Jotaro.

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Jotaro.

El mar para mí lo es todo.

No puedo explicar la conexión tan grande que siento contra el gigante océano, pero él siempre comprende como me siento y me ayuda a sanar.

El olor a sal, la arena entrando por mis pies haciéndome cosquillas, el oleaje, los crustáceos que se pasean por la playa. Todo de él es hermoso.

En el mar tengo recuerdos lindos de mi infancia, recuerdos amorosos, recuerdos amargos y recuerdos dolorosos.

El mar fueron mis primeras vacaciones cuando aún era niño.

El mar me llevó a Dio por primera vez.

El mar trajo a mi hija.

El mar estuvo presente en la confesión del amor de mi vida.

El mar me vio colapsar cuando lo perdí.

Ahora, el mar está presente viendo cumplir mi sueño.

Con sentir una conexión con el mar no solo es con el agua. También es con la vida que habita en él. Desde la bacteria más pequeña, hasta el ser acuático más grande, con todos me siento así.

La primera vez que buceé tenía 15 años y me encontraba en la búsqueda del vampiro. Entre tanto caos, antes de que una idiota que dejé sin dientes se acercará a atacarme, ver como los peces del mar rojo nadaban en diferentes direcciones, que algunos se me acercaban con curiosidad para luego irse nadando por miedo, me traía paz. Una tranquilidad tan increíble que lo único que quería hacer en ese momento era quedarme allí toda la vida.

Desde ese día la idea de estudiar una carrera referente al océano quedó grabada en mi cerebro. Al principio pensé en oceanografía, pero después de pensarlo miles de veces en las aburridas clases de los profesores, recordar una y mil veces ese día, me di cuenta de que lo mío era la biología marina. Ya que no solo abarcaba el estudio del océano, sino de todo lo que lleva este.

Comencé la carrera con el pie izquierdo, lleno de estrés, preocupaciones, llevando un matrimonio arreglado, una hija y cargando con la muerte del que probablemente será el amor de mi vida para toda la vida. No obstante, con el pasar el tiempo y mucha ayuda psicológica, logré terminar mi fase de duelo. Lo que me ayudó a avanzar mucho en mi carrera, logrando posicionarme en los mejores de la facultad.

Tras dos años llenos de arduo estudio, en mis vacaciones de verano justo tuve que ayudar a la fundación SPW con un caso de aumento inexplicable de usuarios de stand y asesinatos en Morioh. Lo que me llevó al gran descubrimiento del cual todos los biólogos de la actualidad están ansiosos por saber.

Recuerdo ese día; me quedaba solo un día de estadía en el pueblo, así que antes de irme hice una parada en la playa. Fue ahí que la encontré, una peculiar estrella de mar rocosa de color morado y rosa coral. Me acerqué a ella para detallarla, pero no hallaba descifrar que tipo de estrella era. Le tomé una foto y se la envié a un profesor, preguntando si sabía a qué familia pertenecía, pero él negó conocerla.

De ahí salió mi idea de contactar a alguien de la fundación para conservarla en la base japonesa y estudiarla.

Resultó que yo fui la primera persona en ver esa estrella de mar y el resto es historia. Ahora cientos de biólogos y científicos quieren colaborar conmigo para llevarse el crédito del hallazgo y los estudios. Lástima que les salió mal, no soy tan estúpido como otros.

Y lo que ellos no saben es que ya todos los estudios que debían hacerse ya los hice. Lo único en lo que me estoy dedicando ahora es en redactar mi tesis y asistir a las clases de mi último semestre.

~a r r o m a n t i c o~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora