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Roier estaba recién levantándose, se notaba en su rostro de pocos amigos después de que se despegara de sus sábanas. La puerta de su departamento había sido golpeada y dudaba que sus gatos pudieran abrirle a sea quién sea quien estuviera detrás se la puerta de entrada de su hogar.

—¿Quién es? —inquiere mientras intenta arreglar un par de cabellos de su cabeza. Estaba totalmente despeinado y debía al menos verse decente para recibir a alguien; bueno, difícil verse decente estando en pijama y con una marca roja atravesando toda su mejilla derecha.

—Cellbit.

—Ah, eres tú. — Roier entrecerró sus ojos con un poco más de confianza para poder acercarse a la puerta y abrir.

— Son la una de la tarde, ¿Te he despertado en serio? —Cellbit esbozó una sonrisa en sus esponjosos y rosados labios. En sus manos tenía una bolsa de papel y Roier miró esta algo extrañado. —Oh, son galletas. Mamá te las manda.

El pelinegro asiente y sólo se hace a un lado permitiéndole al de cabello castaño pasar a su hogar. Roier le tenía suficiente confianza a Cellbit para dejarlo pasar estando en aquellas condiciones; recién despertando. Si hubiera sido otra persona seguramente le hubiera dicho "sí, allí está la puerta. Hasta luego."

—Hoy tengo que salir con Lauren —dijo entusiasmado el castaño. Al fin había podido conseguir una cita en la tan apretada agenda de la muchacha. —Hace tiempo le pregunté.., bueno, le pregunté muchas veces si quería salir conmigo, pero siempre me decía que estaba ocupada o tenía que hacer cosas ese día.

Roier sonrió de manera ladina mientras solo se limitaba a alzarse de hombros. No iba a negar el hecho de que le molestaba que siempre cuando Cellbit tenía una cita iba a presumirle su tan bonita vida mientras él se limitaba a fingir que tenía interés en las chicas de su clase y tragar la frase "hey, me gustan los chicos"

—Genial, Cell.

—¿Cierto? ¿Te imaginas logro ser su novio? —Cellbit abrió la bolsa de papel para poder tomar una de las galletas y morderla.

—De seguro sí, es decir, mírate. Eres... ¿bonito?

—¿Me estás coqueteando? —Cellbit alzó sus cejas mientras miraba en dirección a Roier con burla y picardía.

Roier se quedó estático en su posición y sintió su respiración temblar. Tensó su mandíbula levemente y se limitó a negar con su cabeza; su corazón extrañamente había comenzado a acelerarse nuevamente.

—Si.. -Si fuera un coqueteo, sería el más incómodo del mundo —contraatacó el pelinegro y sólo frunció su ceño intentando reaccionar; no podía dejar mostrar sus sentimientos, no. Menos con Cellbit, ya que ni su mejor amigo sabía que jugaba en el equipo contrario.

Ya que su mejor amigo no sabía que le atraía en demasía.

—Ya pendejo. Solo bromeaba —Cell mostró una brillante sonrisa. —Mamá dijo que fueras a visitarla, te extraña.

—Tal vez vaya mañana, tendré tiempo. Cuando termine tu cita, ¿vienes a dormir hoy? —inquiere el pelinegro mientras dirige nuevamente su mirada hasta el contrario

Este se levantó y caminó hasta él para envolverlo en un abrazo y asentir con su cabeza repetidas veces, dejando a un Roier totalmente estático y con sentimientos encontrados.

—Claro que vendré. Nos vemos luego, ya debo irme. Ya casi son las dos.

Roier iba a hablar, pero su voz simplemente no salía. Cuando optó por corresponder el abrazo y cuando estaba en el proceso de levantar sus congelados brazos finalmente Cellbit se alejó de su cuerpo y sólo se quedó en su misma posición sintiendo sus mejillas bastante tibias.

—¡Hasta pronto!

—Nos vemos...

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—¡Toc toc!

—¿Quién es?

—Un Cellbit feliz.

Roier rió suavemente y abrió la puerta. Cellbit tenía sus labios un poco más rojos de lo normal y supuso que se había besado con Lauren, suposición la cual logró borrar la sonrisa de Roier y su risa solamente se perdió en el aire del lugar.

—Debo suponer que te fue bien —Roier volvió a sonreír, solo que esta vez de manera más leve que antes.

Cellbit asintió repetidas veces con su cabeza y pasó a la casa de Roier. Eran las diez y media aproximadamente, estuvo ocho horas completas con Lauren y el tiempo simplemente pareció haberse ido tan rápido como el viento.

—Te dignaste a vestirte, Vaya. —se burló Cellbit mientras caminaba a la habitación de Roier.

Este lo siguió mientras sonreía casi sin ganas; quería dormir y estaba cansado. Había tenido ánimos antes, pero antes, antes de ver a Cellbit con los labios rojos e hinchados.

—¿vamos a dormir ya? —inquiere Roier al ver a Cellbit acostarse en su cama. Frunció su ceño mientras se cruzaba de brazos, esperando alguna respuesta. ¿Por qué Cellbit estaba actuando tan... Así?

—Mm-hmm. Buenas noches.

Roier sólo suspiró y observó en silencio los rasgos faciales del castaño. Ojos levemente hinchados, sus labios gruesos y coloridos. Nariz perfecta, cejas pobladas y rectas... Era tan perfecto, ¿por qué no podía hacer que se fijar en él? ¿Porque eran prácticamente hermanos crecer juntos? No lo entendía.

—Buenas noches, Cell. —murmuró y caminó a paso lento para poder apagar las luces del lugar.

Ojalá algún día esa etapa –como decía su mamá, que pasaba más ausente que presente.– pasara y finalmente le gustaran las chicas.

B O Y S? | GuapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora