Capítulo 12. Confiar.

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Su cuerpo se sentía tembloroso rodeado contra el mío. Y podía sentir cómo mi camisa volvía a humedecerse por sus lágrimas.

Sé que ella necesitaba contención, sé que necesitaba apoyo de alguien después de haber recordado todas esas cosas. Sé que debía estar desesperada, impotente y frustrada.

Pero yo no podía involucrarme más de la cuenta.

Mejor dicho... No debía involucrarme más de la cuenta.

Resoplé y poco a poco dejé de abrazarla.

—Marina... –empecé a decir, tratando de mirarla a los ojos– ¿Estás más tranquila?

Asintió con la cabeza y limpió sus lágrimas, me miró y respiró profundo, intentando volver a la normalidad.

—Escucha... –Continué diciendo– ¿Hay alguna manera de corroborar la información que me acabas de decir?

Ella parpadeó atónita, manteniendo sus manos alzadas por el shock que le había causado mientras se limpiaba sus lágrimas.

Frunció el ceño, con sus ojos húmedos aún.

—¿No... No me crees? ¿No ha sido suficiente?

A nadie podría creerle sólo con contarme una historia... A nadie podría darle un voto de confianza si no hay algo tangible, observable, verificable.

Pero con ella...

—Quiero creerte –Admití– y no creo que hayas inventado algo como eso, realmente quiero pensar que eres lo suficientemente inteligente para no cometer tal idiotez. Pero legalmente no es suficiente para sacarte del caso, Marina.

—¿Qué? Pero...¿Por qué? –Respondió temblorosa–

—Son recuerdos, es tu versión de la historia. –Le expliqué– así como cualquier sospechoso también podría hacer lo mismo e inventarse algo a su favor. Es tu palabra contra las pruebas que hay contra ti. ¿Me explico?

Ella no reaccionó, se me quedó mirando como si no pudiera creer lo que le estaba diciendo.

—Marina, por eso te pregunto. ¿Hay alguna manera de corroborar esto que me acabas de contar?

Ella me desvió la mirada y negó con la cabeza.

—Yo no... No. –Se levantó, nerviosa– esa noche él simplemente me dejó en mi casa y... Ya. No tuve más contacto con él, no hubo más nada.

—¿Alguien los vio llegar a tu casa? ¿Alguien puede afirmar que tú no te fuiste con él a su apartamento?

Me miró, a punto de sollozar otra vez.

—No... Sólo éramos él y yo, Levi. No recuerdo que hubiera alguien alrededor.

—¿Algún vecino?

Ella negó con la cabeza, se sentó y frotó su cabeza..

—No... No estoy segura.

Me agaché para estar al frente de ella y la agarré con suavidad del brazo.

—¿Dices que Erwin conocía a tu madre?

—Es lo que pude entender de su comentario... –Musitó– pero en ese entonces estaba tan cansada que no pude preguntarle nada al respecto. Ni siquiera me acordaba que me dijo eso...

—¿Y según tu historia, él iba a encontrarse con alguien?

Asintió con la cabeza y se sonó la nariz.

Mordí mi labio. Carajo.

—¿Lo llamaste en algún momento?

—No.. al día siguiente yo estaba sumamente cansada, ni siquiera fui a trabajar, Levi. Me quedé en casa, sabiendo que algo me había pasado en el prostíbulo, pero no sabía qué, y tampoco quería saberlo. Y el papelito con su número debí perderlo, no lo volví a ver ni me acordaba de que me lo dió.

Miénteme y quiéreme (+18) | Levi Ackerman.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora