🪻 Capítulo 7 🪻

87 9 1
                                    


Sintió como su cuerpo caía como una pasada bolsa de arena. Bolsa de arena que se quedo sin aire después de que la pelirroja cayera encima de él. Sus ojos fueron embestidos por unas potentes linternas.

- ¿¡Qué les pasa!? -grito la chica cuando la luz dejó de estar apuntando a sus orbes.

Se quedo inmóvil al sentir como tenía ambas manos amarradas. Genial, ahora estaban en un calabozo. Se sentó, empezando a gritar buscando respuestas. Hasta que noto a Simón bastante callado.

Giro su cabeza, viendolo sin aire al ella estar encima de él.

Se levantó de un salto, algo apenada por ser tan distraída aveces. La puerta se cerró frente a ellos, haciendo que la chica sólo agache la cabeza. Su expresión cambió rápidamente al notar la palpable frustración de Simón, parecía enojado, mucho, entendía que la situación no era agradable, ¿lo arruino tanto? Mordió su labio inferior, desviando la mirada.

- Lo siento. -murmuró con una voz aniñada, desviando la cabeza para un lado.

Petrikov sintió un pequeño ataque de ternura, parecía una pequeña niña arrepentida por romper un plato. Miro el lugar, a su lado había una cama y una puerta, ¿tal vez un baño?

Él era un hombre pesimista, cansado y, por el momento, bastante deprimido por aquella mujer que es casi idéntica a Meiko.

- Al menos hay una cama. -dijo desanimado. No supo qué más decir.

¿Podría decir que estaba frustrado? Claramente no lo diría en voz alta, incluso con la esperanza de rescatar a Betty, cosa que ni ha salido de su cabeza en ningún momento, era agotador ir de un lugar a otro y peor aún, tener que dormir en un lugar como ese. No tenía otra opción, de todas formas, su princesa lo merecía.

— Creo que lo más prudente sería dormir. —Simón levantó la mirada, el tono apagado retumbó demás en él, incluso llegó a pensar que era alguien más.

La pelirroja se acercó a la cama, el anciano ya se había resignado a dormir en el piso, en sus cinco sentidos no era capaz de dormir con aquella mujer sin llorar o... ¡otra vez esos pensamientos molestos! Sus cejas se levantaron de sorpresa al verla tomar una cobija considerablemente gruesa y acomodarla en el suelo y, efectivamente, dormir allí junto a una pobre almohada.

— ¿Meiko? —el murmuró quedó en el aire, la chica sólo lo vio, esperando algo. El castaño trago duro, algo en él se retorcía con fuerza— No me molestaría dormir en el suelo o... contigo —mintió, toda esa cadena de palabras fue una gran mentira, pero le pasaba más verla tan desanimada, simplemente le hacían sentir mal, ella tampoco era la culpable de aquello.

Él solo escogió seguirla.

Se sentó en la cama, tocando su cuello, buscando en el techo una respuesta, algo milagroso que le ayuda a saber qué decir en esta situación.

— Esta bien, Petrikov —se adelanto— Es mi culpa que tengamos que dormir aquí, ¿bien?

La chica se cubrió en totalidad con las cobijas. El varón solo se resigno, no tenía las fuerzas para pensar y menos consolar. Sólo se acomodó, el frío lo obligó a meterse en totalidad bajo las cobijas. Ciertamente se sentía... extraño, por decirlo de alguna forma, pero ya se encontraba ahí, durmiendo en la cama cuando ambos cambian perfectamente ahí. Tal vez después piense en una mejor disculpa.

●●●

Unas pisadas, prácticamente inaudibles, se acercaba a la cama.

El castaño babeaba la almohada, hasta que sintió una mirada intensa sobre él. Abrió los ojos, sin creer mucho a sus demás sentidos. Trago duro al ver una figura, su cuerpo se llegó a paralizar por breves segundos, hasta que reaccionó al ver a aquella figura acercarse.

— ¡Ahhhhh! —el grito retumbó en la habitación, alertando a las otras dos personas que estaban junto a Simón.

Lo próximo que logro ver Petrikov, debido a la poca luz del lugar, fue a Meiko proporcionar una patada en la cara de aquella figura, derribandola. El señor se quedo quieto, algo incrédulo por la acción tan inmediata de la pelirroja.

Se sonrojo al sentirse tan protegido.

La oji-verde tomó una linterna del extraño para ahora apuntarle, tenía una especie de máscara que tapaba su rostro. No demoraron en quitarla, para darse cuenta que era otra versión de Petrikov, las diferencias notables era lo fornido que estaba y que poseía una cola de caballo en sus mechones castaños. Nuestro Petrikov noto el leve sonrojo de la mujer al verlo de cerca.

Él poco a poco tomó la consciencia, mirando a la pareja confundida. Bufo con algo de rabia.

— ¡Explícate, rarito! —exigió. Ambos varones se quedaron extrañados por la forma de ser nombrado el intruso. Meiko bajo su tono un poco, pensando que ya estaba hablando muy fuerte— ¿Qué clase de gusto raro es mirar a tu variante universal dormir? Es aterrador.

El extraño simplemente gruñó. Ya no tenía escapatoria, no sería capaz de golpearla, pues él creía quién tenía adelante es una versión de su Betty.

— Soy el Coronel Helado, así me llaman la mayoría. —empezó, llamando la atención de los otros dos— Y no quería ver a mi yo dormir —aclaro. La vergüenza se apodero de él, lo hizo obligar a girar la cabeza sonrojado— Quería verla dormir a ella.

Simón sintió como la chica pasó de estar junto a su hombro y ahora esconderse detrás de él como un gato buscando refugio. Petrikov lo vio como si fuese un degenerado, el Coronel solo negaba con la cabeza.

— ¡Sólo quería confirmar que no sea ninguna clase de bulo! —argumentó, ante las miradas juzgadoras— Cuando me dijeron que Betty volvió... ahg... esos idiotas no entendieron bien y ambos quedaron así.

"Betty". La pareja de aventureros se miraron entre sí, para luego comprender bien la situación. El castaño abrió su boca, la chica, casi leyendo su mente tapo su boca, parecía nerviosa.

— ¡Pues aquí me tienes, de carne y hueso! —sonrió de forma nerviosa, daba su mejor intento para parecer segura de sus palabras.

Suspiro a sus adentros cuando vio al Coronel reír.

— Lo lamento —se levantó el gran varón, con una suave sonrisa— Me encargaré de que sean transferidos a un lugar más cómodo.

Meiko apretó sus labios, sus pensamientos dejaron de maquinar a velocidades increíbles. Sólo pudo suspirar con alivio cuando la puerta se cerró frente a ella. La chica se alejo del varón en un movimiento brusco.

— Aveces olvido que no te gusta tanta cercanía física —mencionó con una sonrisa boba.

Petrikov solo veía de forma fija a la mujer. Su curiosidad por ella empezó a crecer de forma repentina

Gracias por leer
Mu1tiversal


Variante multiversal*

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Variante multiversal*

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Nov 12 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Rojo GOLB (Hora de aventura- Fem OC x Simón)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora