Siete

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Me fue inevitable no irte a ver a la biblioteca, los lentes te quedan bien.
Es admirable cómo trabajas arduamente y con tanta dedicación.

Siempre te gustaron los libros, a mi me resultan de los más aburridos.

¿Todavía tienes la esperanza de ser escritor? Seguramente si.

Me pregunto cuál sería tu primera historia, antes quería ser el primero a quien leyeras el borrador.

¿No me reconoces o si?

Teñí mi cabello y para pasar desapercibido llegó antes de que sea tu turno, para que no me veas entrar por la delatora puerta con una campana.

Luego en tu receso en esos minutos que te das para preparar tu café salgo apresuradamente.

Déjame decirte que me ha funcionado porque ni siquiera te percatas de mi presencia.

A excepción de tu compañero que se acerca a hablarme cada vez que puede, es molesto porque no me deja fingir que leo tranquilo. Aunque últimamente dejó de hacerlo, ha de ser por la mirada que le pongo.

Esa que tú llamabas La mirada, haciendo hincapié en La y entrecerrando los ojos al pronunciarlo.

Sabes a esta altura es imposible no admitir que extraño tus reacciones exageradas y tu risa contagiosa.



The end of a beautiful worldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora