UN REGALO DE AMOR EN NAVIDAD

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En un pequeño pueblo cubierto de nieve, vivía una joven llamada Violeta. Aunque la Navidad se acercaba rápidamente, se sentía triste y sola. Había pasado por un año difícil donde había perdido a sus padres en un trágico accidente y no tenía a nadie con quien compartir la alegría de la temporada.

Violeta era una joven de cabello rubio y ojos brillantes, siempre vestida con ropa colorida que reflejaba su personalidad alegre. Aunque pasaba la mayor parte de su tiempo detrás del mostrador de la florería, su sonrisa radiante iluminaba la habitación y alegraba el día de todos los que entraban. A pesar de su apariencia feliz, Violeta se sentía invisible en el pueblo. La gente venía y compraba flores, pero pocos se tomaban el tiempo para conocerla realmente. Ella anhelaba una conexión más profunda, alguien que pudiera ver más allá de su sonrisa y descubrir su verdadero yo. Detrás de su mostrador, Violeta soñaba con encontrar el amor verdadero. A menudo imaginaba cómo sería tener a alguien especial a su lado, alguien que la amara y apreciara por quien era. Pero el miedo al rechazo y a ser invisible para siempre la mantenía cautiva en su pequeño mundo. Decidió que esta Navidad sería diferente. Quería regalarse a sí misma un amor nuevo, alguien con quien compartir momentos especiales y crear recuerdos duraderos. Así que, con una sonrisa en su rostro y esperanza en su corazón, Violeta se dispuso a encontrar ese regalo especial. Violeta había tenido un solo amor en su vida, Gael el chico que vivió hace muchos años al lado de su casa y que había emigrado a la gran ciudad dejando un gran vacío en su corazón y una promesa no cumplida. Recordaba claramente la última vez que lo vio, prometiéndole que un día, cuando fuera adulto, vendría por ella y juntos construirían una vida llena de amor y felicidad. Los años pasaron y aunque Violeta nunca dejó de esperarlo, su puerta jamás se abrió para recibirlo. A pesar de ello, el recuerdo de aquel primer amor seguía vivo en su corazón, dejando una huella imborrable. Pero ahora, cansada de esperar y con el deseo de encontrar un nuevo amor, se prometió que estas Navidades serían diferentes. Decidió que era hora de dejar ir el pasado y abrir su corazón a nuevas oportunidades. Aunque la promesa no cumplida aún dolía, Violeta sabía que merecía encontrar la felicidad y el amor que tanto anhelaba. Así que se propuso regalarse a sí misma un amor nuevo en esta Navidad. Esa mañana, mientras caminaba por el mercado navideño del pueblo rumbo a su florería, sus ojos se encontraron con los de un adorable perro. Era callejero, hermoso y tembloroso, pero con una mirada llena de amor y ternura. Sin pensarlo dos veces, decidió llevar al animal a casa. Le dio el nombre de Noel, en honor a la temporada festiva.Intrigada por el comportamiento de Noel, Violeta decidió seguirlo una tarde. Sigilosamente, lo siguió mientras el perro corría por las calles del pueblo hasta llegar a la plaza central. Allí, Violeta se encontró con una sorpresa: el perro se colocó delante de un vagabundo ciego, moviendo su cola y ayudándolo a cruzar la calle. Luego, lo condujo hasta el estacionamiento del tren, donde el joven tomaba el tranvía que lo llevaba a la ciudad. Aunque no podía explicarlo, algo en aquel extraño le provocó una sensación especial. Intrigada por la escena que presenció, Violeta siguió a Noel de regreso a su casa, pensativa y con una extraña sensación en su interior. Aquella imagen del vagabundo ciego y el perro ayudándolo despertó en ella una mezcla de curiosidad y compasión. Durante los días siguientes, Violeta no pudo dejar de pensar en aquel joven ciego y en la conexión especial que parecía tener con Noel. Decidió que era hora de enfrentar sus propios miedos y prejuicios, y se propuso conocerlo.Con el corazón latiendo rápidamente, Violeta se dirigió a la plaza central una tarde, esperando encontrar al joven ciego. Al llegar, se percató de que Noel, su perro travieso, se escapaba a menudo hacia ese lugar.—Hola, cachorro travieso. ¿Es aquí donde te metes cuando te escapas de casa?—, le preguntó a Noel con una sonrisa. En ese momento, el joven giró su cabeza al escucharla. Violeta se dirigió a él y le preguntó si era suyo. El joven, de manera extraña, hundió su gorro para ocultar su rostro y negó con la cabeza. Luego, desenvolvió su bastón y comenzó a alejarse hacia la estación del tren. Noel corrió detrás de él, como lo hacía todos los días. La actitud poco amistosa del joven dejó una extraña sensación en Violeta, quien decidió esperar en el mismo banco a que su perro regresara.Mientras esperaba, Violeta reflexionaba sobre la situación. Se preguntaba qué relación tenía aquel joven con Noel y por qué parecía evitar cualquier tipo de interacción. Aunque su curiosidad era grande, decidió respetar la privacidad del joven y esperar a que él decidiera acercarse. Pasaron unos minutos largos antes de que Noel regresara, moviendo su cola con alegría. Violeta acarició a su fiel compañero y se levantó del banco, dispuesta a regresar a casa. Aunque no había obtenido respuestas, sabía que aquella experiencia la había dejado con más preguntas que antes. Los siguientes días mantuvieron a Violeta muy ocupada con los preparativos navideños. A pesar de ello, ella seguía abriendo la puerta a Noel a la hora esperada, permitiéndole correr hacia la plaza en busca del joven ciego. Mientras tanto, Violeta se quedaba esperando ansiosamente su regreso. En una de esas tardes ocupadas, Violeta decidió hacer algo especial. Aprendió a escribir en braille y envolvió una tarjeta con un mensaje escrito en ese sistema de lectura táctil. Colgó la tarjeta en el cuello de Noel, esperando que el joven la encontrara y la leyera. Cuando Noel regresó a casa esa tarde, Violeta se llenó de alegría al ver que la tarjeta no estaba en su cuello. Esto significaba que el joven había tomado la invitación. La emoción y las expectativas crecieron dentro de Violeta, quien esperaba con ansias el encuentro con aquel misterioso joven.El siguiente día, Violeta esperó con ansiedad que Noel regresara a casa. Se llenó de felicidad al ver que traía colgando de su cuello una tarjeta con una pregunta escrita: —¿Eres feliz? Aquella pregunta intrigó mucho a Violeta, quien no entendía por qué el joven ciego se interesaba tanto por su felicidad. Sin pensarlo mucho, al día siguiente, Violeta decidió responder a la pregunta. Escribió en una tarjeta que no estaba del todo feliz y explicó brevemente la pérdida de sus padres. Colgó la tarjeta en el cuello de Noel y esperó ansiosa por la respuesta. A partir de esa día, las cartas continuaron llegando todas las tardes. Violeta se encontraba ocupada con su trabajo en la florería, lo que le dificultaba ir al encuentro del joven en la plaza. Por otro lado, él chico no sabía dónde quedaba exactamente la florería de Violeta y no se atrevía a adentrarse más allá de lo que conocía. A pesar de las limitaciones, ambos encontraron una forma de comunicarse a través de las cartas. Cada día intercambiaban pensamientos, sentimientos y experiencias. A medida que se conocían más, la conexión entre ellos se fortalecía. Violeta compartía sus sueños y anhelos con él, mientras que él le contaba sobre su vida después del accidente y cómo había aprendido a vivir con su discapacidad. A través de las cartas, encontraron consuelo y apoyo mutuo en momentos difíciles. La víspera de Navidad, Violeta se debatía en lo que quería escribir en la tarjeta para el joven. Después de mucha reflexión, finalmente decidió tomar una decisión valiente. En la tarjeta, invitó a Daniel a pasar las navidades en su casa, aunque agregó una nota aclarando que no estaba obligado a aceptar.Además de responder a la pregunta que Daniel le había hecho el día anterior, Violeta decidió compartir su propio deseo para estas navidades. En la tarjeta, escribió: —Lo que más deseo para estas navidades es un amor nuevo. Violeta había pasado muchos años sintiéndose sola y anhelaba encontrar un amor verdadero, alguien con quien compartir su vida y su corazón. Aunque no sabía si Daniel sentiría lo mismo por ella, decidió ser honesta y abrir su corazón en la tarjeta. Con el corazón latiendo rápidamente, Violeta colgó la tarjeta en el cuello de Noel y esperó con nerviosismo la respuesta de Daniel. Para su sorpresa ese día Noel trajo la respuesta que no entendió. —¿Tiene que ser un amor nuevo? Violeta se sentía confundida y desconcertada por la respuesta de Daniel a través de Noel. No entendía qué quería decir con: —¿Tiene que ser un amor nuevo? Además, había notado algo extraño en las cartas de Daniel: siempre firmaba con una G en lugar de su nombre completo. Esto la hacía preguntarse si realmente se conocían de alguna manera en el pasado. La incertidumbre y la intriga se apoderaron de Violeta. No sabía cómo reaccionar a esta situación y tampoco tenía claridad sobre si asistiría a su casa en la noche de Navidad. Ella anhelaba tener un verdadero amigo, alguien que la aceptara tal como era, sin intereses superficiales. Estaba cansada de los chicos del pueblo que solo se acercaban a ella por su belleza o por lástima después de la pérdida de sus padres. Lo que realmente deseaba era encontrar un alma afín, alguien dispuesto a entregarse y amarla sin restricciones. En medio de sus pensamientos, Violeta decidió tomar acción. Escribió una nueva carta para Daniel, expresando sus sentimientos y preguntándole directamente si asistiría a su casa en la noche de Navidad. También le confesó sus dudas y curiosidad sobre su conexión y el uso de la inicial G en sus firmas. Colgó la tarjeta en el cuello de Noel, esperando ansiosa la respuesta de Daniel. Mientras tanto, se preparó para pasar la noche de Navidad en compañía de su familia y amigos, manteniendo la esperanza de que Daniel decidiera unirse a ellos. La noche de Navidad finalmente llegó y Violeta fue a pasar un rato en casa de sus abuelos. Aunque estaba rodeada de sus seres queridos, su mente y corazón estaban llenos de preguntas sobre Daniel y la posibilidad de que él se uniera a ellos. Pero se dio cuenta de que había olvidado un detalle importante: Daniel no sabía que ella estaría celebrando la Navidad en casa de sus abuelos, no en la suya. Los ladridos de Noel, saltando y tirando de ella, la hicieron darse cuenta de su olvido. Se despidió cariñosamente de sus abuelos y, tomando su abrigo, corrió por la calle hacia su casa. Al llegar casi congelado en la escalera, se encontró con un Daniel que jamás imaginó. Estaba pulcramente vestido, afeitado y con el cabello corto.—Perdón, Daniel—, dijo mientras se apresuraba a abrir la puerta y ayudarlo a entrar. Luego corrió a la cocina para preparar un chocolate caliente. Al regresar, se quedó atónita. Frente a la chimenea estaba Daniel, pero no era él, era Gael, su amigo y primer amor, que le sonreía tímidamente con los ojos apagados.—¿Gael?—, preguntó Violeta temerosa, sin poder creer lo que veía. —¿Eres tú de verdad? Lo había dejado de ver cuando eran apenas unos niños, había cambiado mucho, era alto y apuesto a pesar de su ceguera. Gael asintió lentamente, con una mezcla de tristeza y esperanza en su rostro. En lo que esperaba ansiosamente que ella dijera más, y al ver que no lo hacía preguntó tímidamente.—¿Te conformarías con un amor viejo como regalo de Navidad, Violet? —preguntó con voz temblorosa. Violeta se acercó a Gael y lo abrazó con fuerza. Las emociones la abrumaron mientras recordaba los momentos compartidos en su juventud. Gael le confesó que siempre había querido regresar a ella, pero nunca tuvo el valor de hacerlo después de perder su vista.—He estado buscando una forma de acercarme a ti durante mucho tiempo, Violet. He venido todas las Navidades desde que me sucedió esto, pero nunca encontré el valor para hacerlo. Si no hubieras ido a la plaza aquel día, si Noel no te hubiera llevado, nunca lo habría hecho.Gael sonrió tímidamente, sus ojos apagados reflejando una mezcla de gratitud y vulnerabilidad. —Pero Gael, sabes que he estado esperando por ti toda mi vida. Deberías haberme dicho que te habías quedado ciego. ¿Qué te pasó? —preguntó ella, colocando el chocolate caliente en sus manos y obligándolo a sentarse junto a la chimenea. Gael suspiró e inclinó su cabeza. Luego tomó un sorbo de la bebida caliente, antes de responder. —Es una enfermedad, Violet. Dicen que tal vez pueda recuperar la vista si me opero, pero me da miedo. Violeta se sentó a su lado, sosteniendo su mano con ternura. No podía creer que él fuera su primer y único amor que había regresado por ella. No le importaba como fuera, lo único importante es que estaba allí a su lado, como le había prometido. Su felicidad aunque él no pudiera verla, era inmensa.—Entiendo tus temores, Gael. Pero quiero que sepas que estaré a tu lado pase lo que pase. Si decides operarte, estaré allí para apoyarte en cada paso del camino.—Gracias, Violet. Tu apoyo significa mucho para mí —dijo con voz suave y llena de emoción—. Digo, si en verdad quieres un cariño viejo y no uno nuevo como me dijiste.Violeta se conmovió al ver el pequeño temblor y escuchar el miedo en la voz de Gael. Con ternura, se acercó a él, sintiendo el latido acelerado de su corazón. Tomó su rostro entre sus manos y lo miró profundamente.—Gael, no importa si es un cariño viejo o uno nuevo. Lo que importa es que nuestro amor ha resistido el tiempo y las adversidades. Eres la persona que siempre he esperado, la que llena mi corazón de alegría y amor. No hay obstáculo que pueda separarnos si estamos juntos. Sus palabras resonaron en el silencio de la habitación, envueltas en una atmósfera de romance y sinceridad. Gael sintió cómo su corazón se llenaba de esperanza y amor. Lentamente, acercó sus labios a los de Violeta y la besó con suavidad, como si quisiera transmitirle todo su amor en ese gesto. Al separarse, los ojos de ella le brillaban con un profundo amor. Violeta acarició su mejilla con dulzura.—Seré tu luz en tu oscuridad, Gael. No importa cuánto hayas tardado, siempre he esperado por ti, amándote y deseando cada día de mi vida que regresaras a mí como me lo habías prometido. —Violet, ahora soy ciego, seré una carga para ti —susurró besando sus manos —ese era el motivo por el que me he demorado tanto en regresar. No quiero amarrarte a una persona como yo.—Susss... —dijo ella colocando un dedo sobre sus labios para hacerlo callar—. Eres mi regalo más preciado, mi amor eterno. Gael sonrió, sintiendo cómo el amor llenaba cada rincón de su ser. Sus manos se entrelazaron, sellando su promesa de amor eterno. En medio de la calidez de la chimenea y el aroma dulce del chocolate caliente, Violeta y Gael se perdieron en un abrazo lleno de amor y ternura. El mundo desapareció a su alrededor, dejándolos envueltos en un amor puro y sincero. En esa noche mágica de Navidad, encontraron en el otro su felicidad y su hogar verdadero. Los destellos de las luces navideñas parecían danzar a su alrededor, como si el universo mismo celebrara su encuentro. En ese momento, se dieron cuenta de que el amor no conoce barreras ni limitaciones, y que incluso en las situaciones más difíciles, la esperanza y el amor pueden iluminar el camino. Ambos eran su tan anhelado regalo de Navidad.FIN




Mis deseos para ti: Que esta historia de amor en Navidad sirva como un recordatorio de que siempre hay esperanza, incluso en los momentos más oscuros. Que inspire a aquellos que están enfrentando desafíos y dificultades a creer en el poder del amor y la fortaleza del espíritu humano. Que encuentren consuelo en saber que no están solos, que siempre hay alguien dispuesto a caminar a su lado y enfrentar juntos cualquier adversidad.En esta Navidad, recordemos que el amor verdadero puede superar cualquier obstáculo y que, como Gael y Violeta, podemos encontrar la felicidad en los lugares más inesperados. Que la magia de la Navidad llene nuestros corazones de esperanza y nos recuerde que siempre hay luz en la oscuridad. Que mi pequeña historia sea un recordatorio de que el amor, la esperanza y la magia de la Navidad pueden transformar nuestras vidas y llenarlas de alegría. Que cada corazón encuentre su hogar verdadero y que todos podamos experimentar el regalo más hermoso de todos: el amor incondicional. Feliz Navidad a todos, y que el amor y la esperanza los acompañen en cada paso del camino.Su amiga,

                                                                                    

                                                                      Brismaida Morfiti


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⏰ Última actualización: Dec 18, 2023 ⏰

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