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Soledad.

Ay mi querida soledad, mi extremista soledad. Apreciada soledad, que puede presentar dos características; o bien es un respiro de paz, o es un calvario de pensamientos.

Ay mis queridos pensamientos, que en ocasiones me aclaran el cielo y en otras lo oscurecen como una implacable tormenta.

La soledad nos recuerda que, al final del día, lo único seguro y que jamás podremos perder, es a nosotros mismos. Es un recordatorio hacia el amor propio.

Hay momentos en los que agradezco tanto mi soledad; porque puedo olvidar todo, porque puedo ser feliz, porque puedo simplemente no pensar en nada más.

Cómo cuando te encuentras sola en casa y puedes disfrutar de aquella música que alegra el corazón. Cómo disfrutar de esa película que te hace llorar y no puedes ver con otros. Cómo ponerte linda solo para tomarte fotos y observarte en el espejo. Cómo poder comer lo que desees. Cómo poder gritar y saltar de alegría. Cómo poder liberar todas esas emociones negativas reprimidas. Cómo dejar ser libre a ese niño interior que ocultamos tantas veces. Básicamente, es cómo poder ser nosotros mismos sin tener miedo.

Sin embargo, hay otros momentos donde los pensamientos invaden esta soledad y la convierten en una nube gris. Pero debo reconocer que estos pensamientos son necesarios para recordarnos que algo no está bien, y qué tal vez es momento de replantearnos si lo que hacemos nos hace felices.

Cómo cuando te hacen la dichosa pregunta; ¿Cómo estás?. ¿Cómo estoy? Cuando me lo pregunten, probablemente diré que estoy bien, pero luego me encontraré pensando en ello, y la respuesta será clara; no lo sé. No me siento plena, siento un vacío. Me siento como un cuenco decorativo, que está allí, y la gente lo ve bien, y les gusta, pero al ver su interior, está vacío, no hay nada en él y nadie se pregunta el porqué está vacío.

Y es fácil llenar un cuenco, pero es difícil llenar a una persona, sobre todo si nadie se pregunta que hay en su interior.

Soledad, querida soledad que me permite escribir esto, querida soledad que se plasma en letras, querida soledad que no me deja dormir, querida soledad que me recuerda mi desdicha incomprendida.
Te pido que solo por esta noche, me permitas olvidar este gran sentimiento inexplicable.

De todos modos, hay algo que puedo asegurarte mi fiel compañera, jamás podré pedirte que te vayas y no vuelvas.

Porque al final,
¿Qué sería yo sin mi soledad?.
Y, ¿Qué sería yo sin mis pensamientos?

Textos que escribo cuando estoy solaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora