⁠ᐷ Donde no pueda despertar y tú no puedas alejarte

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Pasaban de las once de la mañana, había amanecido nublado y con una eventual ligera llovizna que mantenía el clima gélido.

Book miraba en dirección al ventanal cubierto por cortinas pesadas que hacían lucir la habitación más oscura de lo habitual. El cielo gris al igual que su humor.

No tenía ganas de levantarse de la cama, y en esta ocasión no era debido a la comodidad, más bien, era porque no quería ver a Force, llevaba días evitándolo, y quizá no habría tenido tanto éxito si el alfa no estuviese ocupado cuidando a Gun.

Habían contratado a una enfermera que se encargaba de procurarle todas las atenciones necesarias al omega, Pear, una beta amable que hacía cada tarea con diligencia y un toque de cariño que pocos en su profesión poseían.

Force había optado por trabajar desde casa para así estar al pendiente de su esposo, aunque no podía evitar estar la mayor parte del día al teléfono o en la computadora.

En Book, la sensación de ser un intruso no dejaba de incrementar a cada segundo que pasaba con los Srisang. Por ello, Kasidet quería que el tiempo transcurriera con rapidez, y a la vez, deseaba que se detuviera y él desaparecer, porque con el bebé de Gun, el suyo probablemente sería desplazado. Y aunque no le concernía, era inevitable no amar al pequeño que en cinco meses daría a luz.

Era peligroso amarlo, porque comenzaba a pensar que prefería huir sin importar las consecuencias, porque daría su vida por él, porque lo sentía, aquella presencia que fluctuaba en ocasiones, aunque diluida en incertidumbre, estaba ahí con él.

Unos golpecitos a su puerta le sacaron de su ensoñación, avergonzado por el rumbo de sus pensamientos, se enderezó de la cama y trató de disimular su sombrío estado.

-Adelante -dijo tras carraspear para aclarar su voz.

Jiratchapong apareció en el umbral, era la primera vez que se acercaba a su habitación.

-¿Te sientes mal? -Soltó en un tono bajo, gracias a la escasa luz era imposible vislumbrar su expresión.

-No -respondió aturdido, pero tras reflexionar, sospechó que le había preguntado porque seguía sin bajar a desayunar-, amanecí sin apetito -agregó jalando de las sábanas para cubrirse hasta el pecho.

Entre las cosas inevitables, estaba el sentirse vulnerable, ahora más que nunca era la característica que más le describía.

Esperó que le dijera que estaba siendo irresponsable, o que se encogiera de hombros y se marchara. Para nada imaginó que entrara de lleno a la recámara y cerrara tras de sí la puerta con seguro.

Solo el ruido del pestillo le confirmó que no estaba alucinando.

Force recorrió la distancia que los separaba y se sentó a su lado. El colchón se hundió por su peso y la mano fría en su frente le impidió asimilar lo que estaba ocurriendo.

-Parece que no tienes fiebre -pronunció aliviado, y ahora que lo tenía tan cerca, pudo percibir signos de cansancio en su rostro-. Ven, vayamos a desayunar, tampoco lo he hecho -propuso regresando su diestra a su costado.

Kasidet no estaba entendiendo nada, y al parecer Force lo notó.

-No tienes que preocuparte por nada, yo me encargaré de que todo salga bien -aseguró desviando la mirada, como si enfrentarlo le lastimara.

-¿Encargarte de qué? -rebatió resignado-. Tendrán lo que siempre desearon... Todo parece que estará bien para ustedes -concluyó.

El castaño permaneció en silencio, Book no podría decir si le había prestado atención o lo había ignorado, confirmando una vez más que por mucho que se esforzara, jamás podría entender lo que pasaba por su cabeza, muy por el contrario a Gun, que con solo una mirada sabía lo que pensaba.

⁠。⁠*✧ Éramos indestructibles⁠/⁠/ForceBook ✧⁠*⁠。Donde viven las historias. Descúbrelo ahora