Capítulo 4

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A medida que pasan los días me siento muy extraña y eso me comienza a dar miedo. Isa y yo no hemos dejado de escribirnos todas las noches. Hace unos días que fuimos al cine y desde entonces nuestras pláticas han sido muy superficiales. He querido invitarla a salir, pero creo que no me sentí muy bien la última vez que salimos, porque aunque no espero que suceda algo, me siento como si mi mente malpensara cada movimiento o buen gesto de ella. Ni siquiera he querido salir el fin de semana de fiesta.

Llamé a un viejo amigo para que viniera a mi casa, pero cuando comenzamos a quitarnos la ropa, le dije que mi mamá llegaría pronto y lo eché. No me gustó su tacto, aunque tampoco su olor, no era que estuviera mal, pero no me atrajo esa clase de "tacto". Y aunque sé que no debí de fijarme en Isa, no voy a negar que he pensado mucho en ella. Por otra parte, Jules no ha dejado de llamarme, y siento como si acabara de enterarse que he salido con alguien, también me siento mal como si le tuviera que rendir cuentas de mi vida.

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Voy saliendo de la clase de Inglés cuando veo a Cynthia que viene en mi dirección, quiero perderme lejos de su visión, pero ella da la vuelta y me vuelve a interceptar, de frente y con una sonrisa bastante cínica.

—Hey, girl.

—Hola.

—¿Ya lo pensaste?

—¿Pensar en...?

—Unirte al equipo.

—Cynthia, te agradezco la invitación, pero no puedo, tengo materias que debo y tengo que hacerlas antes de que acabe el curso.

—Ser integrante del equipo te suma días de entrega en los trabajos atrasados, así como puntos extras.

—¿En serio?

La chica se lleva ambas manos a las caderas y sonríe.

—Sí. Además de que...

—¿Qué?

—Que...

—¿Ajá?

Ella sonríe y yo frunzo el ceño.

—Verías a Isa todos los días.

Sacude ambas cejas con una sonrisa de maldad.

—Eso lo sé, ella es parte del equipo.

—No me refiero a eso.

—¿Y entonces a qué?

—A que yo sé cómo la ves todo el tiempo.

—¿Ah sí? ¿Y cómo la veo?

—¿Puedes dejar de jugar? Sé que te gusta.

—¿Gustarme?

—¿Vas a dejar de responder mis preguntas con otra pregunta?

Suspiro hondo y ella se acerca hasta mí.

—Oh, vamos, chica. Se te cae la baba cuando la miras. ¿Y qué decir de ella? Noto cómo se maquilla más últimamente, cómo se la pasa enviándote mensajes y riendo con todo lo que le escribes.

—Somos amigas.

—Amigas que se la pasan sonrojadas.

—No creo que las cosas sean realmente como las estás viendo.

—Mira, te daré un consejo de forma indirecta para no decirte qué hacer, pero al final te lo diré: Yo conozco a mi amiga, no sabe dar el primer paso, pero sabe esperarlo.

Mi chica hetero | +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora