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Finalmente había llegado el comienzo de semana, donde todos debían entrar a sus clases nuevamente después de estar sábado y domingo en un día libre. Roier estaba mirando con ojos demandantes a Cellbit, quien estaba sosteniendo su cabeza con una de sus grandes manos, apoyado en una de las mesas del aula vacía.

—¿Seguro que no quieres ir a casa? Has vomitado toda la mañana —el pelinegro habló.

—No, no. Hace poco me tomé una pastilla para el mareo y dolor de cabeza, no hay problema.

Roier suspiró suavemente mientras se cruzaba de brazos, viendo al contrario como si se tratara de una madre que está regañando a su hijo.

—Iré a buscarte agua, no te muevas —Roier salió del lugar y fue hasta su propia aula. Siempre tenía una botella con agua por sí ocasiones así ocurrían; un Cellbit con resaca los días lunes por haber ido a una fiesta no era nada nuevo ni del otro mundo.

Caminó silenciosamente y a paso ligero, cuando sintió que alguien lo empujaba de frente. Se giró para ver a la persona mientras tocaba su pecho –donde le habían hecho fuerza–, y grata fue su sorpresa al ver un papelito pegado en su camisa escolar.

"Maricón" y había una banderita de todos los colores.

Mierda.

Roier arrugó el papelito mientras sentía sus mejillas arder; él no era homosexual, no. No lo era. Solo que Cellbit hacía sus hormonas confundirse... Desde pequeño... Hace trece años atrás, sí. Era eso.

Caminó hasta su puesto y tomó la botella de agua rápido para luego salir prácticamente corriendo, asustado, hasta el aula vacía donde estaba Cellbit. Al entrar no vio solamente al castaño, sino también a Lauren consigo. Su corazón se detuvo y retrocedió levemente al ver a Lauren mirándolo como si quisiera matarlo.

—Aquí está el agua.. —Roier se la extendió a su amigo, quien rápidamente la aceptó. —Si quieren los dejo un momento solos, yo.. No hay problema para mí —sonrió sin ganas de una sonrisa sincera y salió del aula sintiendo una presión en su corazón, ¿por qué no podía aceptar desde ya que le gustaba Cellbit? Cierto, porque si lo aceptaba iría corriendo a los brazos de Cell y se le confesaría... Lo cual terminaría en un rechazo total.

—¡Roier! —Selina apareció corriendo detrás del pelinegro. Este se giró y sonrió al ver quién era. —¿Cómo estás? ¿Cómo te fue con Cellbit?

—Bien... Y no tan bien. Estaba con Lauren cuando me desaparecí un momento para buscarle agua —se alzó de hombros y ambos comenzaron a caminar por el recinto estudiantil. —¿Cómo te ha ido con Lauren?

—Ella sigue insistiendo en que consiga novio —la femenina se alzó de hombros y suspiró rendida. —Ella sabe que me gusta.

—¿Sí? —Roier sonrió algo más feliz que antes. —¿Que te dijo? Al menos sientes con un peso menos encima, ¿n-no?

Selina negó con su cabeza un par de veces mientras sentía su cabeza doler. Se sentía bastante mal por Roier y por ella, ¿por qué la vida en sí les tenía cosas tan malas preparadas? Solo esperaba que todo aquello diera frutos algún dìa en un futuro, al menos una experiencia de vida nueva para nunca más caer en la misma situación.

—Lauren piensa que te gusta Cellbit.

Roier mordió su labio inferior y comenzó a unir hilos rojos en el plano de su cabeza, dándose cuenta que ahora todo cuadraba. Por ello el chico que le había pegado un papel, por ello Lauren lo había mirado tan mal... Mierda.

—Y-Yo, ¿y si se lo dice a Cellbit? —inquiere, totalmente nervioso e impaciente. —No quiero ver a Cell nunca más en la vida, no, no, no. —moriría de vergüenza, miedo y tristeza.

Selina guardó silencio mientras pensaba en algo. No sabía en qué pensar para ayudar aquella situación desoladora que ambos estaban viviendo; Lauren la obligaba a conseguir novio para liberarse de ella en el ámbito amoroso y Roier moría de nervios para que Cellbit no se diera cuenta de lo que sentía, por miedo al rechazo, suponía ella.

—Finjamos que somos novios, —la femenina habló, y Roier la miró en blanco.

B O Y S? | GuapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora