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▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬Valaquia, Rumanía.
La oscuridad había llegado a Valaquia, la tenue luz de la luna alumbraba las solitarias calles y abrazaba con delicadeza los terrenos de la Mansión Montclaire, lugar que se donde una de las alzaba como un monumento al esplendor y la elegancia.
Dentro de aquella mansión los salones se iluminaban por candelabros de cristal, resonaba un bullicio refinado. Los nobles, ataviados con trajes de exquisita confección y joyas centelleantes, conversaban con animación, sus risas armonizaban con la melodía que flotaba en el aire. El vino fluía como elocuente testigo de la celebración, y la danza de las risas y los murmullos perfumaba la estancia. Exquista comida, vino del más añejo, joyas brillantes y seda de la más cara eran presentes y del gusto de aquellos nobles que disfrutaban de la celebración, disfrutando de su envidiable y exitoso estatus. No había carencia, no había algodón, ni penurias todos gozaban entre la algarabía y la dicha, sin embargo entre el deleite y la celebración un breve momento de pausa se sintió en el ambiente, los presentes no sentían que la dicha y la felicidad se estaban disipando entre sus dedos.
—Señor Antón, ¿y Romina? —preguntó una voz masculina.
—Ella bajará pronto, debe de estar preparándose todavía. —contestó un hombre de cabellera y barba larga con algunos cabellos blancos.
Una criada con un porte apresurado irrumpió la serenidad de la habitación de Romina, quien atraves del espejo miró a la mujer.
— Domnișoară Romina, su padre la busca. Dice que es importante —anunció la criada con respeto, evitando el contacto visual con Romina, manteniendo gacha su cabeza.
Romina suspiró con una leve mueca de resignación.
— Está bien, estaré allí en unos instantes —respondió con voz sosegada. Soltó un suspiro con una leve mueca de resignación.
Romina se levantó de su asiento y se miró por última vez en el espejo de cuerpo completo asegurándose de que todo estuviera en su sitio. La joven se aseguró de que su cabello ondeara con elegancia, de que el maquillaje realzara su belleza sin ser ostentoso, y de que su vestido estuviera impecable, sin una sola arruga que alterara su perfección.
Finalmente, la mujer giró con gracia y abandonó su recámara, dejando atrás el confort de su espacio privado para adentrarse en los pasillos de la mansión. El murmullo de la celebración se intensificaba a medida que se acercaba, una sinfonía de risas y conversaciones que caldeaban el ambiente y hacían que la gran mansión no se sintiera tan solitaria.
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The Sultan's Fahişe (𝗦𝘂𝗹𝘁𝗮𝗻 𝗦𝗲𝗹𝗶𝗺)
Fanfic𝗧𝗖𝗢𝗧𝗦 | "𝗘𝗹 𝗮𝗺𝗼𝗿 𝗲𝘀 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝘂𝗻 𝗿í𝗼 𝗾𝘂𝗲 𝗳𝗹𝘂𝘆𝗲 𝘀𝗶𝗻 𝗱𝗲𝘁𝗲𝗻𝗲𝗿𝘀𝗲. 𝗡𝗼 𝗰𝗼𝗻𝘀𝘂𝗹𝘁𝗮 𝗲𝘁𝗶𝗾𝘂𝗲𝘁𝗮𝘀 𝗻𝗶 𝗲𝘀𝘁𝗮𝘁𝘂𝘀 𝘀𝗼𝗰𝗶𝗮𝗹 𝗰𝘂𝗮𝗻𝗱𝗼 𝗲𝗹𝗶𝗴𝗲 𝗮 𝗾𝘂𝗶𝗲𝗻 𝗮𝗺𝗮𝗿." Romina Montclaire, hija de u...