Sombras del hijo de la tormenta

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La mente de la sacerdotisa no la dejaba dormir, se sentía culpable se sentía tan mal por todo lo ocurrido desde su llegada al campamento, habia roto el corazón del chico que más amaba en su vida, por ser una sacerdotisa de hestia, todo por lo ocurrido en su pasado, con su madre y su padre divino, sabía que Ezio jamás la perdonaria por volverse sacerdotisa y más ahora que estaba molesto por haberla ayudado a llevar a un campista nuevo al campamento..

Había crecido con su hermana gemela, Mayela, la cuál siempre había Sido un poco más frágil se obligo a si misma a madurar antes para proteger a su hermana, no ayudo tampoco perder a su madre a muy temprana edad, y bajo circunstancias demasiado misteriosas, al crecer sin una madre el papel prácticamente recayó sobre la hermana mayor, sobre ella, sentía la presión de ser el lugar seguro de su hermanita, por eso cuando todo se salió de control, y se revelo la verdad de sus orígenes, ambas eran hijas de un Dios, un Dios por culpa del cuál había muerto su madre, una de las tantas amantes de este la había asesinado en venganza.

Por culpa de ese Dios, Mayela había crecido con miedo, por culpa de ese Dios su madre ya no estaba, por culpa de ese Dios winry tuvo que cargar toda su vida con presión constante y tener que ser perfecta, no quería saber nada de él, menos estar en una cabaña en su honor, debía asegurarse de estar junto a Mayela siempre, era su deber, por eso la abuela de ambas las convenció de hacer el juramento, ser sacerdotisas de Hestia, la Diosa de la paz, así se podría asegurar de que su hermana estaría salvó, y además librarse de tener algo que ver con su padre. con la única condición de renunciar al amor y la violencia.

Pero eso era porque honestamente le daba igual todo, nunca tuvo más amigos o novio siquiera, su vida entera giraba alrededor de su hermana, fue hasta el día que se separaron, que todo se le fue al mismo carajo, y porque simple paso lo que era inevitable, se enamoro, apareció ezio que por primera vez le quitó la carga de ser la fuerte y de ser la que protege, ezio llegó y la protegio, le mostró un mundo nuevo en el que solo estaban ellos dos, le mostró otra versión de la vida en la que no debía ser la que cargaba con todo, le mostró lo que era el amor, y ella lo traicionó, hizo el juramento a pesar de todo y le rompió el corazón.

En la hoguera de hestia dónde siempre estaría el recuerdo de lo que pudo ser y no fue, se arrepentía tanto de su desicion, pero el rencor y la carga de cuidar a Mayela la habían orillado a eso, a perder al amor de su vida, que ahora parecía odiarla a muerte, y como si hubiese tenido suficiente, lo había metido a ayudar a Stephen cuando había llegado al campamento, seguramente verla con otro chico no le había hecho gracia, y se había molestado más, ahora sentía que solo empeoraba las cosas entre ambos, tenía que tratar de hablar con el de arreglar todo esto o jamás tendría paz en el corazón.

Dió mil vueltas en su cama, inquieta mientras seguía pensando en que diablos era lo correcto, si volvía tratar de hablar con Ezio, este la ignoraria por completo, además corría el riesgo de hacer que se enfadara aún más con ella, si esque eso era posible hasta donde entendía la odiaba por completo, todo por haberse vuelto sacerdotisa, ojalá pudiese volver el tiempo y cambiar esa Desicion, si tan solo el chico la escuchará unos segundos, bueno leyera sus labios ahora tenía el detalle de ser sordo.

Se levantó y observó las camas a su alrededor, todos dormían por ahora, en su cabeza se maquino seguramente una muy mala idea, hasta donde sabía Ezio estaba solo en su cabaña, talvez podrían tener el último momento de paz para hablar, así también podría gritarle de cosas sin que nadie más supiera, salió de la cama procurando no hacer mucho ruido, considero cambiar su pijama, pero a lo mucho no tardaría mucho, y si la freia con un rayo no volvería su cama.

-Que tan mal podría salir - dijo saliendo por la puerta de la cabana, camino tratando de no hacer mucho ruido, aunque no creía que nadie estuviese despierto aun, se detuvo al llegar al enorme edificio, la Cabaña 1la de Zeus, el viento le soplo el cabello, no podía aconardarse ahora lo que sea que ezio le dijera lo tenía merecido, además aún faltaba aclarar el asunto de su hermano.

Diarios secretos del campamento MestizoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora