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—¿Es putas en serio, Animal?

Fue lo único que escuchó nuestro protagonista de cabellos marrones a la lejanía con una voz que ya era reconocible para sus oídos, sabía que se trataba sobre su molestia al ver que estaba a punto de detonar varios explosivos ubicado cerca de un jardín de niños—. Me la pelas —respondió sin más antes de detonarlos.

—No perras mames cabrón.. —dijo nuestro segundo protagonista hecho de semen al ver el desastre provocado, viendo un destello de humo a lo lejos para en segundos teñirse de rojo puro por la sangre de las victimas, partes de los cuerpos cayeron sobre su patio, cambiando su expresión de asco puro por la escena vista, se metió rápidamente a la casa para empezar a observar por la ventana a lo lejos, como varios policías, bomberos y ambulancias se dirigían con rapidez al lugar del atentado—. De veras que será imbécil.

Volvió a su rutina normal después de haber sido interrumpido por un anuncio importante sobre el atentado que estaba apunto de cometer Darkar. Con el pasar del tiempo, llegó la noche y con ello, un llamado desde su puerta y de su ventana destellaban los colores azul y rojo simultáneamente, su molestia era demasiado en ese momento, llevó su mano hacia su entrecejo, sobando esta zona mientras iba camino a abrir la puerta.

—Muy buenas noches ¿Vive aquí el señor Mecoboy?

—Si, soy yo ¿En qué puedo ayudarle, oficiales?

—Venimos aquí a entregarle al señor Darkar, el cual presentó cargos por terrorismo y juzgado por homicidio doloso calificado, pero como en este país todo nos vale verga, solo le ascendimos una multa de mil quinientos salarios mínimos  —mencionó tranquilamente el oficial extendiéndose con una mano la multa al ente amorfo y con la otra le hizo una seña a su compañero para sacar a Darkar del auto y traerlo con su compañero albino. Mecoboy solo tenia una cara de sorpresa que rápidamente reemplazó con una de furia inmensa al ver como su compañero se acercaba para entrar al hogar, toma la multa y antes de cerrar la puerta dirige últimas palabras a las autoridades —. Gracias oficiales, disculpe las molestias que pudo ocasionar.

—¿Y qué vamos a comer, piruja? —preguntó imprudente el joven de cabellos marrones mientras se dirigía a recostarse sobre el sillón, teniendo visibles heridas en todo su cuerpo junto con su ropa descuidada llena de sangre debido a las secuelas de los explosivos que lograron alcanzarlo, el contrario por su parte, le lanzó una mirada asesina por la espalda antes de descargar su furia.

—¿Comer? ¡¿Comer?! ¿Estas putas enfermo de la cabeza acaso?

—No mames, que puta delicada eres, ya paso, que mas da, ya estoy-

—¿Qué putas no entiendes pendejo de mierda? —interrumpió—. Me parto el puto lomo trabajando en un puto lugar donde tengo que soportar al pendejo de mi jefe que me hostiga, para después siempre tener que soportar las pendejas de un retrasado mental que se la pasa de holgazán todo el jodido dia y encima, tengo que pagar yo las consecuencias de TUS actos ¿Con mantenerte no me costaba acaso? —no aguanto ni un segundo más y soltó en llanto frente a su compañero, en un acto de desesperación y desesperanza.

—¿En serio vas a lloriquear?

—¡Si pendejito, si! —respondió con rapidez—. En serio que ya no lo soporto más, estoy cansado, harto de todo esto, tengo deudas por tu culpa, es lo peor, que ni siquiera son MIS deudas, el auto, mi tarjeta de crédito y ahora esta estúpida multa y lo horrible de todo esto es que no sientes ni una puta pizca de remordimiento. —gritaba mientras llevaba sus manos hacia su cara para remover sus lágrimas, tenía ganas de asesinarlo, estrangularlo con todas sus fuerzas, igual sabía que podía quedar en libertad viendo que después de todo, el de ojos morado lo seguía estando.

—¿Ya terminaste, golfa?

—No —firmemente respondió, tomando un bocado de aire para por fin terminar con esto de una vez—. Quiero despertar y no verte mas en esta casa para mañana a primera hora —la sonrisa de Darkar se desvaneció por completo en menos de un segundo, sus ojos mostraban una sorpresa ante sus palabras, en el fondo, se sentía poderoso al haber obtenido aquella reacción del más imprudente.

—Todas las deudas y multas que has acumulado y no he llegado a pagar, se harán de tu total propiedad ahora, solicitare el dia de mañana el retiro del aval con ayuda de mis contactos confiables de la empresa en que trabajo y así, ya no tendrás a ningun pendejo que esté pagando tus putos conflictos económicos mientras tu sigues provocando más desastres, es mi última advertencia, Darkar —finalizó su argumento con el nombre de su compañero, nunca antes se le había dirigido de esta manera que no fueran palabras altisonantes y no esperaba haberlo hecho por primera vez en este contexto. Por último, lanzó la multa en la cara del más alto y dirigirse hacia su habitación y azotar la puerta en un intento de comunicar su furia, cerró con seguro la pùerta y se lanzó a su cama.

—Tu puta perra madre, me tiene hasta la puta madre —mencionaba entre dientes, sintiendo un horrible dolor de cabeza, posó sus manos sobre su cara para sentir sus lágrimas ya secas sobre los costados de sus ojos, aunque tuviera impotencia, algo en su interior le decía que todo volvería a como siempre es el dia de mañana, su compañero se pasaría por la punta de la verga su reclamo, volvería a sus mismas andas, recolectaria otra multa imposible de pagar y el ciclo seguirá repitiendose hasta su muerte, de repente escuchó un estruendo desde el otro lado de su habitación que lo sacó de sus pensamientos, indicando que Darkar por fin decidió irse a recostar de igual manera. Volteo hacia su ventana, viendo como la luna se asomaba desde ella, a pesar de que no fuera una estrella fugaz, pidió el deseo que todo en su vida mejorará al siguiente dia, y con esto, siendo lo último visto y pensado antes de caer dormido.


El ultimo regaño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora