El chico que vino del mar [Starrison]

Capitulo 6

Ringo esperaba a George en su lugar de siempre, lugar donde ya se había hecho costumbre verse y pasar el rato, ya habían pasado dos semanas desde la salida con los amigos de cada quién, y días donde el tritón y el humano hacían hasta lo imposible por no demostrarle debilidad al contrario, cada vez era más difícil ocultar sus sentimientos, pero preferían seguir aguantando a perder la creciente relación de amigos que habían hecho.

Ese día George había llevado la guitarra que Richard había pescado por error la primera vez que se vieron, le enseñaba al humano como se tocaba, el joven estaba maravillado con el instrumento, a pesar de ser básicamente una guitarra, Ringo lo veía como algo especial por el simple hecho de ser originaria del mar y también porqué
la persona que la tocaba era alguien especial para él.

—Eres muy talentoso, espero que algún día me enseñes a tocar como tú—

—¿Y por qué no comenzamos ahora? Ven, te enseño—

Ringo se levantó de su lugar para incorporarse a lado de George, tomó la guitarra con delicadeza, el tritón agarró sus manos para acomodarlas en las cuerdas de forma correcta, al momento de hacer contacto con sus pieles, sintieron una clase de corriente eléctrica recorriendo sus cuerpos, ambos quedaron quietos y en silencio unos segundos, había sido un momento algo incomodo y la tensión ya existente entre los dos se hizo más fuerte pero prefirieron ignorarlo para no hacer alguna tontería.

Las clases de guitarra comenzaron y se extendieron por varios minutos, pero definitivamente el instrumento no era el fuerte del humano esto sumado a como se sentía en ese momento, el mayor colocaba las manos de Ringo en la posición correcta pero al joven le costaba mucho hacer todo eso y otra vez volvía a la mala posición del inicio, Richard se frustró un poco por los intentos fallidos.

—Mejor dejalo así, ya me desesperé, creo que esta cosa no es para mi—

—Solo un Intento más Rich—

—No gracias, si sigo fallando me voy frustar más—

—Esta bien, lo dejamos allí—

Los dos se separaron, Ringo se levantó de la roca en donde el tritón se sentaba, estaba dispuesto a irse a su lugar de nuevo pero su tobillo falló haciendo que el joven cayera al agua, la caída fue tan rápida que hizo que el humano tragara mucha agua en el proceso pues no le dio tiempo de reaccionar, a pesar de saber nadar no podía salir del agua por su cuenta, el ahogo y la desesperación lo tenían vulnerable y sin poder salir.
George no se quedó de brazos cruzados y se lanzó al agua cuanto antes a sacar a su amigo, tomó al ojiazul de la camisa, nadó los más rapido que su aleta permitía para que pudiera tomar aire, colocó al humano en la roca más plana que había y lo recostó en ella, Ringo por inercia se sentó mientras tosía y tosía tratando de sacar el agua de sus pulmones, pasaron unos segundos hasta que logró tranquilizarse, se recostó de nuevo en la piedra relajándose y cerrando los ojos unos segundos, George estaba a su lado tomando su rostro suavemente y asegurándose de que todo estuviera bajo control ahora.

—¿Ya te sientes bien, Ringo?—

—Si, gracias por salvarme Georgie, te debo una—

—No hay de que, que suerte que ya estas a salvo—

Se vieron a los ojos unos segundos hasta que se dieron cuenta de que estaban en una posición muy comprometedora, Richard estaba acostado con una respiración suave y lenta mientras que George estaba casi encima de él, pegaba su pecho con el del hombre mientras, su aleta estaba al costado de las piernas de su amigo, ambos quedaron en un silencio incomodo pero ninguno de ellos se separaba, Richard levanto su mano y la colocó en la parte trasera de la cabeza del tritón, tocaba lentamente el humedo cabello del ser que tenía frente a sus ojos.

George disfrutaba del tacto pero sentía mucho nerviosismo a la vez, notaba algo en los ojos azules de Ringo mientras estos se entrecerraban, en un moviento brusco la cabeza del ojiazul se levanto un poco mientras que la mano de este empujaba a la suya haciendo que sus labios se tocaran, George abrió los ojos de la impresión pero lentamente se fue relajando y los cerró accediendo más al beso con el humano, no tardó en agarrar el hombro del ojiazul para luego ir bajando su mano hacia el pecho del menor mientras que el otro agarraba su cabeza y su cintura casi desesperadamente.

Estaban necesitando más los besos del otro, el beso fue escalando de nivel, Richard levantó al castaño por encima de él y pegó más a George a su cuerpo sintiendo la delgada pero formada figura del tritón entre sus brazos, el beso duró así hasta que George tomó un poco más de conciencia de la situación, detuvo toda la acción en seco y se separó, estaba algo aturdido por lo que había pasado, pero no se quejaba de ello.

—Ri-Richard—

—Perdón, no se que pasó conmigo, solo sentí el impulso, perdoname George—  Contestó apenado el joven a su amigo.

—No... No hay nada que perdonar, yo también accedí a esto y también sentí las ganas de hacerlo—

—¿No estas molesto conmigo?—

—Cla-claro que no Rich, de hecho, me gustó...—

—¿En serio?—

—Sí... Mucho—

Richard sonrió suavemente por las palabras del tritón, este también le devolvió la sonrisa a su amigo, ambos se incorporaron de la roca y permanecieron en silencio un buen rato, mientras veían el panorama que el atardecer y el mar les ofrecian, estaban sentados juntos, el tritón ponía su cabeza en el hombro del humano, no necesitaron palabras el resto de esa tarde, pues no eran necesarias, todo estaba de maravilla y no pudieron ser más felices ese día, pues al fin hicieron realidad su deseo de probar los labios que su compañero tenía y eso era más que suficiente por el momento.

Mientras tanto a unos metros de la playa, se encontraban un par de tritones traviesos y chismosos escondidos en una roca, viendo toda la acción, miraban alegremente a su amigo, sabían que tarde o temprano se daría cuenta de que el humano también sentía cosas por él, en cuanto el más joven de los tres regresara a casa, irían y empezarían a pedir todos los detalles de la situación a pesar de haber estado en primera fila presenciado todo, pues querían saber que había sentido el más chico al momento de besar al joven del que se había enamorado.