Una mano gigante de lo que sería una maldición empezó a aparecer, atravesando el techo mientras trataba de tomar a Itadori, pero Megumi empujó tanto a Itadori como a Takahashi, evitando que ambos salieran lastimados.
–¡Takahashi, ayuda a Itadori a huir!– exclamó Megumi, mientras que sus shinigamis rugían por la nueva maldición.
Y cuando Megumi recibió el impacto, Takahashi empujó a Itadori más atrás, para que luego, un extraño y espeso humo se esparciera por el lugar.
Itadori tenía a su amiga Sasaki, mientras que Takahashi cargaba a Iguchi al estilo de saco de papas. A Itadori le pareció bastante increíble, ya que alguien tan pequeña como Takahashi no sería capaz de alzar a Iguchi por su peso, Takahashi era bastante fuerte.
Itadori iba a hablar, queriendo halagar a Takahashi por aquello, pero sintió como el aura de la fémina cambió a una aterradora.
–Ni siquiera se te ocurra decirme "bajita"– habló Takahashi de una manera escalofriante. Cuando el humo se disipó, ahora aquella aparición tenía atrapado a Megumi, quien trataba de hacer otro movimiento, aunque este falló debido a que la maldición lanzó al azabache haciendo que el se estrellara feamente en la pared, causando que los shinigamis de Megumi se desvanecieran.
Takahashi soltó suavemente a Iguchi y se preparó para salvar a su amigo,sin antes decir a Itadori.
–Salva a tus amigos, antes de que corran más peligro– dijo Takahashi para que luego ella empezara a mover sus manos, causando que un rayo invisible golpeara a la maldición, llevándolo así a la terraza de la escuela, junto a Megumi.
Takahashi corrió hacia Megumi, antes de que la maldición se acercara al azabache bastante herido.
La maldición de regeneró por aquel ataque, y antes que este se abalanzara hacia los aprendices de hechicero, Itadori volvió al ataque, dando varios golpes a la maldición.
–¡Itadori!– exclamó Megumi aún sentado en el suelo con heridas graves. El peli-rosa no escuchó al azabache y seguía con lo suyo, pero una de las manos de la maldición tomó a Itadori, tratando de ahorcarlo.
Un sonido frío de un corte retumbó el lugar y un extraño hilo rojo había cortado la mano de la maldición que tenía al Itadori.
La mano soltó a Itadori, mientras que Takahashi intentaba noquear a la maldición, pero este ahora golpeó a la peli-castaña, logrando así que sus anteojos se quebraran, dejando a la fémina tirada de rodillas, tratando de recuperar el aliento.
Itadori vió la escena y el se dispuso de nuevo a atacar a la maldición sin escuchar a ninguno de los aprendices.
–¡Itadori, Detente!– exclamó Takahashi
–¡Solo una maldición puede exorcizar a otra, no puedes ganar!– replicó Megumi, tratando de levantarse.
La maldición comenzó a barrer a Itadori por el suelo, causando que este se hiriera, pero con un movimiento ágil, Itadori ahora se encontraba encima de la maldición.
–¡¿Como puedes decirme eso ahora?! ¡Estás en el riesgo de morir!– exclamó Itadori, ahora tratando de exterminar a la criatura. –Si me fuera a casa, tendría pesadillas. Ademas, ¡yo también tengo mi propia maldición!– exclamó Itadori para luego herir uno de los ojos de la maldición, aunque este se regeneró rápidamente.
Megumi miró a Takahashi, aun tratando de respirar normalmente.
–¡Takahashi, haz algo!– exclamó Megumi, para luego mirar como la maldición atrapó a Itadori, ahora quien tenía aquel dedo en su boca.