Capítulo 2

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Las ventanas del auto están empañadas y siento los labios a nada de reventar de tantos besos. Mi cuerpo palpita y mi ropa está revuelta, estoy acostada boca-arriba mientras que siento cómo Isa besa sobre mi ombligo, hace que mi piel se erice. La observo, se ve tan sonrojada, pero no la detengo, desciende y muerde uno de mis muslos, suficientemente rico para soltar un jadeo.

—¿Lo estoy haciendo bien? —me pregunta con una voz un tanto dulce como ronca.

La observo y me guiña un ojo. Es tan linda. Y me borro ese pensamiento de la mente, o eso trato. Porque 1) estoy rompiendo mis propios principios de prohibición hacia las chicas y 2) esto es solo sexo. Sexo. Sexo. Sexo.

Hace una hora casi estoy sobre un chico y estaba a nada de acostarme con él, pero ahora estoy aquí con ella. Me reincorporo en el asiento para atraerla hacia mí y la hago sentarse encima de mis muslos. La vuelvo a besar, tengo que dejar de pensar. Pensar y más acción. No lleva pantalones, lo que me permite acariciar encima de sus bragas con mayor facilidad. Ella tiembla mientras la pego a mí y separa sus piernas jadeando, bajo mis labios por su cuello y dejo algunos besos más.

Sexo. Sexo. Sexo. Ella no es un chico.

Se detiene y me ve.

—Yo-yo.

—Tengo que irme ya. —Suspira.

—¿Ahora mismo? —Inclino una ceja sorprendida. Siento alivio, pero no quiero que parezca que es así. Ella acaricia mi abdomen.

—Sí.

—Pero... — Pero ¿no íbamos a tener sexo antes?— Pero no quiero que te vayas todavía.

—Tampoco quiero irme, pero mi madre me va a matar cuando sepa que me lleve su auto. —Toma su celular y lo enciende—. Mi padre no tarda en irse a trabajar.

Ella se baja de mí, se pone su ropa de vuelta y yo acomodo la mía. Un silencio aterriza entre nosotras y ella me termina sonriendo.

—¿Te llevo?

—No, no. Yo puedo llamarle a mi... —Mi celular está apagado y descargado.

—No hay problema, en serio.

Veinte minutos después, estamos frente a mi casa.

—Gracias por traerme.

—No es nada. —Sonríe, noto cómo se acomoda unos mechones de su cabello que se han desaliñado un poco. Sus labios siguen rojos y un poco hinchados. Ella no deja de sonreír a pesar del silencio, y de pensarlo, me derrito por dentro. Finjo que todo va normal, que un beso dado por una chica, heterosexual, no me ha provocado otras sensaciones y ella me besa la mejilla—. Adiós, Darcy.

—Buenas noches. —Le dedico una sonrisa ladina.

—Oye.

—¿Sí? —Se muerde el labio, pero entonces lo dice:

—¿Amigas?

Siento algo quebrarse dentro, como esos dulces de azúcar que se disuelven fácilmente quebrándolos entre las manos hasta quedar en un millón de morusas.

—¿Amigas? —repito, algo confusa.

—¿Podemos ser amigas?

No sé si esto funciona así, pero agito la cabeza afirmando. «Me comí a mi ahora amiga», pienso. Gruño mentalmente por decir semejante estupidez. Sacudo la cabeza tratando de deshacerme de mis pensamientos gays, y viene a mi mente la palabra "hétero". Recuerdo sus besos, sus gemidos y sus caricias, pero pienso, «Ella quiere que sea su amiga, puedo ser eso». ¿Segura?

Mi chica hetero | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora