Capítulo 14. Cierres.

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—Eren.

El castaño se paró en seco y volteó a mirarme.

—¿Qué pasa?

—Tú crees que... –Desvié la mirada, sintiéndome totalmente patético– Olvídalo.

Eren frunció el ceño y se posicionó al lado de la puerta de copiloto.

Lo miré, desconcertado.

—¿Qué haces? ¿Y tu auto?

—Vine en taxi. –Abrió la puerta y se sentó–

—No soy tu chófer. –Gruñí, sentándome también y abrochándome el cinturón–

—Sí lo eres. ¿Qué querías preguntar antes?

Pensé en las palabras de Marina y respiré profundo. Detestaba esta sensación.

—Tú crees que... –Empecé a decir, Eren me miraba curioso– ¿No valgo la pena?

El castaño se quedó atónito por unos segundos y después me desvió la mirada, procesando mi pregunta.

—¿Valer la pena cómo?

—No lo sé, no te preguntaría de saberlo. –Resoplé y encendí la camioneta– olvídalo, es algo que no tiene mucho sentido tampoco.

—Pero espera, ¿Te refieres a valer la pena cómo persona? ¿Algo así?

—Eso creo... Cómo hombre.

Eren miró hacia el frente, confundido.

—¿Me puedes dar más contexto de tu pregunta?

—Olvídalo, Eren. –Deslicé la palanca y miré el retrovisor– De verdad no es tan importante.

—Pues... Eres bueno con quién quieres ser bueno, y malo con quién quieres ser malo.

Mantuve el pie en el freno y lo miré.

—¿Esa respuesta debería sacarme de dudas?

Eren chasqueó la lengua y alzó los hombros.

—No conozco todas tus facetas... Pero eres un buen colega y un buen amigo, estás allí cuando te necesitan y te gusta hacer el bien. Tienes sentimientos pero... Bueno.

—¿Pero? –Repetí, animándolo a continuar–

—Bueno, no son muy visibles.

—¿No valgo la pena por no llorar frente a las personas? ¿Por no reír a carcajadas?

—¡No, no! –Eren movió las manos rápidamente– A lo que voy es que, una persona tiene que conocerte bastante bien para darse cuenta de que vales la pena... A simple vista no lo notarían porque... –Lo miré y él me miró un poco asustado de lo que diría a continuación– porque tu primera impresión es... fría, como el hielo.

—¿Hielo?

Eren se quedó pensativo.

—Bueno, más bien como un hielo bastante afilado e imponente, un iceberg.

—¿Qué?

—Como un gato, también.

—¿Un gato?

—Es que eres muy... arisco y... –Bajó un poco su voz– amargado.

Parpadeé atónito.

Iba a decir algo, pero Eren se me adelantó.

—¿Podemos cambiar de conversación? –Eren me desvió la mirada, ahora enfocándola en su ventana– Presiento que esto no terminará bien.

Tomé aire y empecé a conducir.

Miénteme y quiéreme (+18) | Levi Ackerman.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora