Capítulo I: La graduación

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Mara

       El día de la graduación finalmente había llegado. Un día en el que me tendría que despedir de una etapa llena de muchas personas, emociones, momentos... Y estaba demasiado nerviosa; tenía que dar un discurso frente a muchísimas personas, un discurso que, de tanto pensarlo y reescribirlo, casi se había convertido en una de esas cartas que te solían recomendar los psicólogos a hacer cuando te encuentras mal.

       - Venga, Mara, no querrás llegar tarde a tu graduación -me dijo mi madre antes de bajar por las escaleras que conducían al garaje.

        Empecé a seguirla mientras intentaba no tropezar con los tacones que apenas me había puesto. Me arrepentí de no haber seguido el consejo de Sheila de acostumbrarme a caminar con ellos días antes. Sería un día largo con aquellos tacones.

        Mi conjunto para la graduación llevaba planificado prácticamente desde que me di cuenta de que se organizaría, este se basaba en un vestido largo de tirantes color verde oscuro con una apertura en la parte lateral de mi pierna izquierda, por detrás, tenía la espalda abierta con unas cuerdas formando una especie de zigzag que terminaban en un lazo cuidadosamente hecho. A esto, lo acompañé con unos tacones negros abiertos con una sujeción en la parte delantera del pie y otra cruzada que terminaba en la parte posterior del tacón. Por otra parte, estaba mi peinado, que constaba de un moño bajo con dos pequeños mechones sueltos, elegante y adecuado para la ocasión.

       Al poco de subir al coche y abrocharme el cinturón, mi padre arrancó el coche rumbo al instituto.

       No podía evitar sentirme nerviosa viendo cómo los minutos pasaban en el reloj de mi móvil; no podía evitar pensar en todo lo que tendríamos que hacer en la graduación aparte de mi discurso -el cual me generaba bastantes nervios de por sí-, y, aunque no fuera la única persona que iba a vivirla, me sentía la protagonista de aquella ceremonia. Pese a ello, una parte de mí estaba muy feliz y sentía que ese iba a ser un paso importante más que debía dar en mi vida.

       En cuanto mi padre aparcó, nos bajamos del coche y busqué a Sheila entre toda la multitud. Al principio pensaba que iba a ser complicado debido al gran bullicio que había delante del edificio, pero no tardé mucho en encontrarla.

       - ¡Mara! -me gritó corriendo hasta mí-. ¡Qué guapa vas! -dijo haciéndome dar una vuelta sobre mí misma mientras yo me reía.

       - Gracias -acepté su cumplido-. Tú también vas preciosa -le respondí mirando su vestido: era bastante similar al mío, de un color malva que le sentaba genial. Y eso sin mencionar sus maravillosos rizos naturales.

       - Bueno, ¿estás lista para dar tu maravilloso discurso que llevas meses preparando? -preguntó finalmente pasándome un brazo sobre mis hombros.

        - Si te soy sincera... -hice una pequeña pausa-. Estoy demasiado nerviosa, más que nada porque no quiero que me salga mal; siento que voy a hacer el ridículo en cualquier momento o que cuando la gente me escuche se va a quedar modo: "¿Y esta tía?"-dije haciendo una mueca que hizo reír a la morena.

       - Bueno, tranquila, relájate y no pienses tanto en eso, que seguro que te sale genial -me decía Sheila mientras yo me imaginaba veinte escenarios distintos de cómo de mal podrían salir las cosas-. Ahora vamos a buscar a Jed que seguro te ayuda a desconectar con su encanto.

       No pude oponerme, ya que, cuando me quise dar cuenta, Sheila estaba guiándome entre la multitud para encontrar a mi mejor amigo y también su novio.

       Entramos al enorme salón donde se iba a celebrar la graduación y empecé a agobiarme otra vez al ver a tantas personas distintas en la sala. ¿En serio iba a tener que hablar delante de todos ellos? Pero antes de poder empezar a comerme la cabeza aún más, sentí unos brazos rodeándome por la espalda haciendo que me sobresaltara del susto, y en cuanto me giré, pude ver a Jed, quien iba con un esmoquin beige junto a una camisa blanca y una corbata negra que le sentaban muy bien.

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