Capitulo IV

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"Pues estoy convencido de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los demonios, ni lo presente ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto ni lo profundo, ni cosa alguna en toda la creación podrá apartarnos del amor que Dios nos ha manifestado en Cristo Jesús nuestro Señor" O al menos eso es lo que dice la Biblia, pero en este mundo... Dios ya murió hace mucho.

Si bien la monja era alguien bastante agradable, no tenía el deber o la necesidad de salvarla de esos angeles caídos, así que... ¿Por qué estaba allí? ¿Porque hacía esto? Emociones que hacía mucho que no sentía volvieron a surgir dentro de él pero... ¿Por qué?

"No te quedes allí parado... ¡Tenemos que darnos prisa!"- exclamó Issis con una preocupación genuina por quien se había convertido en su amiga, todo esto mientras se adentraba a la vieja y deteriorada iglesia en la oscuridad de la noche.

No lo siguió dudando, luego se volvería a preocupar por esas tonterías, por ahora la prioridad era el bienestar de Asia... ¿Pero como llego a toda esa situación?

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Después de haber dejado a la monja en la iglesia bajo la promesa de que se volverían a ver, emprendieron un viaje camino a la casa de la chica.

"Bueno... Supongo que ya no iremos a clases el día de hoy (Creo que mis padres me van a regañar)"- pensando lo último Issis tratando de iniciar nuevamente una conversación con Lukas comentó.

"No, creo que no, pero podemos ir a algún sitio si quieres"

"¡Claro!"- sin perder tiempo afirmó la joven -"Pero primero déjame ir a casa a bañarme y cambiarme de ropa, ¿Si?"

"Por supuesto... Necesitamos hablar sobre ciertas cosas relacionadas a los demonios"- sus palabra hicieron que un escalofrío recorríera su sueve piel, aún todo esto era extraño para ella y tiene la sensación de que hubiera deseado de que nada de esto le hubiera pasado.

Se había quedado callada por unos segundos, pero inmediatamente después de ese instante cambio de tema -" Alguna vez te has enamorado o tienes a alguien especial"- con nerviosismo no pudo evitar hacer la pregunta del millón, había querida hacérsela desde hace mucho, pero una parte de ella no quiso por miedo a su contestación.

"Sí, si me he llegado a enamorar... Pero las cosas no terminaron bien, y no, por ahora no tengo a alguien especial a mi lado"- comento con características tono tranquilo y su cara aburrida.

"Entiendo"- sus preocupaciones se habían disipado, tal vez si podría tener una posibilidad de estar con el después de todo -"¿Planeas tener hijos en el futuro?"

"No lo sé, tengo muchas cosas en mi vida no resueltas aún, pero tal vez si encuentro a la persona correcta y me va bien entonces... ¿Por qué no?"- Se encogió de hombros, no era del tipo de hombre que aborrecía la idea de tener hijos, pero tampoco es que le hiciera mucha ilusión en esa etapa de su vida.

"Es comprensible... A mí siempre me han gustado los niños, aunque me daría miedo ser madre"- con una risa nerviosa al final contestó, en parte había hecho esa pregunta porque fue lo primero que le vino a la mente, ella no estaba segura de tener hijos aún.

Deteniendo su paso al frente de la casa de la joven pronunció -"Yo creo que serías una gran madre Issis, no tienes por qué dudar nunca de tus capacidades"- expresar sus sentimientos no era lo suyo, pero ante todo era una persona sincera que decía genuinamente lo que pensaba de los demás, cosa que hizo que ella sonriera.

"Hablamos más tarde, te escribo apenas este lista"- y dándole un beso en su mejilla se apresuró para entrar en su casa.

Sin más nada que hacer, observo hasta que ella finalmente entrara a su hogar para luego irse al suyo... O bueno... No creo que debería de llamarle hogar a su casa.

¿Héroe?... Vaya chisteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora