Capítulo 02

1.1K 95 4
                                    

La noche de bodas Haerin estuvo muy nerviosa, sin saber cómo actuar ante Minji

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

La noche de bodas Haerin estuvo muy nerviosa, sin saber cómo actuar ante Minji. La alfa conservó la calma en todo momento, luciendo tan experta ante ella, y Haerin se preguntó con cuántas omegas habría estado antes.

Fue amable, paciente y dulce. Se encargó de prepararla bien para que lubricara y se apretara, y luego de marcarla, lamió su sangrante herida. Hasta la acurrucó a su lado, acariciándole el cabello y abrazándola contra su cuerpo. Haerin durmió muy bien en brazos de Minji, sabiendo en ese preciso instante que su lugar era junto a su nueva alfa. Esa perspectiva no sonaba un poco mal en aquel momento.

Tampoco sonaba mal en la actualidad, mientras escuchaba a Minji gruñir arriba de ella, moviendo sus caderas contra las suyas. Haerin gemía con cada nueva embestida, sintiendo la polla de Minji dentro. La habitación entera olía a sexo, sudor y feromonas: la omega estaba en su cuarto día de celo, ya a punto de finalizar, así que debían aprovecharlo lo más posible. Los días de celo eran su período más fértil, por lo que Minji se aseguraba de anudarla lo suficiente para que el útero de la castaña recibiera todo su esperma.

Haerin, tan agotada como estaba, no se corrió esa vez, pero si sintió el nudo de la alfa en su coño. Gimoteó por el placer, aunque también por el leve dolor: su entrada se encontraba un poco irritada por la cantidad de veces que lo hicieron. No sabía dónde entraría más semen, además, se sentía demasiado llena y con el vientre hinchado. No le sorprendió cuando Minji se quitó, minutos después, y el semen se filtró fuera de su entrada.

Cayó boca abajo en la cama, tratando de recuperarse y oyendo la respiración agitada de la contraria. La azabache también debía estar cansada por hacerse cargo de ella.

―¿Cómo te sientes, bebé? ―preguntó Kim, minutos después.

―Duele ―murmuró, sin pensarlo, antes de mirarla. La alfa tenía una expresión sorprendida.

―¿Qué? ―dijo―. ¿Te... te hice daño? Por Dios, Hae...

―¡No, no! ―se corrigió, confundida por el celo. No sabía bien lo que estaba diciendo―. No, eso no... Lo siento, alfa ―se puso a lloriquear, aturdida―. No quería...

―Shhh, shhh ―jadeó Minji―. Deja que te revise, Haerin-ah.

Haerin soltó un quejido en señal de protesta, pero se quedó quieta al sentir las manos de la mayor en su vagina. Con demasiada vergüenza, dejó que separara sus paredes, observando su interior. Debía estar sensible y cubierta de semen.

―Está un poco irritada ―se preocupó―. Hae, si no querías...

―Siempre quiero, siempre quiero ―protestó Haerin. No le confesaría que le gustaba tener sexo con ella en sus celos, porque Minji era más atenta y cariñosa―. Estoy bien.

La mujer no se veía convencida, por lo que se bajó de la cama para ir al baño. Haerin comenzó a sollozar, sensible por el celo y sintiéndolo como un rechazo a su omega, y ni siquiera se calmó cuando Minji volvió, con una crema en sus manos. Era una pomada.

bloom; catnipzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora