Capítulo 3

109 10 2
                                    

Gritó con todas sus fuerzas, pero aún así no fue suficiente para convencer a Frederick. Bill pensó que fue un buen niño, que hizo las cosas bien y nunca tuvo algún error, pero Frederick encontró la sudadera y peluche debajo de su cama. El desastre que causó una simple sudadera, gritos, forcejeos, golpes, violación.
Terminó en su propia cama, cansado, asustado, con un dolor insoportable en su parte baja. Frederick nunca llegó a hacerle eso, solo simples toques, insinuaciones, pero siempre ignoraba cada  cosa, ahora Bill ya no está tan seguro de la situación.
La misma imagen en su mente, los mismos sonidos y palabras en su mente. Ya han pasado tres horas desde que su hermano mayor abuso sexualmente de el, de un niño inocente.
La sudadera de Tom es lo único que necesita, necesita a Tom, su mejor amigo. Pero apenas es el segundo día, faltan muchos más por esperar.

"Mantente callado, no te muevas, no hagas esfuerzos, no hables, solo... Parece un muerto"

Se dijo a si mismo mentalmente, se acomodo mejor, lentamente, aun así pequeñas lágrimas salieron de sus ojos por el dolor punzante que sintió en su espalda baja.
Fuerte, es lo único que debe ser.
Ama a Frederick, lo ama demasiado pero si tiene que estar alejado de el para no sentir esos dolores, entonces lo haría, correría de el cuanto sea, solo si Frederick no entra a la cárcel.
Bill empezó a sentir cansancio al cabo de unos minutos, lentamente sus ojos fueron cerrándose, hundido poco a poco en sus sueños, lindos, deseos, es la única salida que tiene cuando recuerda que está encerrado en cuatro paredes, encadenado y maldito.
Toda su vida, toda su vida estará atrapado.

(...)

-¡Despierta!- jalaron sus rastas, así despertando con un dolor en su cabeza.

-¿¡Que te pasa Andreas!?- ni siquiera pudo quejarse más, pues el niño le cubrió la boca con sus manos.

-¡No grites estúpido!- susurro. Oh cierto, las tres de la mañana.
Se quitó las manos de Andreas, ahora viendo a su alrededor, oscuridad y un Gustav alistando su mochila.

-¿Ya se van?- preguntó Tom -Supongo que si, digo, para que mierda me despertarian a las tres de la mañana.
Andreas bufo cruzado de brazos.

-Ya quisieras...

-Andreas escucho algo- dijo Gustav más serio de lo normal, cerrando la mochila y colgandola de sus hombros.

-Andreas, sé que tienes buen oído pero deja de joderme con los insectos cada vez que vienés a mi casa

-No es eso, escuche ruidos de afuera.

-¿Motocicletas?

-Gritos, Tom, gritos- recalcó Gustav irritado por su amigo. Sacó la sudadera de Tom, un calzado y pantalones, terminando por lanzarlos a la cara del niño de rastas.

-No lo sé, tal vez Andreas esta loco- acarició su nariz por el golpe

-Rastafari estúpido.

-Rubia imbécil.

-No, Andreas no está loco, también pude escucharlos- explicó -Adivina de donde vinieron esos gritos.

-¿De la calle?

-Si, pero también de la casa de tu vecino rarito, planeamos ir pero...- dijo Andreas. Ahora es cuando Tom estuvo alerta. Andreas no notó el cambio en la expresión de Tom. El niño de rastas sintió sus pelos erizarse, una incomodidad comprimio su pecho mientras su respiración se corto, rápidamente salio de la cama, yendo a su baño personal y cambiándose lo más rápido posible -¿Por que tanta prisa?

-¿Como se escuchaban los gritos?- preguntó desde el baño, sin dejar de confundir a sus amigos.

-Opacos, como de una nenito o algo así. Vamos a colarnos a su casa pero no sé si tú-

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 19, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Erwisht | TollDonde viven las historias. Descúbrelo ahora