntado la razón, ella había dicho: "me encantaría poder hablar con los pájaros, porque a través de ellos podría ver todas esas cosas que desde aquí abajo no puedo". 

El recuerdo de su hermana volvió a su mente, pero esta vez provocó que una corriente de energía circulara por sus venas. Lo conseguiría, no por él, sino por Alina. Se lo debía, después de todo el daño que le había causado.

Está bien. Dime qué tengo que hacer.

Serás el nuevo guardia real de la princesa. Aiden se ha ocupado de anticipar tu llegada en los últimos meses, así que a nadie le extrañará que aparezcas justo cuando el viejo Miles se vaya a retirar.

¿Guardia real?

Sí, te ocuparás de proteger a esa muchacha. Y si, como esperamos, es a quien estamos buscando, tendrás que convencerla para venir hasta aquí.

¿Y si no lo consigo?

Entonces estaremos perdidos

Hijos de Yule (primera parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora