Mara
Estaba durmiendo después de haber pasado toda la noche del tirón sin despertarme ni una sola vez cuando noté cómo una pequeña luz me empezaba a iluminar la cara. Intenté ignorarla pero no desaparecía, es más, cuando por fin dejé de sentir la luz, unas pequeñas gotas de agua cayeron sobre mi cara.
Me costó un poco abrir los ojos, pero en cuanto vi a la persona que se encontraba a mi izquierda, me levanté de un salto:
- ¡Cyrus! -dije emocionada de poder volver a verlo.
- Hola gnomo de jardín -me respondió el saludo pasándome la mano por el pelo alborotándolo-. Tú y yo tenemos que hablar.
- Dame cinco minutos al menos que me acabo de despertar -me quejé-. Pero... ¿Es algo serio? -pregunté al ver cómo había cambiado notablemente el tono de voz a uno más serio.
- Más o menos -contestó-, pero primero desayuna, ya tendremos tiempo para hablar.
Le hice caso y bajé a desayunar pues también lo necesitaba si no quería estar todo el día en el sofá sin hacer nada productivo únicamente viendo alguna serie. Cuando llegué a la planta de abajo noté que mis padres no estaban.
- Han salido a que mamá se compre un vestido para la boda de una amiga suya -me indicó mi hermano al ver mi cara de confusión.
- ¿Tenemos que ir nosotros también? -pregunté terminando de prepararme un cuenco con frutos rojos y yogur.
- Yo estoy fuera por temas de trabajo -respondió dándome a entender que no iría.
Me limité a asentir y a seguir tomándome el desayuno, pero como era una persona incapaz de aguantar en silencio durante mucho tiempo, volví a hablar:
- Oye Cyrus... -empecé-, ¿puedes contarme ya lo que sea que ibas a decirme? Me estoy muriendo de la expectación.
- Prefiero que primero desayunes tranquila -dijo sentándose a mi lado en la isla.
Un rato después, terminé de desayunar y dejé los platos en el lavavajillas como de costumbre, y cuando coloqué todo, mi hermano se dirigió al salón y se sentó en el sofá grande, así que lo seguí y me senté a su lado.
Pasamos unos minutos en silencio hasta que mi hermano decidió hablar.
- Sé que el viernes por la noche tuviste la fiesta de graduación y que volviste el sábado a las tres de la mañana más o menos -empezó.
- Sí bueno, papá y mamá me dejaron así que...
- No he venido a hablar ni de la fiesta ni de la hora a la que volviste a casa -me cortó-, sino de lo que le dijiste a Sheila cuando te dejaron en casa.
Tragué saliva. Sabía a qué se refería.
- ¿Por qué le mentiste diciéndole que aquella noche iba a estar en casa y te iba a poder cuidar? -preguntó finalmente con un tono de voz serio que solo utilizaba cuando algo le molestaba.
- Sabía que tenía que decir algo y que no podía quedarme callada: mi hermano acababa de preguntarme de manera sutil qué fue lo que sucedió en la fiesta, más que nada porque quería saber el motivo de mi mentira, y como sabía que no podía mentirle, se lo conté todo.
- Aquel día me encontré a Byers... -dije recordando todo-. Y la verdad es que no me lo esperaba. Me pilló desprevenida todo.
- ¿Y por eso tuviste que mentirle a Sheila sobre que iba a cuidarte? -dijo algo molesto-. Mara, ¿qué pasó en la fiesta como para que Sheila me escriba a las tres de la mañana para decirme eso?
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Vicisitudes
Ficção AdolescenteMara acaba de terminar el instituto, y sabe que tiene que dejar muchas cosas cuando entre a la universidad, en especial a algunas personas. O al menos esa es la intención de nuestra chica. Un libro en el que nuestra querida protagonista descubre que...