todo lo que pasamos

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Como le hubiese gustado poder retroceder en el tiempo, jamás se hubiese imaginado que estaría en esta situación

—Perdón, no te vimos.

Durante los últimos años de primaria y su primer año de secundaria, Izuku y Sayuri estaban unidos por la cadera. Pero eso también significaba qué las burlas hacia Midoriya iban en aumento.

Desde el primer día de alguna forma se supo qué era mukosei, por lo qué la gente no encontró más "diversión" qué molestarlo y como siempre estaba con él, tuvo qué ver muchas cosas.

Eso conllevo que seis meses después comenzaran a molestar a Sayuri, no eran tan 'graves' pero de todas formas salía con alguna herida qué logró ocultar debido al uniforme de invierno. No tenía el valor de contarle a Izuku, con solo pensar en decirle lograba imaginarse la cara que colocaría. Ya tiene muchos problemas, no puedo arrastrarlo en esto.

Yaciendo en el suelo se acordó de que le había prometido a Izuku una bebida por lo que fue a la máquina expendedora más cercana. Pero no contó qué cuando apenas salió del aula un grupo empezó a seguirla.

Desviando su vista del suelo, tomó su muñeca qué estaba comenzando a doler al haber caído sobre ella y al momento de ver al grupo no pudo evitar enojarse. Ahí estaban, de pie con una cara de suficiencia.

—Porque nos miras así, le pedirás ayuda a tu amigo. ¡Ah, verdad qué es mukosei!. sus risas le daban nauseas, le daban una ganas de golpearlas, borrar esas sonrisas de sus estúpidas caras.

Pero eran cuatro contra ella. Al mínimo movimiento que hiciera la situación podría empeorar.

—Oe, quítense del camino.

No era necesario adivinar de quién era la voz, bastaba con sólo estar en el mismo salón para poder escuchar su voz, o más bien sus gritos.

Esa misma voz qué Sayuri intentó esquivar todo estos meses

—Perdón, solo estábamos hablando. —una de las personas explica con un tono tembloroso.

Nadie quería meterse con Bakugo Katsuki, lo dejó en claro cuando derrotó a unos superiores qué pensaban qué la escuela era su territorio. Los chismes no pararon hasta un mes después, cuando irritado gritó qué si no se callaban les iba a pasar lo mismo.

—me importa una mierda lo qué están haciendo, solo váyanse.

Sin decir más, el grupo se dispersó no sin antes mirar para atrás para ver qué era lo qué iba a pasar.

Sayuri todavía estaba sentada, sin reconocer la presencia de Bakugo se negaba aceptar que fue él el que la ayudó.

Levantándose, solamente se dirigió hacia la máquina expendedora, a través del reflejo se mostraba su silueta apoyada en la pared contraria mirándola fijamente los movimientos qué hacía.

—Tu muñeca, ¿está bien?.

El único ruido qué se escuchaba era el presionar de los botones, a pesar de estar en un pequeño descanso no se escuchaba ninguna voz de los demás estudiantes incluso no se veían por los alrededores.

Solo un silencio incómodo, que por lo menos para Sayuri lo era.

La última vez qué hablaron terminaron gritando, incluso Sayuri le dijo qué lo odiaba con toda su alma y qué deseaba no verlo nunca más. Después de eso no sabía cómo sentirse al respecto, pasar de la admiración al repudio le dejó un mal sabor en la boca

Una vez qué las bebidas bajaron, simplemente las tomó y se dispuso a irse.

O eso iba a hacer.

Porque el trato silencioso cabreó bastante a Bakugo qué no tuvo otra qué tomar de la muñeca lastimada de Sayuri para atraerla, ignorando el quejido de ella la puso entre la ventana y él, bloqueando toda posibilidad de qué escapara.

Mis héroes ||Boku ni hero academia||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora