Capítulo III Entre la nostalgia y la realidad: Un reencuentro que lo cambia todo

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Byers

       Parecía bastante sorprendida y nerviosa por encontrarse conmigo, era entendible; no habíamos acabado de la mejor forma posible y eso en el fondo nos afectaba, por mucho que quisieramos ocultarlo.
       - Creo que esto es tuyo -dije enseñándole el bolso lo que hizo que le cambiara la cara.

       - Oh dios mío -dijo aliviada-. Muchas gracias, pensaba que lo había perdido.

       - Veo que sigues siendo igual de despistada que siempre -objeté con una sonrisa cálida en mi rostro.

       Vi cómo sus mejillas se sonrojaron ligeramente al escuchar mi comentario y evitó mi mirada mirando hacia el suelo. Parecía un poco incómoda, y no fue hasta pasado un tiempo que decidió romper el silencio.

       - Bueno, si no te importa... -dijo intentando coger el bolso y rozando así su mano con la mía-. Byers, tengo prisa... -se quejó al ver que no soltaba su bolso.

       Hacía tanto tiempo que no manteníamos ningún tipo de contacto, que había olvidado cómo era sentir su piel rozando la mía como estaba sucediendo en aquel momento. No quería soltarla, porque sabía que si lo hacía, se alejaría de mí.

       - ¿Te vas andando? -pregunté-. Porque si es así puedo llevarte en coche.

       Se quedó un momento callada, analizando lo que acababa de decir.

       - Me voy con Jed -contestó, y al ver que no terminaba de darle su bolso, volvió a hablar-. De verdad que tengo prisa.

       Finalmente aflojé el agarre dejando que cogiera su bolso dispuesta a marcharse, pero cuando se giró, la cogí de la muñeca girándola hacia mí. Pude ver cómo su piel se erizaba ligeramente al sentir el contacto de mi mano sobre su muñeca.

       - No podemos volver a lo de antes y lo sabes - fue lo único que pudo decir en un pequeño hilo de voz. Su voz delataba un pequeño atisbo de decepción y melancolía, lo que me complicaba mucho más la "tarea" de entender el por qué era todo así en aquel entonces.

       - Quisiera saber por qué -me atreví a decir-. Después de todo este tiempo, sigo sin saber por qué me dejaste.

       Su mirada cambió a una más sombría y volvió a hablar.

       - Ojalá pudiera decírtelo... -parecía que lo decía más para sí misma que para mí.

       Aquello me confundió aún más, haciendo que aflojara mi agarre sobre su muñeca, aprovechando así la oportunidad de zafarse de este y poder darse media vuelta dejándome con mil preguntas sin contestar.

Mara

       Definitivamente no estaba mentalmente preparada para volver a encontrármelo. Aunque hubieran pasado casi seis meses. No conseguía pasar página. Bueno, no exactamente, es decir, había estado muy bien manteniendo eso del contacto cero sin cruzar ninguna mirada ni palabra con él, pero cuando lo tuve solo a unos centímetros de mí, no podía simplemente pasar de él como había estado haciendo todo este tiempo.

       No fue hasta que rió que me di cuenta de lo mucho que me gustaba escucharle reír de aquella forma, no fue hasta que me agarró de la muñeca que me di cuenta de cuánto me gustaba sentir su piel rozando la mía, y no fue hasta que lo tuve a un par de centímetros con mi cabeza hecha un lío por la tensión, que todos aquellos sentimientos que yo pensaba tener guardados afloraron, haciéndome así un manojo de nervios con demasiadas emociones, todas tan intensas, mucho más de lo que nunca hubiera podido imaginar debido a haberlas tenido reprimidas tanto tiempo. Pero también fue en ese instante cuando me acordé de por qué terminó todo, y fue ahí cuando decidí tomar distancias.

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