Era media noche.
Phil había acostado a los niños varias horas atrás, había tratado de dormir, pero no había logrado conciliar el sueño. Lo intentó, estuvo un largo rato dando vueltas en su cama en el búnker, incluso había cerrado los ojos y se había quedado inmóvil por varios minutos, pero simplemente no funcionó. Estaba intranquilo.
Subió y trabajó un poco en el huerto de patatas, pensó que si aumentaba su agotamiento físico lograría quedarse dormido más fácilmente, pero al poco tiempo se dio cuenta de que no tenía caso. Ese no era el problema, su cuerpo se encontraba realmente cansado, incluso tenía ojeras bajo sus ojos y un ligero dolor en la espalda y la cabeza, su cuerpo le pedía descansar a gritos, simplemente su mente no se lo permitía.
No había descansado bien en semanas, se encontraba experimentando tantas cosas que lo aterraban dentro de su psique que su propio inconsciente lo habían privado del sueño como un mecanismo de autodefensa. Realmente intentaba no pensar en aquel visitante indeseado dentro de sus sueños. Pero estaba ese otro pensamiento. Esa otra cosa en la que rondaba por su mente en las noches de insomnio, mientras miraba al techo escuchando esa pequeña gotera en el búnker.
MISSA.
Hacía semanas que no sabía nada de Missa, no desde que fueron separados en el purgatorio. Ese último abrazo que se dieron, esas últimas palabras que se dijeron, todo eso parecía ahora tan distante, ¿Realmente había pasado? Sí, había pasado. Probablemente todas las cosas que estaba experimentando recientemente lo hacían dudar de todo y de todos, pero efectivamente eso había pasado. Todavía podía sentir el tacto de Missa en su cuerpo, todavía podía oler el aroma de su cabello, todavía podía escuchar sus palabras diciéndole "Te amo", palabras que en su timidez, había disfrazado, incluyendo a todos los integrantes de su equipo, pero Phil no era tonto, sabía que principalmente iban dirigidas a él.
Recordar esos días lo llenaban de una preocupación por Missa que no pudo sentir en su momento debido a lo abrumadora de la situación. Si él la estaba pasando mal en ese maldito infierno, no podía imaginar cómo la estuvo pasando Missa, lo asustado que debía haberse sentido, el dolor que debía haber experimentado al saber que debía atentar contra sus propios amigos; cosa que estaba seguro que Missa no había hecho, lo sabía, aunque no había tenido noticias al respecto, pues sabía que a diferencia suya, él no era capaz de hacerlo.
Eso también le preocupaba, no tener noticias. Había pasado ya un tiempo desde que volvieron del purgatorio y todavía no sabía nada ¿Había logrado Missa sobrevivir a la explosión? Claro, lo había hecho, Phil lo sabía, la conexión que tenían con el mundo espiritual era fuerte, si Missa hubiera muerto, él lo sabría... pero entonces ¿Dónde estaba Missa? ¿Acaso ya no quería regresar con su familia?
Pensaba en lo que había descubierto varios días atrás, junto a Fit, cuando investigaba sobre... sobre aquello en lo que no quería pensar... y recordar lo que había visto ahí, en su sótano, le estrujaba el corazón cada vez. Había descubierto que Missa había amontonado sus cosas en un pequeño corral junto al acuario y lo hacía llamar su "hogar". Missa, SU Missa, viviendo en un limitado espacio acompañado solo por ovejas, ¿Ese era el lugar que creía que se merecía? ¿El de un animal de granja? ¿Cómo era posible que aquel chico encantador y talentoso sintiera ese nivel de auto desprecio? ¿Cómo era posible que Phil nunca se diera cuenta antes? Es decir, Missa constantemente hablaba de lo bueno que Phil era con él y de cómo él no lo merecía, incluso Chayanne ya le había dicho que Missa había creído que era un mal padre cuando otros se lo dijeron y aun así, Phil no imaginaba lo grave de la situación ni lo mal que se encontraba Missa realmente.
Nunca había tomado sus palabras tan en serio, las veía como simples gestos de modestia, pero ahora sabía lo que realmente estaba pasando con su esposo y eso lo llenaba de impotencia. Lo que lo enfurecía más era el hecho de saber que eso había tenido lugar justo bajo sus pies y no se había dado cuenta en mucho tiempo, pues según las palabras de Fit, ese hogar improvisado llevaba un largo rato ahí.
Philza no podía dejar de pensar que durante todo ese tiempo, Missa había estado sufriendo en silencio, completamente solo, sintiendo que no valía nada, que no merecía nada, sintiéndose un mal compañero y un mal padre y él no había podido estar ahí para consolarlo, para tranquilizarlo y para hacerlo sentir querido. Su corazón se rompía de solo imaginar lo que pasaba por la mente de Missa en el momento en el que había decido confinarse a un maldito zoológico de mascotas, ¿Es que acaso no pensaba en lo mucho que eso le dolería a él? ¿En lo que sufriría Chayanne? ¿Pensaba que a ellos no les importaba lo suficiente como para preocuparse por él? ¿Tan bajo era su concepto sobre sí mismo? Un nudo se había formado en la garganta de Phil, una pequeña lágrima rodó por su mejilla antes de que pudiera darse cuenta.
Él ya no quería pensar en ello, no quería pensar en nada, quería dormir. Quería dormir pero no podía hacerlo. Quería soñar con Missa junto a él y junto a sus hijos, pasándola bien, teniendo un día relajante y divirtiéndose en familia, un día como hacía mucho no tenían. Pero no podía hacerlo.
Ya lo había decidido, tenía que hablar seriamente con Missa. Tenían que tener esa confrontación sobre sus sentimientos de una vez por todas. Era necesario y no podían postergarlo más, la próxima vez que él apareciera lo buscaría y así fuera contra su voluntad, lo arrastraría a casa para hablar con él, para sujetarlo del cuello y gritarle a la cara lo idiota que era por menospreciarse, para hacerle entender que siempre sería bienvenido en su casa, para que pudiera darse cuenta de lo valioso que era para su familia, de lo valioso que era para él... para hacerlo sentir amado. Phil quería eso más que nada, que Missa pudiera sentirse amado y dejara caer finalmente todos esos pensamientos negativos sobre sí mismo que lleva a cuestas.
Después de todo, todas esas cosas que había hecho por Missa eran para eso, pensaba que estaba haciendo un buen trabajo haciéndoselo notar con sus regalos y gestos de cariño... al parecer no era así.
—"Supongo que la sutileza no funciona con ese imbécil..." Pensó en voz alta, denotando más preocupación que enfado en su forma de hablar.
Sí, la próxima vez que lo viera hablarían de frente... la próxima vez... ¿Pero cuándo sería eso? Podría pasar mucho tiempo... las apariciones de Missa eran tan impredecibles... solo esperaba poder estar ahí cuando llegara el momento...
Por ahora no tenía más opción más que volver a su cama en el búnker, recostarse y mirar hacia el techo escuchando el constante sonido de aquella gotera hasta finalmente quedarse dormido... o hasta que saliera el sol, despertaran los niños y tuviera que empezar otro maldito día viviendo en esa angustiosa pesadilla de incertidumbre.
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NOTAS:
Todavía estoy planeando mi siguiente escrito sobre la continuación de la historia anterior. Sin embargo la reacción de Philza al descubrir la nueva "casa" de Missa fue algo que no pude dejar pasar y escribí esto como un desahogo, completamente poseída.
Son tres capítulos, pero los subiré de golpe porque de todas formas ésto ya está publicado completamente en otro sitio.Espero les guste. De verdad soy alguien que ama, AMA leer los comentarios, así que me haría muy feliz leer los suyos. ^^
¡Saludos!
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EN MIS HORAS DE INSOMNIO
FanfictiePhilza no puede dormir y en sus pensamientos ronda su más reciente descubrimiento sobre Missa... ¿Logrará conciliar el sueño? ¿Logrará hacer algo al respecto? ¿La ansiada confrontación llegará al fin? ¿Missa comprenderá lo mucho que lo ama su famili...