Capítulo II: Una amiga borracha, un descuido y una sombra del pasado

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Mara

Después de la graduación, nos fuimos a Rebel, un club nocturno de la ciudad, y hasta que no llegamos al lugar, no pude disfrutar plenamente aquel día ni animarme, pues, aunque no me dí cuenta, había estado todo aquel día preocupándome sobre el discurso, y una vez que lo di, empecé a pensar en Byers.

Aunque había mucha gente allí sin contarnos a los graduados, no había tanta como para pudiera llegar a ser agobiante, por lo que se podía estar medianamente bien.

- Venga Mara vamos a bailar un rato -me decía Laura mientras empezaba a sonar la inconfundible melodía de Baby don't hurt me de David Guetta.

Decidí acompañar a mi amiga hasta la zona más cercana de donde se encontraba el dj, y allí, moverme al ritmo de la música para poder desconectar completamente y centrarme en lo que reproducía el dj desde su mesa de mezclas.

Mientras bailábamos y cantábamos eufóricas, pude ver que algunos de nuestros amigos se sumaban a nosotras, y después de algunas canciones, acabamos unas diez personas saltando y cantando organizados en un improvisado semicírculo en mitad de la pista.

He de admitir que necesitaba aquella fiesta después de la graduación porque, a parte de que no me llevaba sintiendo bien aquellas últimas semanas, el malestar que sentí desde que entré al edificio hasta que llegamos al pub, era tan intenso que casi me impedía poder actuar con normalidad.

Un rato después, me aparté a la barra a por una bebida para Laura y Sheila y de paso me pedí otra para mí.

- ¿Qué quiere para beber? -me preguntó el barman.

- Un mojito, una margarita y un san francisco por favor -respondí amablemente.

- Enseguida -me dijo-, deme cinco minutos.

Asentí y esperé a que me trajeran las bebidas mientras le hacía una señal a Sheila para que viniera a ayudarme.

Poco después, el camarero me entregó los cócteles y le di a Sheila su mojito y la margarita para Laura y yo cogí mi san francisco antes de ir a buscar a Laura entre toda la multitud.

El resto de la noche estuvimos bailando y cantando al ritmo de la música, aunque también lo acompañamos con algunos cócteles, sobretodo Laura, quien pese a nuestras advertencias, seguía bebiendo como si no hubiese un mañana, a diferencia de mí o de Sheila, quienes preferimos controlarnos aquella noche.

Después de pasar un buen rato disfrutando de todas y cada una de las canciones que reproducía el dj, decidimos irnos a casa, sobre todo porque empezaba a preocuparnos el estado en el que se encontraba nuestra amiga rubia.

- Venga Laura, deja de hacer el tonto -me quejaba mientras la sostenía.

- No sé cómo ha podido beber tanto -decía Sheila abrazada a Jed. Ella fue la que menos bebió, por lo que mantenía el sentido común y no se balanceaba de un lado a otro como lo hacía nuestra otra amiga.

- Si quieres la llevo yo hasta el coche -me dijo Jed-. No creo que sobrevivas con esos tacones.

Le hice un gesto en señal de agradecimiento y dejé que llevase a Laura lo que quedaba de camino.

- ¿Desde cuándo tienes el pelo rapado? -preguntó Laura tocándole la cabeza a Jed.

- Pues sí que ha bebido -dijo riendo Sheila.

Nos estuvimos riendo el resto del camino por la actitud de Laura, quien se pasó todo el recorrido haciendo preguntas absurdas y diciendo tonterías. Iba muy pero que muy mal.

Poco después, llegamos al coche, y antes de subirme me di cuenta de que me faltaba el bolso.

- Ay madre mía... me he dejado el bolso en el club -me quejé.

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