Pasaría Navidad en una fría habitación de hospital, el bip, bip de las máquinas serían mis villancicos y, el sube y baja de las líneas que medían la presión arterial y la respiración, mis lucecitas alegres. Y, aunque hubiera preferido estar acurrucado con mis sobrinas en el sillón de la sala, leyéndoles La noche antes de Navidad mientras sus padres asistían a una cena de estado; la verdad era que no me apartaría del lado de mi mejor amiga.
Como siempre sucedía, su madre había llamado a la estación de bomberos cerca del mediodía, pues Claire no le había respondido el teléfono. Al llegar a su hogar, tocamos a la puerta y nos gritó que entráramos. Mis compañeros y yo la encontramos acostada en el sillón, según nos explicó, durante el desayuno, se había estirado para alcanzar el cereal, escuchó un crujido que fue seguido de un dolor agudo en la espalda. Llamamos a la ambulancia y ellos le estabilizaron la columna antes de llevarla al hospital. Los estudios habían revelado una subluxación en una vértebra, la cual, después de un par de horas, había regresado a su posición normal, pero el dolor que experimentaba era insufrible y los doctores habían decidido mantenerla sedada y en observación por las próximas veinticuatro horas.
Me saqué el teléfono del bolsillo del pantalón de uniforme cuando me avisó de una llamada.
-Cariño -Rodé los ojos ante la voz cantarina de mi hermano-, ¿dónde estás?
Guardé silencio durante largos segundos en tanto consideraba qué contarle o no.
-Estoy en el hospital... con Claire.
Entonces fue él quien se quedó en silencio, pues era la primera vez que se la mencionaba. Tomé una bocanada profunda de aire con la intención de prepararme para la ristra de preguntas que seguirían, pero él solo dijo:
-¿Tú estás bien?
Asentí, pero luego recordé que no podía verme.
-Sí, aunque no podré llegar con las niñas.
-Me quedo tranquilo entonces. Feliz Navidad.
-Feliz Navidad para ustedes.
Terminó la llamada y solté el aire de golpe. Amaba a ese cabrón. Había podido hacerme tantas preguntas y lo único que le había preocupado era mi bienestar. Me estrujé el cabello. En algún momento mi verdadera vida se haría presente en la representación que le mostraba a mi familia, sin embargo todavía no me sentía preparado, más cuando todo parecía estar en caos.
Giré cuando escuché la puerta abrirse y le sonreí a la enfermera que acababa de entrar. Entonces dije:
-Buenas noches, feliz Navidad.
Ella respondió el gesto al mismo tiempo que se acomodaba un mechón del cabello color zanahoria tras la oreja.
-¿Todavía por aquí? Está sedada, ¿por qué no aprovechas para ir a descansar?
Me acerqué a la cama en tanto ella observaba los monitores y hacía las anotaciones correspondientes. Claire dormía, no obstante el ceño fruncido era evidencia de que no lo hacía con placidez. Cualquiera que la mirara la creería una jovencita que había tomado una muy mala decisión para estar en ese estado en el hospital. Ninguno sabía que su discapacidad era invisible. La contemplé, era una muñequita preciosa, y eso solo lo decía por su estatura diminuta, porque su carácter era como una fábrica de fuegos artificiales que se incendiaba de repente. Sonreí.
-Espero que sea consciente de la clase de amigo que eres.
La observé un par de segundos más antes de volver a mirar a la enfermera.
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ANTOLOGIA NAVIDEÑA
NouvellesES UN CONJUNTO DE RELATOS DE DISTINTOS AUTORES, QUE FORMAN PARTE DE LA FAMILIA CONFIDENTES DE LECTURAS. ESPEREMOS QUE LES GUSTE