019 - horas, no minutos

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Dejé que Jisung y Jeongin siguieran de amigos en la piscina, en cuanto a mí, fui directo al bar del hotel y pedí el trago más fuerte que tuvieran. Escoció mi garganta como si me estuvieran fusilando en ese preciso momento, pero no era nada comparado con la vergüenza que sentía.

Se suponía que era mi luna de miel con Jeongin, no entendía por qué Jisung tuvo que venir a arruinarlo todo. Era mi amigo, gracioso y un chico estupendo, pero no era el momento más adecuado para venir a "animar las noches", de eso me podía encargar yo sin la ayuda de nadie.

De pronto, mientras bebía, sentí una mano delicada en mi hombro. Supe de inmediato que no era Jeongin, él por lo general sólo iba y me gritaba, o me golpeaba en el hombro o cualquier tipo de cosa infantil que por más años que pasáramos juntos, nunca dejaría de hacer como si fuéramos los mismos pequeños de ocho años.

Giré mi cabeza lentamente y me encontré con un chico rubio extranjero, más o menos de la misma estatura que Jeongin, pero con unos ojos azules muy profundos y bonitos. Sin embargo, era muy masculino y seductor, no tenía la gracia y simpatía que desbordaba mi esposo.

— ¿Qué hace un chico como tú bebiendo a estas horas? ¿Quieres que te acompañe? — debía tener más de veinte años, se le notaba en la mirada y en la voz. Además, parecía dispuesto a todo por que le invitara una copa.

No me apetecía hablar con él, pero tampoco estar solo bebiendo como un condenado horas después de bajarme de un avión, así que no reclamé cuando se sentó en la silla que estaba a mi lado.

— ¿Cómo te llamas? — me preguntó. Me miraba de arriba abajo, analizando la ropa cara que la madre de Jeongin me había regalado para el viaje. Seguro pensaba que era su día de suerte.

— Sam. — mentí. — Sam Yang.

Yang era ahora el antiguo apellido de Jeongin antes de estar casados, no creía que se enojara si tomaba prestado su apellido para burlarme de una cualquiera por unos minutos. Estaba seguro que si fuera por Jeongin, me hubiese regalado encantado toda su identidad, le fascinaban este tipo de bromas.

— Yo soy Jake Smith. — traté de disimular mi asombro lo mejor que pude, a veces para esas cosas era bastante bueno, para ocultar mis sentimientos.

Me dijo su nombre sin habérselo preguntado, y de saber que se llamaba JaKe, tampoco lo hubiera hecho.

— ¿No eres de aquí, Sam?

— No, soy de Australia. — cada vez se acercaba más hacia mí.

— Yo soy de Inglaterra, de Londres. — comencé a odiarlo tan rápido como hablaba. Me contaba cosas que no preguntaba y eso era desagradable.

Entonces, cerca de la entrada al bar, divisé la melena azabache de Jeongin. Ya no estaba con Jisung y parecía algo perdido, seguramente no sabiendo a dónde ir o qué hacer.

Deseé que dejara de lucir como un niño extraviado para que me fuera a rescatar de ese brujo que tenía a mi lado, que se las arreglaba para seguir hablando de sí mismo sabiendo que no lo estaba escuchando.

Finalmente, me vio. Y agradecí la distancia que nos separaba, porque pareció que un aura oscura lo rodeó de repente y que todo su rostro se ponía pálido. Ni siquiera esperó o esquivó a las personas que se le cruzaban, caminó a toda prisa y con decisión hacia mí. Le sonreí como nunca cuando estuvo lo suficientemente cerca como para distinguir las expresiones de mi rostro, le dediqué la sonrisa más inocente y a la vez burlona del mundo. No planeé causarle celos, pero era una pequeña venganza por lo de Jisung.

— ¡Hyunjin, cariño, te estaba buscando! — exclamó. Jake se dio vuelta a mirarlo y se tapo la boca para reírse de Jeongin. Eso no me lo esperaba, Jeongin tampoco. Pero me enfadó muchísimo. Se había burlado de la camisa floreada de Jeongin, de la misma camisa floreada que yo elegí para él.

➼ marry me ; hyunin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora