«Enrique Williams»
Los días transcurren con normalidad y aquella información de que papá vendrá a verme parece pasar a segundo plano a tal punto de dejar de importarme. Es miércoles. De mi situación ya conocen mis amigos y ambos han optado por no dejarme solo en espera de papá.
Los tres tenemos el mismo grado de temor, mi padre es un hombre grande y fuerte, hasta donde yo lo recuerdo, tiene el cabello tan negro como un carbón y unos ojos grises que estuve cerca de heredar. Los iris de mis ojos son más un negro muy clarito que un gris. Aunque el cabello sí que lo tenemos y no sé si sentirme orgulloso de eso.
Siendo honesto, me da miedo ser en algún momento igual a él, parecerme a mi padre y terminar educando a mis hijos de la misma forma.
Debido y gracias a mi madre he crecido con la mentalidad de que la mayoría de cosas son posibles si crees en ti, en que ser original nunca es un delito, que ser independiente debería ser una meta a conseguir y que, ante todo, el respeto es bastante primordial, todo lo demás que soy lo he conseguido por mí y por la vida que nunca deja de sorprenderme.
— ¿Enrique? —La voz de la rubia me saca de mis pensamientos mientras los tres caminamos fuera del instituto.
— ¿En qué piensas tanto? —Trata de indagar Noé y me encojo de hombros.
— ¿Creen que algún día yo sea como papá? —Me atrevo a decir y los veo intercambiar miradas antes de negar.
— Claro que no —responden al unísono.
— Enrique, eres la mejor versión de tus padres —dice el castaño.
— Y también, eres todo aquello que una vez te faltó —añade Alice.
— Nunca serás como él. Serás muchísimo mejor —concluye mi amigo.
— Eso espero, gracias —me limito a responder.
Vuelven a cruzar miradas y se quedan en silencio. De pronto, una chica corre a nuestro lado, pasa empujándome con el codo, pero se voltea y pide perdón. Me fijo que hay muchas personas haciendo lo mismo.
Todas se reúnen en la entrada, tienen los teléfonos fuera y parecen muy interesados en lo que esté ahí.
— ¿Alguna celebridad? —Pregunta Noé a su grupo de fútbol, los cuales observan todo a la distancia.
— No —responde un moreno— Es Alfred Williams, dice que anda buscando a su hijo, la gente se vuelve loca cuando ven a alguien con dinero —habla con naturalidad.
Mis amigos y yo nos volteamos a ver.
Avanzamos a paso rápido hacia el bullicio de cámaras y fotos. Lo tratan como si fuera un actor de Hollywood, pero es una persona de carne y hueso como cualquiera.
Nos hacemos paso entre las personas y entonces lo veo.
Y la vida se me reinicia.
Su cabello negro tiene pintas blancas, como si se hubiera cubierto de nieve, su rostro se marca con algunas arrugas cada vez que sonríe. Viste de traje, como siempre, no ha perdido su porte de galán, parece que incluso los años le han sentado bien.
Observa a toda la gente, saludándola, antes de que su mirada se detenga en mí.
— ¡Enrique! —Exclama una chica a mi lado— ¡Ustedes son igualitos! —Y las cámaras me señalan. Maravilloso.
— ¿Enrique? —La voz de John, un tipo al que le caigo mal, no se hace esperar—. Ya quisiera Enrique que su padre fuera él. A Enrique su padre lo abandonó cuando era pequeño, así como hizo Laura —comenta.
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Tú que puedes (En Pausa) [Williams #2] ©
Fiksi RemajaVive la historia de Enrique y Alice. Al menos, tú que puedes... ⚊⚊⚊⚊⚊⚊⚊⚊⚊⚊⚊⚊⚊ ¿Cuál es la diferencia entre "secreto" y "mentira"? Enrique Williams siempre ha pecado de ser muy metódico, pero su vida da un giro de 180° cuando su padre, tras ocho año...