La promesa

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Después del adiós ambos se dieron las espaldas caminando cada vez más lejos uno del otro y solo entonces las lágrimas de ella empezaron a salir de sus ojos, ya no había un futuro donde ambos pudieran estar juntos y aunque eso le destrozaba el alma ella sabía que era la decisión correcta -Jamás obligaría a nadie a estar conmigo- fue lo último que le dijo antes de partir y él pensó realmente que ella encontraría la manera de superarlo, que encontraría a otro que la hiciera igual o mucho las feliz, pero eso no iba a pasar ¿Por qué? Ella se hizo una promesa y esa promesa siempre estaría intacta.

....

Los años pasaron él se veía bien, ella también solo que su camino se tornó muy diferente. Después de dejarlo ir se enfocó en su trabajo y gracias a su dedicación pronto fue promovida, después le dieron la oportunidad de irse y sin dudarlo lo aceptó. Entonces todos creyeron que en un nuevo lugar encontraría la forma de empezar su vida a lado de alguien, pero no fue así. Él se casó, ella compró una casa enorme, él tuvo un primer hijo, ella se mudo de casa a una aún más bonita que la anterior. Años pasaron antes de que se pudieran volver a ver, hasta que una mañana su madre marcó.

-¿Cuando?- preguntó acerca de la propuesta de su madre al "tómate un descanso". Después de fijar la fecha, la chica tomó un vuelo de regreso de dónde había huido hace ya 10 años, ahora ella tenía 30 años, él igual y su esposa era solo un año menor.

Y por fin sucedió el día que se volverían a ver, ella lo sabía porque siempre habían coincidido en este tipo de eventos, es por eso que se conocieron, pero ahora era diferente -¿Conociste algunos chicos lindos?- le preguntó una amiga de su madre.

-No realmente, no tengo tiempo para... La gente- respondió con ironía pues su trabajo era tratar con gente todo el tiempo. Ahora ella era famosa, todos la reconocían y a los ojos de los demás no le faltaba nada.

Y entonces la gran puerta hizo ruido y como de costumbre ella volteó y los vio.

Él con su linda familia y sin poderlo evitar unos nervios horribles se apoderaron de ella, se paró rápidamente y se dirigió al baño.

-Calmate, cálmate- se repetía mientras respiraba profundamente, pero alguien la interrumpió entrando a los baños.

-¿Nauseas he?- le preguntó la joven frente a ella -También siento náuseas cada vez que regreso a este lugar, así como unas inmensas ganas de llorar-

-¿Astrid?- preguntó ella

-Clara- respondió nombrando a la contraria

La emoción de ambas se hizo presente y respondieron dandose un abrazo, Astrid era 7 años menor que Clara, pero aún así siempre se llevaron muy bien.

-Pero, ¿Que haces aquí? Hace años que no te veía, ni sabía nada de ti, pensé que estarías muy lejos de aqui- le dijo Clara a la contraria.

-Oh no, jamás me fui tan lejos, me quedé y ahora, estoy comprometida, solo me alejé un par de años de este lugar-

-Comprometida, vaya, me da gusto por ti-

-Gracias... Aunque supongo saber porque estás escondida aquí-

-No para nada, me he sentido mal estos días-

Astrid calló por unos segundos antes de decir lo siguiente

-Ellos se ven bien, aunque creo que no puedo decir lo mismo de ti, la verdad es que eres una mujer muy guapa, no deberías sentir ningún tipo de inseguridad-

Clara reacciono a esas palabras, Astrid tenía razón era muy guapa pero es que la verdad tenía todo el tiempo y dinero del mundo como para poder cuidarse, aún así jamás estuvo satisfecha -Nunca estoy satisfecha- fue lo que respondió.

-¿Aceptas que eres ambiciosa?-

Clara sonrió y con toda la firmeza del mundo respondió un fuerte -Claro que si, así he logrado hacer todo esto-

Después de salir del baño volvió a verlo a él y es que era inevitable, probablemente se habría puesto verde, si eso se pudiera, la envidia que sentía, hace años que no la había experimentado, caminó hasta donde estaba su madre y le habló suavemente -Lo siento muchísimo, pero creo que debo irme, no me siento realmente bien- su mamá se preocupó por su hija pero creía entenderla así que no la detuvo.

Clara caminó hasta la puerta y sin querer choco con la misma razón por la que se iba. Al alzar la vista, lo vio, al chico por el cual jamás había dejado de sentir algo, su corazón se aceleró, y sus manos sudaban sin parar.

-¿Clara?, ¿Te encuentras bien?-

La mujer no podía si quiera responder, estaba paralizada y su respuesta fue mover la cabeza de arriba abajo repetidamente

El sonrió ante la reacción tan curiosa de la chica -Me da gusto verte, hace mucho que te fuiste y tú mamá no, nunca tocó mucho ese tema, pero veo que ahora estás mucho mejor, ¿Has venido con alguien?-

Esa última pregunta hizo que Clara frunciera el ceño y su molestia se hiciera presente.

-No, para la sorpresa de todos no vine con nadie, ni hoy, ni nunca, vivo en una casa a miles de kilómetros de aquí, es una casa grande y bonita, la casa de mis sueños diría yo, con facilidad podrían vivir 3 familias de estás ahí, ¿pero que crees? La única que está ahí soy yo, día, tarde y noche yo soy el fantasma que habita ese lugar- y dándose la vuelta dejó al contrario muy confundído, lo que provocó que la empezará a seguir.

-Espera ¿Estás enojada?-

-¿Enojada? No, no, no, solo... No enojada, me siento mal, quiero irme, ¿Puedo? ¿Acaso no debes regresar con tu familia?-

-Espera tu ¿Te sientes mal por mi?-

Los ojos de Clara se humedecieron y con la amenaza de empezar a llorar solo respiró profundamente, esto parecía un deja bu y ella sabía lo que estaba a punto de pasar, igual sabía que no lo podía evitar, así que solo se despidió con las mismas palabras de antes -Yo soy una mujer de palabra, hasta nunca... que seas feliz-

Finales Tristes Donde viven las historias. Descúbrelo ahora